Nota pública de la Federación Anarquista Gaúcha.
¡Bolivia, 17 de octubre del 2003. En una tardecita de un viernes, el presidente gringo de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada renuncia. Era la victoria puntual de un proceso de 3 semanas con luchas en la calle, marchas, enfrentamientos, barricadas, piedras y palos contra los tiros de calibre 12 y los fusiles, más de 75 muertos del pueblo en la defensa del patrimonio popular del país más pobre de América del Sur. “Pedimos al pueblo que salga a las calles apoyando los bloqueos. Organicemos la resistencia popular para cuando venga la represión” decía la convocación de la Coordinación en la Defensa del Gas. Las calles de La Paz, la ciudad metropolitana de El Alto, Cochabamba y decenas de otras más en Bolivia vivían una situación de insurrección social. No iniciaron un combate más intenso través de organizaciones guerrilleras. Pero el combate popular callejero había logrado antes del día 15/10 que el proyecto de exportación del gas natural a través de un puerto chileno fuera cancelado y puso al presidente gringo a correr hacia EE.UU. Toma, entonces posesión el vice-presidente Carlos Mesa. Afirma ser periodista y documentarista pero es dueño de uno de los más grandes grupos de comunicación del país, la Red TV PAT. Toma el cargo con una bandera de tregua, guardia baja y con ojos atentos a la organización popular. Con un discurso liberal, habla de una democracia que incluya la masa de indígenas, la cual es mayoría en el país, casi la totalidad de los campesinos y los más pobres en Bolivia. La propuesta de vender el gas boliviano, natural, fue lo que disparó la rebelión que tiene detrás, en lo inmediato, un proceso de represión, caos económico, brutal pobreza y ataques a la dignidad popular, por más de una década. Sí, es cierto que hoy por hoy se ha vivido un proceso de protagonismo popular sin casi ningún enlace con las elites dirigentes y esto resulta, en ciertos aspectos, algo nuevo. La ganancia neta estimada por las empresas transnacionales “parceras” del gobierno en la venta del gas era de 27 billones de dólares a lo largo de 20 años!. Eso es la punta de un período y gobierno donde, por ejemplo, destruyen las plantaciones de coca (la única cultura ventajosa para los campesinos bolivianos) e intentan vender el agua del país.
Van construyendo las diversas rebeliones populares (como la conocida Guerra del Agua), expulsión de las transnacionales Coca Cola y McDonalds del país y esta insurrección da idea bien concreta de soberanía con Poder Popular. En la Guerra del Gas, las formas de lucha fueron: marchas, huelga general por tiempo indeterminado, cortes y bloqueos de rutas, agitaciones y luchas en las calles. El pueblo se sintió convocado por Coordinadora del Gas, la Central Obrera boliviana (COB), la COR, la Central Sindical Única de los Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSTUB, la cual organiza campesinos, especialmente cocaleros), la juventud (como nuestros compañeros de la Red Tinku Juvenil), y otros. Partiendo de una lucha puntual, la no venta del gas a las transnacionales y la exigencia de la renuncia del “gringo” Sánchez de Lozada el pueblo de Bolivia protagonizó una rebelión popular con carácter de insurrección. Si el títere de los EUA no hubiera renunciado el día 17/10, sacado en un helicóptero para Santa Cruz de la Sierra y allí partido en un avión para su casa, Miami, quién sabe qué cosa podría haber pasado. Mucho era lo que se descomponía ante el empuje decidido de la población. Las Fuerzas Armadas amenazaban partirse al medio al tiempo que la Policía y el Ejército asesinaba gente del pueblo en las calles; los políticos profesionales iban saliendo del gobierno. Ya estimaban que la única solución sería la renuncia del Presidente o un golpe o quizás la Insurrección Popular completa. La clase oprimida boliviana ya entiende que no hay salida auténtica en este sistema y que la única solución verdadera es la revolución social, a través de la cual se realice una profunda transformación de las estructuras económicas y políticas. Muchos sectores, organizados o no, sienten que esta puede ser la hora del pueblo. El poder del pueblo revive por detrás de una barricada. El Cóndor de la liberación todavía vuela el cielo del Altiplano. Un macabro balance nos dice que más de 75 asesinatos y centenas de heridos es lo que ha resultado de la sangrienta represión en estas tres semanas de lucha. Igualmente es nada comparado con lo que sufre en lo cotidiano el pueblo boliviano. De los 8 millones y 800 mil bolivianos, 64% viven abajo de la línea de pobreza (más de 5 millones); la renta individual al año es de U$S 950 (la más pobre de la América del Sur); la pobreza en el campo abarca a más de 80 % de los campesinos (mayoría indígena); la ciudad foco del conflicto El Alto (en zona metropolitana de La Paz) es de las más pobres del país; más de la mitad de los bolivianos no tiene agua ni energía eléctrica y se muere más gente por hambre por semana que lo que se murieran en tres trágicas semanas de rebelión altiva y de coraje. Como se esperaba, el Imperio a través del gobierno Bush, primero expresó su apoyo al gobierno de Sánchez Lozada y la OEA respalda todavía en la reunión en su sede en Washington. La democracia liberal-burguesa tiene que ser mantenida para garantir a las transnacionales su política de despojo. De su parte, el gobierno brasileño través del Itamaraty tuvo, junto al gobierno argentino, el rol vergonzoso que ya era esperado. Ninguna sorpresa, tanto aquí como en los países hermanos, la función del gobierno Lula es poner freno a la lucha de clases, cueste lo que cueste. llegaran, entonces, los enviados brasileños y argentinos para intentar salvar la “institucio-nalidad”, al gobierno de Lozada en ese momento y terminaron legitimando al “tapa-buraco” Carlos Mesa. No fue la primera ni será la última vez que nuestros movimientos populares estarán marcando un anhelo. Los oprimidos de Latino América en menos de 10 años hicieron dos rebeliones populares en Ecuador (trayendo abajo los planes neolibe-rales de Abucaram y Mauad); sacaron al dictador Fujimori en Perú (y luego fue la lucha contra el presidente “gringo” Alejandro Toledo. Es también la valiente rebelión piquetera que sacó del gobierno a De la Rúa-Caballo y repudió la política neoliberal y al FMI en diciembre de 2001. Finalmente ahora la clase oprimida boliviana concreta una acumulación de fuerzas de casi una década de movilización popular y enfrentamiento directo de masas contra el Imperio, sus agentes económicos y represores. El aprendizaje de la lucha de masas con protagonismo popular va enseñando para nosotros, al mismo tiempo, que derrotar un gobierno corrupto es parte de la guerra, es importante batalla, pero no es la victoria final en la guerra de clases. Para vencer, efectivamente, hemos de hacer una revolución social. Pero es proceso previo la consecuente acumulación de fuerzas, participando en diversas rebeliones populares en la defensa de nuestros derechos. En esta batalla el pueblo boliviano ha vencido, para gloria de Latino América y en la defensa de su propio futuro. Otras batallas están por venir y otras victorias también. Debemos decirlo, estamos solidarios y mili-tantemente agradecidos con el ejemplo de nuestros hermanos y hermanas de clase del país hermano. Pueblo boliviano, tu lucha es orgullo y la esperanza de todos los oprimidos de nuestra Latino América!. ¡Salud!.
Federação Anarquista Gaúcha,
Porto Alegre, octubre de 2003.