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– 23 mayo, 2021Este jueves 6 de mayo una masacre se derribó sobre la comunidad del Jacarezinho, en Río de Janeiro, con al menos 25 personas muertas. La autoría es de la Policía Civil, en lo que se considera la acción policial más letal de la historia del estado. Los testigos señalan varios indicios de ejecuciones sumarias, de personas que ya estaban rendidas y no ofrecían resistencia.
El caso escancara el terrorismo de Estado que víctima al pueblo pobre y negro en Río de Janeiro y en comunidades de todo el país. El año pasado 5.660 personas fueron asesinadas por la policía en Brasil. En el estado de Río de Janeiro, el 25 % de las muertes violentas en 2020 tuvieron autoría policial. Disfrazada de guerra a las drogas, la política genocida se trata de una guerra a los pobres, que víctima a la juventud negra y periférica, y mantiene a la población de estas comunidades bajo constante amenaza.
La Chacina de Jacarezinho también demuestra la quiebra de las instituciones de Estado en asegurar lo menos que ellas mismas se proponen. La lucha popular logró lograr que el STF pusiera restricciones en operaciones policiales en las comunidades durante la pandemia, lo que seguramente salvó vidas, pero la medida es constantemente descumplida por el gobierno estatal. Tampoco se descarta la posibilidad de que esta masacre se haya cometido como parte de los embates en el piso de arriba, en el contexto de crisis política, con una CPI que apura las responsabilidades del gobierno Bolsonaro frente a la pandemia.
Esta masacre es un capítulo más del laboratorio racista y genocida que las clases dominantes vienen imponiendo sobre el pueblo, para mantener un estado de terror constante. Son más de 400 mil muertos por covid-19, con variantes brasileñas de la enfermedad y colapso en todos los estados, experimentos de ′′ inmunización de rebaño ′′ con políticas de contaminación acelerada, propaganda de medicamentos ineficaces, además de reformas que retiran Gastos sociales, aumento del desempleo y el hambre, mientras que los ricos se hicieron aún más ricos.
Todo esto no se va a resolver en las próximas elecciones, sino desde ahora, con un fuerte proceso de movilización popular, desde las bases, que pueda mostrar a las clases dominantes que las cosas no pueden seguir de esa forma! Los episodios recientes en países vecinos han demostrado que las clases populares en revuelta tienen la capacidad de imponer derrotas a los de arriba! Solo eso puede detener la normalización de la barbarie!
Otra cuestión importante es la necesidad de que los movimientos populares debatan a fondo no sólo el fin de la policía militar, sino de todas las policías, que se fundamentan en la defensa de los grandes propietarios, y no tienen relación alguna con la protección de las vidas y los de los de bajo. Son el brazo armado de los poderosos para torturarnos, detenernos y matar.
Desde nuestra militancia cotidiana, seguimos pautando la solidaridad entre las nuestras y las nuestras, y la urgencia de la revuelta contra ese terrorismo de Estado, en la lucha por vacuna para todas y todos, por vida digna y por el socialismo libertario! Hay que cerrar puños para responder a la barbarie con fuerza popular!
Coordinación Anarquista Brasileña
Mayo 2021