Francia vive horas de lucha muy importantes. El pueblo francés se ha levantado, como tantas otras veces en tiempos recientes, para poner freno al avance neoliberal. En esta ocasión, un movimiento inédito como los «chalecos amarillos», surgido a raíz del aumento de los combustibles y su impacto en áreas rurales y periféricas de las ciudades, movilizó a cientos de miles de personas hace ya un mes, bloqueando rutas y desarrollando acciones a lo largo y ancho del país. Crecieron las convocatorias y las movilizaciones más visibles se han dado en París, los días sábados, afectando los circuitos turísticos y registrándose gran cantidad de enfrentamientos con la policía.
Es que la represión ha sido la única respuesta del gobierno de Macron. Votado por muchos ciudadanos como un «mal menor» ante el avance del Frente Nacional de Marine Le Pen , es el representante directo del gran capital financiero; es más, el propio Macron directamente pertenece a ese circuito. Y una vez encaramado en el gobierno, ha lanzado una nueva ola de avance neoliberal con privatizaciones, rebajas de derechos y aumentos de impuestos para los de abajo pero con un exponencial aumento de las ganancias de los ricos.
Este movimiento es la expresión de la bronca y el malestar que siente la población ante medidas de este tipo, ante la desestructuración de los sistemas de salud y educación, los servicios sociales y municipales, el cierre de fábricas, el desempleo y la crisis, mientras el capital trasnacional arrasa con toda su voracidad y va por apropiarse de todo lo que es de uso y beneficio social.
En un primer momento, la principal central sindical francesa -CGT- y el partido de «La Francia Insumisa» de Mélenchon miraron con cierto recelo el movimiento, mientras la extrema derecha liderada por Le Pen intentaba capitalizar el mismo. Con la activa participación de los sindicatos SUD y varios secciones combativas de CGT y de otras centrales sindicales, y junto a la irrupción de la lucha estudiantil, el movimiento cobró una nítida dimensión popular y crítica del gobierno y de aspectos cruciales del sistema. Los reclamos volcados en las movilizaciones y la plataforma de lucha se amplió hasta incluir aumentar fuertemente el impuesto a la riqueza, políticas de promoción industrial y generación de empleo y distribución de la riqueza.
Ello modificó la actitud de la CGT, que junto a las restantes centrales sindicales convocaron a un paro general el 14 de diciembre. Por su parte, Mélenchon está preocupado por captar votos de estas movilizaciones hacia su partido en las próximas elecciones y su propuesta es bajar los decibeles a la lucha y canalizarla por vías institucionales. Pero ello no parece fácil, porque el movimiento tiene múltiples portavoces y diversos matices que lo enriquecen, y ello es justamente, lo que se verifica en los diversos piquetes y manifestaciones.
Pero este movimiento netamente popular que se ha masificado y ha sostenido un nivel importante de movilizaciones, contagiándose a otras regiones de Europa como Bélgica, pero con posibilidades de extender esa rebeldía a otras partes del continente y tal vez, más allá. Llama la atención su extensión a lo largo de todo el territorio francés, en las circunvalaciones y cruces de rutas, donde realmente el pueblo ocupa el espacio público y toma el control de la circulación. En esta unión de un movimiento novedoso con el movimiento sindical, estudiantil y popular en general, hay una sólida base para la construcción de una alternativa popular, articulando a diversos actores sociales desde abajo, como decimos nosotros, la construcción de un Frente de Clases Oprimidas avanzando en la construcción y desarrollo de Poder Popular.
La represión se ha cobrado una muerte en Marsella, miles son los detenidos, lastimados y que han sufrido las consecuencias de la represión. Exigimos el fin de la política represiva y la libertad para todos los compañeros detenidos y que sean atendidas las demandas populares.
Cabe aclarar que la política represiva se da a lo largo de toda Europa; ajuste, austeridad y represión es la tríada que los gobiernos de la Unión Europea aplican a sus pueblos. Ya vimos el caso de Grecia. Está a la vista la política migratoria de fuerte carácter racista. Justamente en Grecia, el 18 de diciembre fue procesada a 17 meses -aunque sin prisión- la compañera Lola Gutiérrez, por ayudar a un joven kurdo de 18 años a reencontrarse con su familia, ingresando a Europa. Esa es la «Europa fortaleza», la Europa que castiga la solidaridad.
El pueblo francés está dando una lección ejemplar. Nuestros compañeros y compañeras de Alternativa Libertaria y de CGA -que se hallan transitando un proceso de unión de las dos organizaciones-, están insertos en todas las movilizaciones y organizaciones populares, con un buen nivel de participación e incidencia organizativa, practicando una metodología de acción directa, forjando el protagonismo del pueblo e impulsando la autogestión. Al anarquismo organizado tiene mucho para decir y aportar en una coyuntura como la que vive Francia.
Desde ya todo nuestro apoyo a nuestros hermanos de ambas organizaciones y al pueblo francés, que nuevamente brinda a los pueblos del mundo una experiencia de lucha, que ya es patrimonio de la historia de los y las de abajo.
¡VIVA LA LUCHA DEL PUEBLO FRANCÉS!
¡POR LA CONSTRUCCIÓN DE PODER POPULAR!
¡ARRIBA LOS QUE LUCHAN!
FEDERACIÓN ANARQUISTA URUGUAYA (FAU)
EMBAT- ORGANITZACIÓ LLIBERTARIÀ DE CATALUNYA
FEDERACIÓN ANARQUISTA DE ROSARIO (ARGENTINA) (FAR)
COORDENAÇAO ANARQUISTA BRASILERA (CAB)
ALTERNATIVA LIBERTARIA /FDCA (ITALIA)
ORGANIZACIÓN SOCIALISTA LIBERTARIA – OSL (SUIZA)
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