Hace unos meses -en noviembre pasado- realizábamos una extensa Carta Opinión analizando el proyecto original de la Reforma de la Seguridad Social, que ya sufría algunas importantes modificaciones apenas ingresaba al Parlamento. Entre otras, se aumenta el aporte a las AFAP al 10% y se deja tan solo un 5% de aporte del trabajador destinado al BPS, aumentando la edad jubilatoria a 65 años y los años aportados de trabajo. Es decir, se profundiza el desfinanciamiento del instituto de la seguridad social en mayor beneficio del capital privado y se obliga a trabajar más años para retirarse de la vida laboral con un monto menor de jubilación.
Ello solo a modo de ejemplo. Ya que la Reforma no contempla ningún aspecto o interés que beneficie a la clase trabajadora, sino por el contrario, es una reforma a medida del gran capital transnacional. Se vota en esta instancia en la Cámara de Diputados; ya fue aprobada antes de fin de año en la Cámara de Senadores. Hay cierta prisa por aprobar rápido esta ley de reforma, uno de los pilares que intenta impulsar el gobierno de Lacalle Pou y la coalición de gobierno.
Entre la clase política hay dimes y diretes, que Cabildo Abierto plantearía algunos cambios en diputados (luego de haber votado el proyecto en el Senado), por ejemplo. Nada de fondo, es la defensa de intereses corporativos -especialmente de algunas corporaciones profesionales que cuentan con varios miembros en Cabildo Abierto-. No está en discusión el aumento de la edad jubilatoria para los trabajadores ni los aportes de los de arriba. No hay que esperar nada bueno del debate parlamentario. Allí los representantes de las clases dominantes -o sus miembros directamente- maquillarán, arreglarán el proyecto para que se pueda votar y listo. Porque nadie ha planteado trancarlo en el Parlamento.
La fiesta para los de arriba sigue con este proyecto: los bancos podrían tener más facilidades para hacerse con un pingüe negocio, los patrones aportan lo mismo, el gran capital, el sector agro-exportador y los mega proyectos no aportan nada a la Seguridad Social y este negocio para los de arriba lo financiamos todos y todas quienes vivimos de nuestro salario.
Se ha machacado hasta el hartazgo que el BPS está desfinanciado y que el Estado coloca mes a mes un monto importante de dinero para sostenerlo. Poco se dice que ese desfinanciamiento se debe a que los patrones aportan la mitad que los trabajadores (o menos aún), que el verdadero gasto del Estado es en la Caja Militar que nos cuesta un 1% del Producto Bruto Interno (más de 500 millones de dólares actuales).
También desde la clase política en su conjunto se ha insistido en un fuerte discurso anti trabajador, que ya lleva algunas décadas, especialmente contra los empleados y empleadas públicos, señalándolos como “privilegiados” cuando gozan de una serie de derechos conquistados con lucha. Todo ello mientras ha aumentado la precarización laboral, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, los beneficios del Estado a todas las patronales, etc.
Con esta Reforma jubilarse va a ser cada vez más difícil y con jubilaciones de hambre, directamente. Quedamos a merced de la voracidad del capital que impone sus condiciones y las cambiará a su antojo, cuando así lo desee, tal cual ya ha ocurrido en otras instancias.
Es parte del saqueo organizado que perpetran los de arriba contra el pueblo.
Frenar esta Reforma es urgente
Es imperioso para toda la clase trabajadora y el pueblo uruguayo frenar esta Reforma. Los anarquistas de FAU estamos convencidos de que es en la calle, con pueblo organizado, con un fuerte protagonismo de los sindicatos y las organizaciones de jubilados, con las cooperativas de vivienda, con un movimiento estudiantil solidario, con las diversas organizaciones sociales de los de abajo que vamos a sufrir los efectos de tan nefasta política, que se debe frenar la misma.
No hay que esperar votos de “diputados rebeldes” o que algunas gestiones hechas en los pasillos del Parlamento den sus frutos. Los votos para que se apruebe esta ley anti obrera y anti popular están. Lo van a hacer. Y lo van a hacer porque el pueblo organizado no ha expresado fuertemente su rechazo en las calles. Porque “la cosa está quieta”, como se dice habitualmente.
Romper la quietud, tomar las calles, darle la centralidad al tema que se merece, para empezar. Profundizar medidas de lucha, elaborar un plan para enfrentar esta Reforma que permita derribarla. Y es ahora.
No podemos esperar al 2024, a las elecciones, a los cálculos politiqueros y electoreros de unos cuantos que buscan renovar su banca, o ver si llegan al gobierno. Ello exige compromisos con los dueños del país y con organismos financieros internacionales. Quince años de progresismo no tocaron un ápice la Caja Militar, no aumentaron los aportes patronales ni tampoco la carga impositiva al gran capital. ¿Por qué lo harían ahora? Justo cuando esta “segunda ola” de gobiernos progresistas en la región es más liviana, más suave que la anterior.
El descontento y rechazo a la Reforma es alto entre la población. Es una neta medida anti popular. Ese rechazo debe tener expresión concreta en la movilización, la lucha y en el avance organizativo del pueblo. Debe ser enfrentada con todas las fuerzas populares en la calle con decisión y firmeza.
CONTRA LA AVANZADA NEOLIBERAL, ¡¡¡RESISTENCIA!!!
ABAJO LA REFORMA DE LA SEGURIDAD SOCIAL
POR LA CONSTRUCCIÓN DE UN PUEBLO FUERTE
¡¡¡ARRIBA LOS Y LAS QUE LUCHAN!!!
FEDERACIÓN ANARQUISTA URUGUAYA