Salud compañeros y compañeras.
Los Mártires de Chicago, otro 1º de Mayo recordándolos. Siempre estarán entre nosotros, por lo que representan, por lo que sugieren, por lo que simbolizan. Porque mientras haya un sistema miserable y asesino como el capitalista el mensaje que nos legaron estará ahí señalando un camino. Claro que los tiempos cambian, claro que sí. Pero la crueldad y rapacidad del núcleo duro del sistema está ahí como si nada. En su desarrollo y sus cambios ha ido creciendo su ferocidad. Su desprecio, su opresión, su explotación, hacia los de abajo.
Aquel país capitalista dispuesto a todo para defender y ampliar los intereses de los de arriba, aquel que asesinara a los Mártires y tanto pueblo con anhelos de justicia y libertad, en aquel momento histórico aspiraba a liderar a nivel mundo el sistema capitalista es hoy el asesino consumado de los de abajo, es el imperialismo yanqui que no descansa en su brutal labor de exterminio de posibilidades de autonomía y lineamientos propios de los pueblos del mundo.
Es ese EE.UU. imperialista que tanto posmoderno de distintas tiendas políticas hoy lo referencian con cuidado y delicadeza, ocultando su verdadero nombre y apellido. Más aún, cuando está en plena tarea de desestabilización y asesinato de otros países y pueblos, todo ello en función de sus puros intereses estratégicos, es decir de los de arriba, se lo menciona en oportunidades como que puede haber ahí una defensa de la democracia, los DD.HH. y enfrentamiento a la barbarie terrorista. No da para confundir ni un poquito, como bien dice Chomsky, EE.UU. es el primer terrorista del mundo.
Quedó sólo como dueño de la cancha grande durante este tiempo, después de la implosión de aquel engendro que a nombre del socialismo real construyó un capitalismo de estado que al mismo tiempo establecía relaciones imperiales con diversos países. Quedó solo por este tiempo en el que se fue construyendo una nueva unipolaridad mundial, eso que algunos llamaron nuevo orden mundial. Ya sin disputa estratégica a nivel mundial se desplegó cuan ancho y puro es. Pura crueldad, rapacidad y cinismo. Con inagotable capacidad para sembrar miseria para los de abajo.
¿Queremos decir con esto que no hay otros infames baños de sangre que provienen de otras fuerzas políticas, otros estados, con sus particulares proyectos de poder?
No, nada de eso. Hay monstruosidades realizadas por aquí y por allá.
Pero hay una monstruosidad sistemática, organizada, planificada, de quien detenta la hegemonía en el sistema mundo actual y que no tiene límites cuando se trata de mantener esa hegemonía o ampliarla.
Este hegemónico imperio, este EE.UU. fue, cuando todavía era chico, quien asesino a nuestros Mártires obreros y más adelante a Sacco y Vanzetti. Era desde chico un capitalismo como la gente, un auténtico capitalista, tenía los elementos constitutivos que corresponden a tal bestia.
También es cierto que la cosa no le resulta matemática y que los resultados no son exactos y fatales en función de los planes y estrategia que elabora. Dos por tres el tiro le sale por la culata y los fenómenos sociales que desencadena o el resultado final no es ni beneficioso ni el esperado por él. No es sólo Vietman, ha sido también en Afganistan, Irak, Siria por solo mencionar algunos casos. Y al mismo tiempo tampoco han logrado la pasividad y resignación de los pueblos sumergidos en la miseria o transitando hacia ella. Se han topado con el factor, resistencia, descontento, indignación, rebeldía, lucha, que ha estado presente en distintos momentos y ante diferentes acontecimientos.
El intento de disciplinamiento de nuestros pueblos latinoamericanos fue hecho a sangre y fuego en toda una larga historia. Fue el arma preferida, no la única, de colonialistas e imperialistas. Y hoy combinan el control social, con su informática como arma de primer orden, con baños de sangre. Están acostumbrados y articulan estos elementos con suma facilidad. Se legitiman con discursos de fines que llaman “trascendentes”.
Más de un teórico o analista nos dice: “es este otro momento histórico”, y sí, tienen razón, esto no puede negarse. Las problemáticas de hoy no son exactamente las mismas de ayer, un poco retocadas. Aunque muchas coinciden, se desarrollan en situaciones y dimensiones nuevas, con aristas e interconexiones no solamente nuevas, sino anteriormente desconocidas o no fáciles de imaginar.
Pero esto no quiere decir que no haya líneas generales de control y dominio de países y pueblos por parte del poder imperial. Que varíen sus tácticas y algunos procedimientos, que tengan facciones internas enfrentadas, no hacen al tema de fondo.
Se analiza también que este un momento en que se encuentra algo debilitado.
Sí, por ejemplo, la riqueza y control directo de EE.UU. de la segunda guerra mundial a hoy ha disminuido. Tenía en el año 45 el 50% y hoy el 25%. Y además ha fracasado en más de una de sus incursiones asesinas. Las condiciones de vida de importantes sectores de población se han deteriorado y han surgido en varios estados fuertes expresiones de resistencia.
Sin duda es cierto que en estas últimas décadas, en el interior del sistema mundo, ha habido luchas, confrontaciones, guerras parciales, destrucción de países, invasiones, masacres, dictaduras, emergencias de nuevas fuerzas políticas, levantamientos de pueblos, desarrollos tecnológicos tremendos. Elementos ellos que generaron nuevas situaciones coyunturales y configuraron nuevas realidades.
Sólo de paso mencionaremos algunos: los episodios trágicos y salientes como la invasión a Afganistán, a Irak, la masacre del pueblo Palestino, lo de Libia o lo de Siria que aún continúa, la aparición, apañada por efectos y apoyo varios, del sangriento Estado Islámico. Lo más reciente de Ucrania y la lucha de los Kurdos. Las diferencias internas intercapitalistas como la del derechista Estado de Israel que quiere más garrote para Irán y en general para parte del mundo árabe. Lo que ha pasado hace poco en Yemen. El avance acelerado de la informática, el destrozo de la naturaleza.
También está lo ocurrido social, económica y políticamente en países europeos. Por ejemplo, lo último relacionado con Grecia y España que después de aquellos grandes movimientos de pueblos en la calle aparecen propuestas que finalmente hay quienes canalizan hacia la vía electoral. Esto en medio de esos planes llamados de “austeridad” que significa más quites para los de abajo que ya viven una situación rayana en la miseria. Situaciones que llenan de incertidumbre a la Unión Europea.
En el marco de todo esto sigue el juego geo-político y estratégico del imperio yanqui y sus socios europeos y la OTAN. Siguen con su modelo de “desarrollo” que implica la destrucción creciente de la naturaleza, el agotamiento de recursos naturales, y humanamente el aumento tremendo de la llamada “población sobrante”. Crece el papel actual de las trasnacionales, de los dueños de la guerra, el extractivismo, el poderío del capital financiero.
Y aparece el avance de China e India emergiendo como fuerza mundial y disputando algo de hegemonía al imperio de turno.
En este marco de ciertos enfrentamientos de intereses, de busca de grados de autonomía aún dentro del mismo sistema está también el agrupamiento BRIC (India, Brasil, China y Rusia). Y en nuestra zona latinoamericana el Mercosur, el Alba, la Celac.
¿Es este todo un conjunto que nos dice cuál es el momento que vivimos y también como debemos reacomodar nuestra mirada y nuestra propuesta coyuntural? De acuerdo. No es con mirada vieja y desconociendo cambios que podemos hacer más efectiva nuestra operatividad social-política.
Sí, es otro momento histórico, pero hay constantes que mantienen su semejanza. Y esto para nada puede ser soslayado. El capitalismo como sistema mundo, el imperialismo como política de los poderosos, mantiene su núcleo duro por más que su ropaje exterior varíe y desenvuelva su acción en otras condiciones sociales. Estos cambios políticos no habilitan una mirada distinta para lo que hay en el fondo del asunto. Si acaso los aconteceres han ido despejando el camino, haciendo más claro que nunca el carácter fundamental de la clase enemiga que está enfrente así como la ruta a tomar para no quedar metido en ese su remolino envolvente. Y recalcamos clase, pues por más que haya configuraciones complejas y la clase de los de abajo pueda conformarse con la singularidad de este tiempo, lo que sigue habiendo finalmente es una lucha a muerte entre clases, la de los oprimidos y la clase de los poderosos.
Reiteramos hay análisis sobre grados de agotamiento sistémico y de debilitamiento de EE.UU. Temas que ha convocado a fuertes debates y que importan. Pues si, parece, que ni el sistema ni el imperio mayor la tienen fácil en estos últimos tiempos.
Pero lo que hoy, en este discurso, es de nuestra preferencia y prioridad es la política imperial para nuestra área ahora, su espectro de métodos y su grado y formas de penetración.
Se analizan situaciones que ocurrieron en los hechos. Por ejemplo que el imperio yanqui estuvo ocupado durante esta última década preferentemente en otras zonas, con la facción guerrerista al frente, en función de su estrategia de gendarme del mundo y vinculada a poder disponer de las riquezas y poder que estima deben estar al alcance de su mano. Se establece que sus prioridades estavieron en otra parte: Oriente Medio, el sur de Asia y el norte de África.
Que es en este periodo que coincide con la llegada de Obama que trata de retomar con más dedicación la política de asegurar su llamado “patio trasero”. Parece que hay bastante verdad en esto. Y, sin duda, es algo de efectos importantes.
El reciente mensaje de Obama fue claro, en referencia al derecho de EE.UU. de actuar en cualquier lugar del mundo nos dice: “Lo que hace diferente a Estados Unidos, lo que lo hace excepcional, es que estamos dedicados a actuar, con humildad, pero con decisión, cuando detectamos violaciones en alguna parte”. Entendiendo por supuesto violaciones el no acatamiento a las órdenes emitidas por EE.UU. en función de sus particulares intereses, que más bien debemos decir de los intereses de ese puñado de particulares que tienen el real poder. Tan es así que EE.UU. y sus aliados cercanos no deben rendir cuentas, como otros sí tuvieron que hacerlo, por sus masacres o asesinatos en masa realizadas en variados países.
Nos afirman voces representativas del imperio que: “Durante casi siete décadas, Estados Unidos ha sido el sostén de la seguridad global”. Y para quienes sacan a relucir el registro histórico de esa seguridad, por ejemplo, el hecho de que durante siete décadas Estados Unidos ha encabezado al mundo en agresión y subversión, derrocando gobiernos electos e imponiendo despiadadas dictaduras, apoyando crímenes horrendos, socavando acuerdos internacionales y dejando estelas de sangre, destrucción y miseria. Se les responde que eso es menor frente al “propósito trascendente” que lleva adelante.
Propósitos trascendentes dentro de los que se encuentran lo que ellos entienden por democracia y estabilidad. Pues no les interesa realmente a esta altura ni siquiera la democracia burguesa y entienden que atentan contra la estabilidad quienes son reacios o se niegan a aceptar sus órdenes.
Un conocido analista liberal de política exterior, James Chace, antiguo editor de Foreign Affairs escribió sobre el derrocamiento del régimen de Salvador Allende y la imposición de la dictadura de Augusto Pinochet en 1973, dijo: teníamos que “desestabilizar” Chile en aras a la “estabilidad”. Sin comentario.
Repasemos algunas de las performances del imperio por aquí. Simplemente para no olvidar ya que han aparecido amnésicos. No hace mucho tiempo tenemos lo ocurrido en América Central, donde Estados Unidos financió, armó y entrenó escuadrones de la muerte en Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras para acabar con los movimientos populares y las insurgencias armadas, causando más de 310.000 muertos.
Y nuestra trágica experiencia en América del Sur: la CIA y el Pentágono apoyaron golpes de Estado en Uruguay, Chile, Argentina, Bolivia y Perú. Y las invasiones militares directas: la isla de Granada (1983) y Panamá (1989).
Y vienen por más de esa su cínica estabilidad y democracia a esta nuestra área que descuidaron un poco en su rauda tarea de destruir y masacrar pueblos en otros continentes en estos últimos años.
Y para desestabilizar para crear su estabilidad han practicado y lo sigue haciendo todo un abanico de siniestras tácticas. Ellas comprenden aprovechar y proyectar en determinado sentido legítimos descontentos que puede haber en diferentes países. Sus tácticas están presentes hoy, de manera saliente, en Venezuela, Argentina, Brasil. Hemos dicho saliente, esto no quiere decir que en otra escala no estén sembrando en otros países sus dosis para la mencionada estabilidad y democracia. Demás está decirlo de nuestra parte esto no implica que insinuamos que hay procesos socialistas o algo semejante en estos países mencionados.
Pero hoy como siempre es imprescindible la firmeza de una posición antimperialista y jugada por la autodeterminación de los pueblos. Nunca se puede decir: No tengo elementos para decir que el imperio es imperio. Si esto no fuera tan inmundamente claudicante se podría catalogar de infantil cinismo.
Sí, el imperialismo vive y mata. Ucrania, kurdistan, Yemen
Tenemos acontecimientos internacionales actuales que no podemos pasar por alto. Tienen mucho de la problemática de este tiempo y otras que lo son tanto. La relación con nuestro contexto específico es, llamémoslo, indirecta. Pero relación al fin.
Estas luchas sociales arrojan efectos de particular interés. Combates de pueblos que se realizan en el marco de una telaraña compleja de factores. Tal el caso de Ucrania y Kurdistan. Hay factores geo-políticos de enfrentamientos intercapitalista en clave imperialista pero al mismo tiempo, de manera gravitante y por momento determinante están los levantamientos o la lucha armada de pueblos. Tal es el caso del Este en Ucrania y sus repúblicas populares o el caso singularmente importante del Kurdistan, su Confederalismo democrático defendido con armas en la mano o lo ocurrido hace poco en Yemen. Son procesos complejos que por momento nos resultan de difícil comprensión y hasta una maraña en materia de estrategia en juego. Pero interesan y es parte de la visión general necesaria. Vale el esfuerzo aunque los resultados sean modestos.
Por razones de espacio, baa de tiempo, nos limitaremos a comentar brevemente lo de Yemen y Kurdistan.
Los huties finalmente detuvieron el 20 de enero al presidente Al-Hadi y ocuparon el palacio presidencial y otros edificios del gobierno yemenita. Con apoyo popular, un poco más de dos semanas después, los huties formaron formalmente un gobierno transicional yemení el 6 de febrero. Al-Hadi fue obligado a renunciar. Los huties declararon el 26 de febrero que Al-Hadi, EE.UU., y Arabia Saudí estaban planificando la devastación de Yemen.
La renuncia de Al-Hadi fue un revés para la política exterior de EE.UU. Llevó a una retirada militar y operacional de la CIA y del Pentágono, que fueron obligados a retirar personal militar y agentes de inteligencia de Yemen. Los Angeles Times informó el 25 de marzo, citando a funcionarios estadounidenses, que los huties habían capturado numerosos documentos secretos cuando ocuparon el Buró de Seguridad Nacional yemení, que trabajaba en estrecha colaboración con la CIA, lo que afectó las operaciones de Washington en Yemen.
Están claro algunos de los objetivos geoestratégicos de EE.UU. y de los saudíes tras la guerra en Yemen.
Mientras la Casa de Saud ha considerado hace tiempo Yemen una especie de provincia subordinada y parte de la esfera de influencia de Riad, EE.UU. quiere asegurarse de poder controlar el Bab Al-Mandeb, el Golfo de Adén, y las islas Socotra. El Bab Al-Mandeb es un importante punto crítico para el comercio marítimo internacional y los embarques de energía que conecta el Golfo Pérsico a través del Océano Índico con el Mar Mediterráneo a través del Mar Rojo. Es tan importante como el Canal de Suez para las vías de transporte marítimo y el comercio entre África, Asia y Europa.
Israel también estaba preocupado, porque el control de Yemen podría cortar el acceso de Israel al Océano Índico a través del Mar Rojo e impedir que sus submarinos llegaran fácilmente al Golfo Pérsico para amenazar Irán.
Algo sobre el Kurdistan y las luchas sostenidas actualmente.
Por diferentes vías fue apareciendo de manera sostenida información sobre lo que estaba ocurriendo en torno a la lucha de un pueblo que con armas en la mano se planteaba soluciones de fondo a su problemática.
Lo que pretendemos hacer es sólo una referencia general sobre tan interesante tema que está muy referenciado hoy día. Demás está decir que es una problemática compuesta por relaciones y combinaciones sociales, políticas, estratégicas y teórica que se encuentra inserta en una región convulsa y en contexto político-social que nada fácil resulta ubicar visto desde este lado. Lejos, entonces, de nuestra parte intentar hacer cualquier traslado automático de su dinámica, planteos específicos y acción cotidiana. Asumimos la complejidad y al mismo tiempo la disposición a recoger toda la riqueza social que contiene esta lucha.
Sin poder hacer aquí algo de historia tomamos solo el hecho de cómo se encuentra regionalmente el pueblo kurdo.
Quedó repartido el Kurdistán en cuatro partes. El oriental para Irán, el sur para Irak, la parte sudoccidental para Siria, y el medio y noroeste del Kurdistán, la mayor parte que cubre 250,000 km2, para Turquía.
En todo este tiempo el estado turco, sobre su parte en el Kurdistan, ha mantenido una represión constante y brutal que llegaba hasta la prohibición de hablar el propio idioma. La población fue respondiendo con lucha decidida. Fue una resistencia sostenida y que, en algunos lugares, abarcó todos los terrenos. Así estuvo presente la lucha armada como defensa y como parte fuerte de un programa político que se iba desarrollando.
Aquí nos referiremos especialmente al PKK. En 1973 es fundado el PKK Partido de los Trabajadores del Kurdistan. Con claro liderazgo desde sus inicios de Abdullah Ocalan.
En el correr de la lucha y los problemas que se le iban presentando el PKK, fue construyendo y reconstruyendo herramientas teórico-políticas. En el plano teórico y en prácticas que se desarrollaban comenzó a tener mayor presencia las fuentes provenientes del anarquismo. El marco y el encuadre general era el de liberación y emancipación, pero no en un sentido nacionalista clásico sino socialista. No cambió la apuesta buscando las estrategias electorales y de pacto con el sistema que varios movimientos políticos y guerrilleros han escogido.
La búsqueda de las herramientas que le permitiera elaborar propuesta política para esa su realidad específica lo fue llevando de la mano a los textos de Bookchin a lecturas de Kropotkin y al mundo de sugerencias de organización social que de ahí surgen. El empoderamiento del pueblo y un funcionamiento social sin estado fueron ideas guias para irse planteando instituciones que organizaban el conjunto de la vida social. Sería la municipalización de la economía con autogestión obrera con participación activa del conjunto social en la planificación.
Dentro de la resistencia de las fuerzas de combate del pueblo Kurdo, aparece para ese contexto cultural algo original, la participación igualitaria de mujeres que dan combate tanto como los hombres. Porque allí es clave la emancipación especialmente de la mujer con toda la representación que en ese contexto representa. Es parte fundamental del proceso de empoderamiento.
Hace un tiempo que venimos planteando desde FAU el poder popular, la construcción de ese conjunto de relaciones e instituciones nuevas desde abajo, desde el conjunto de las clases oprimidas. Esa acumulación en prácticas sostenidas en el tiempo con soldiaridad, igualdad, participación, apoyo mutuo, autogestión obrera-popular. Una acumulación que pueda sobreponerse y desplazar al orden impuesto por las clases dominantes.
Como internacionalista y que al mismo tiempo mucho estimamos lo específico de la lucha y propuesta de parte del pueblo kurdo así como el enfrentamiento crudo realizado en Kobane no podemos menos que sentir sentimental y políticamente cerca su combate lleno de decisión y convicción.
Pero, está clara al mismo tiempo la diferencia de contextos. La diversidad de elementos que allí están en juego para gobiernos reaccionarios e imperialismo, zurcen allí una trama que requiere lecturas a varias puntas. Esto, no hay duda, excluye esquemones e ingenuidades.
Junto a ellos, entonces en ese esfuerzo por la construcción de mecanismos de poder popular asentados en un pueblo fuerte.
Compañeros kurdos, nuestra profunda solidaridad con ese proceso y ese combate por igualdad, socialismo y libertad.
Regresando a nuestra área.
Los tiempos que corren y los progresismos en A.L.
Hemos leído en estos días más de un análisis sobre las perspectivas inmediatas que hay referidas a América Latina y unido a ello el destino que en un mediano plazo correrían los gobiernos llamados progresistas. Por un lado resaltan los efectos perdurables de la designada como crisis financiera de 2007-2008
Nos dicen que la economía mundial sigue creciendo con tasas medias relativamente bajas, también que las desigualdades sociales continúan agrandándose y que la destrucción del medio ambiente marcha a pasos agigantados.
Que la demanda general y la de china se reducen en materia de compras de materias primas y que hay exceso de oferta de algunas productos. Desaceleración es la palabra preferida y apuntan a que todo esto le planteará situaciones muy delicadas a más de un país de los llamados emergentes. En esa bolsa estamos nosotros como latinoamericanos y en tal marco los gobiernos designados como progresistas.
Se añade que agregará lo suyo la volatilidad del dólar y el previsible primer aumento en siete años de los tipos de interés por parte de EE UU.
Se evalúa que el marco puede favorecer negociaciones a favor de acuerdos de libre comercio con beneficio para gobiernos y transnacionales de países poderosos, para nuestra área especialmente de EE.UU.
Hasta el momento siguen predominando en América Latina, los gobiernos llamados progresistas. Elegidos ellos electoralmente y dentro de los cuales se encuentran lo que se ha designado regularmente como las fuerzas de izquierda. Aunque algunos ya ni retóricamente aceptan esta definición, tal el caso Tabaré Vázquez por aquí.
Estos gobiernos, por algunos mencionados como democrático-populares, componen una variedad de posturas y concepciones, y en teoría sus discursos hablan de proyectos que apuntan a mejorar las condiciones del pueblo menos pudiente. Vale decir, que dentro del modelo global neoliberal del sistema nos estarían diciendo que ellos harían parches con cosas del Estado de Bienestar o de tipo neodesarrollista.
Las cifras indican que hoy el 54% de la población latinoamericana vive en países regidos por estos gobiernos progresistas. Es un hecho inédito en la historia del continente. El otro 46%, unos 259 millones de personas, vive bajo gobiernos de derecha más clásicos, más abiertamente aliados a Estados Unidos y con discursos donde la situación del pueblo pobre está bastante ausente. Salvo periodos electorales.
Desde un punto de vista histórico, es la primera vez que tantos gobiernos del continente se mantienen algo independientes de las órdenes directas de la Casa Blanca. Y también es la primera vez que se crean articulaciones continentales y regionales (ALBA, CELAC, UNASUR, etc.) sin la presencia de Estados Unidos. Esto se ha visto como el logro de una reducción coyuntural de la influencia imperialista en América Latina.
Pero, si bien los datos a secas dan un determinado panorama, que refleja parte de la realidad, sin embargo el imperialismo no está distante ni los grados de autonomía son tan trascendentes. En este momento otra forma de penetración imperialista prevalece en América Latina: la dominación del capital financiero, las grandes trasnacionales, centrado esto en la reproducción y concentración del gran capital, que se basa en el poder de sus países de origen para promover, desde los países de acogida, la exportación de capitales, bienes y tecnologías, y apropiarse de las riquezas naturales y el valor agregado.
Por razones tácticas y operativas hubo en lugares de nuestra zona, no en todos lados, un cambio de la intervención política abierta por otra que pone a la económica dando cara y cumpliendo otros roles. Apoyada fuertemente tal política por poderosos medios de comunicación que forman opinión fuerte, sutil y agresiva al mismo tiempo, en favor de los poderosos.
Tenemos, entonces, que finalmente la fuerza de penetración y obtención de grandes ganancias de potencias imperiales como EE.UU. y Europa no se redujo con los gobiernos progresistas, a pesar de algunas medidas adoptadas en lo político y económico. El avance en la implementación de políticas públicas favorables a los más pobres fue moderada y procurando no tocar nada estructural. Apenas un prudente cuidado del apoyo popular para traducirlo oportunamente en votos.
Los gobiernos progresistas no son algo homogéneo, eso está claro. Hay matices entre ellos, por momentos matices importantes. Abarcarían un heterogéneo espectro que va desde los gobiernos “progresistas” del Cono Sur (Argentina, Brasil, Uruguay, Chile) que dicen solucionarán problemas de justicia social construyendo un “capitalismo serio y racional”. Otro discurso tiene el chavismo y su original experiencia de poder popular desde arriba, el gobierno de los movimientos sociales de Evo Morales y la “revolución ciudadana” de Rafael Correa. Estos hablan más de antimperialismo, de más autonomía y de nacionalizar algunos bienes. De lo que no quedan dudas es que no estamos ante proceso socialista alguno en ningún lugar. Tampoco de orientaciones consecuentes hacia empoderamientos de los pueblos.
Recordemos de paso como llegaron al Estado capitalista estos gobiernos llamados progresistas, o de democracias populares. Llegaron en ancas de fuertes descontentos populares.
Está fresca aún la siembra despiadada de miseria que diseminó en el mundo el modelo llamado neoliberal. El mundo obrero-popular, el de los de abajo, fue azotado brutalmente. Se sabe, ni la sensibilidad ni la ética son elementos constitutivos del sistema capitalista. Si de ganancia y poder se trata los pobres no cuentan.
Pero, no nos engañemos, ese modelo neoliberal no es algo pasajero, lo fundamental de él, es el rostro que el capitalismo tiene en esta etapa histórica. Esta configuración bestial es fruto de su natural desarrollo y seguramente, en tal sentido, tiene más para dar. Si lo dejan. Si lo dejamos.
Pero masacrados, pisoteados, hambreados, despreciados, los pueblos no cesaron de masticar descontento y bronca y ofrecer distintos grados de resistencia. No se quedaron quietos en estado de servidumbre y esperando compasión.
Con toda la confusión que se quiera, sin idealizar nada, pero distintas fuerzas sociales en distintos lugares se fueron movilizando ante el monstruo que no dejaba salida decente y que ni siquiera se preocupaba demasiado por disimularlo
Están por ejemplo esas grandes movilizaciones iniciales contra la guerra en
Irak, la guerra de guerrillas que pegaba duro todos los días al Imperio en el mismo Irak.
La que también se mantenía en nuestro territorio.
Los pueblos volteando gobiernos como en Brasil, como en Ecuador, Perú, Argentina y Bolivia. El Caracazo y después impidiendo el golpe de estado en Venezuela.
Nunca fuimos partidarios de “tanto peor, tanto mejor”. Partidarios sí de proyectar las reivindicaciones del día a día hacia un futuro de ruptura. Por eso estuvimos con la lucha de distintos países de América Latina donde los pueblos ganaron la calle y combatieron para arrancar mejoras, frenar la barbarie y crear perspectivas en pos de cambiar la situación y para procesar otra forma de vivir.
Indígenas, obreros, movimientos sociales diversos, demostraron que sólo en la calle con su acción directa se logran conquistas o hace que se respeten otras que están siendo pisoteadas. Es esta práctica la única que abrió una brecha, que jaqueó a los poderosos, que los contuvo y obligó a replanteos tácticos, a realizar concepciones provisorias para impedir lo peor en relación a sus intereses y estrategia general.
Algunos han afirmado que el Imperio en un momento quedó más visible en sus “intenciones” y más aislado que nunca de las grandes multitudes.
El panorama era que casi todo iba hacia reducidas elites y sus servidores directos por un lado y por otros pueblos enteros en aumento incesante de su miseria.
Ante el creciente descontento y resistencia los intermediarios que alargan de manera genuflexa el brazo del imperio, de la estructura de dominación mundial, sufren un desgaste mayor que antaño. Su tarea se adecua entonces, es ahora la de encauzar esos descontentos, contener explosiones sociales y regresar a los circuitos estranguladores los levantamientos o peleas populares que hagan peligrar la continuidad de lo existente. En esa tarea, con adecuaciones y distintos planteos, se ponen rápido en actividad los partidos políticos tradicionales, los tipo socialdemócratas y nuevos partidos que fueron surgiendo o tomando fuerza en tal coyuntura. Diciendo algunos de ellos que tomaban las banderas del reclamo popular.
Y así, entonces llegaron nuevos surfistas. Muchos eran de esos políticos que se encarnan en la cresta de la ola, que “cabalgan en su borde más espumoso confiando en que pierda fuerza” y que vuelva después todo a la tranquila arena de las reglas de juego del sistema.
Hubo finalmente apoyo popular, a través de votos y hasta con algunas expectativas para estos partidos progresistas que así pronto se transformaron en gobierno. El rechazo a la política hambreadora y al imperialismo fue canalizado por esta vía. Cabe preguntarse a esta altura: ¿En qué estado están hoy esas expectativas populares? ¿Se han transformado en un desganado “mal menor” o algo parecido? ¿O en determinados planos ya tampoco se perciben la mayoría de esos partidos como un mal menor?
Claro está, para quien creía, si ya siente que se le agotó la expectativa es otro el camino a recorrer. Es de esperar que venga esa búsqueda, es tiempo ya. Y nuestra confianza de siempre en los pueblos.
Ha sido evidente, casi todos los gobiernos democrático-populares no se atrevieron a promover cambios estructurales de alguna importancia, permanecieron en los marcos institucionales de los gobiernos neoliberales que los antecedieron. No han tenido siquiera una política reformista fuerte, tipo reforma agraria, nacionalización de la banca etc. Han atendido sí, de manera básica, aspectos sociales como la reducción de la pobreza y hasta cierto punto la extrema desigualdad social. Decimos casi todos ya que otros realizaron algunas nacionalizaciones que produjeron la ira del imperio y de sus trasnacionales.
Pese a todo, estas fuerzas en América Latina siguen centrando su acción en el acceso al Estado. Casi insinuando que este Estado es neutro, que no es la expresión política de un sistema, de que no es una parte articulada de él. Tratan y conciben su hacer político solo desde arriba y en el marco institucional consagrado.
Con esa ilusión retorcidamente integradora tratan de que sectores populares, sindicatos, también los designados como marginados y excluidos se incorporen a diversos y tramposos mecanismo institucionales. Vale decir, sindicatos obreros, movimientos indígenas, movimientos sociales, sin tierra, sin techo, mujeres, recolectores de materiales reciclables, expresiones culturales varias etc.
Mientras la clase dominante mantiene su poder, los administradores e inquilinos sin contrato del Estado mejoran su funcionamiento, por momentos, como en Uruguay tecnifican al máximo los aparatos represivos, y si acaso mientras van haciendo aquello que aún se admite, a veces sin muchas ganas, eso que no representa ni siquiera una reforma, apenas mejorías provisorias cuya duración está en el aire. La autonomía de la esfera política, el Estado, en relación con la económica, ideológica y jurídica es siempre limitada. El estado es parte de una unidad sistémica que no se desarticula con retórica ni discursos etéreos.
El gran peligro en todo esto es fortalecer, en el imaginario social, la idea de que el capitalismo es inmortal (el fin de la historia que proclamó Francis Fukuyama), y que fuera de él no puede haber vida social. Esto significa demonizar y excluir, incluso por la fuerza, a todos aquellos que no aceptan esta mentira cruel presentada como verdad indiscutible. Lo que la cuestionan pueden ser considerados terroristas, enemigos de la democracia, subversivos, violentos o fundamentalistas.
Esta lógica se ve reforzada cuando, en las campañas electorales, los candidatos progresistas se congratulan, enfáticamente, de la confianza del mercado, de la atracción de las inversiones extranjeras, de la garantía que ofrecen de que los empresarios y banqueros tendrán mayores ganancias.
En suma, la mayoría de los gobiernos progresistas, se han orientado a aprovechar las ventajas de la «globalización» y su crisis para exportar commodities y recursos naturales. En medio de una retórica, casi siempre demagógica, que episódicamente menciona algún elemento ideológico de un pasado algo izquierdista. No intentan prescindir del capital transnacional que les asegura apoyo financiero, nueva tecnología, mercados, tampoco prescinden de contratos e instalación con poderosas trasnacionales.
Y en tal marco está, entonces, ese Estado, hoy administrado por progresistas, participando como fuerte inversor de los intereses del capital privado, ya sea facilitando el crédito, mediante la exención de impuestos y la adopción de asociaciones público-privadas. Este es el modelo dominante de la acción política progresista.
Modelo, que con claridad vemos en el Cono Sur, que pretende al mismo tiempo garantizar los intereses del gran capital, brindar para ello un terreno seguro de paz social, en consecuencia dar guerra a toda práctica que llaman violenta. Así que además de cooptar, controlar, atraer a la red institucional todo lo social que se pueda se trata simultáneamente de abrir más cárceles para lo que tocan un centímetro de propiedad privada, pero especialmente criminalizar y reprimir más a los movimientos sociales resistentes.
En esta relación con multinacionales tenemos las que vienen con la guadaña extractiva. Todo este proceso exportador-extorsivo incluye recursos energéticos, hídricos, minerales y agrícolas, con la destrucción progresiva de la biodiversidad y del medio ambiente, y la entrega de tierras a los monocultivos anabolizados por agrotóxicos y transgénicos. Al mismo tiempo el Estado invierte en la construcción de grandes obras de infraestructura para promover el flujo de bienes naturales mercantilizados, cuya facturación en divisas extranjeras rara vez regresa al país.
En los últimos años se ha dado cierta tirantez y enfrentamento en la relación entre una parte de los movimientos sociales, movimientos indígenas y algunos intelectuales de izquierda, con los gobiernos como el argentino, brasileño, boliviano, ecuatoriano o nicaragüense que están en una fase extractivista. Por aquí tenemos, por ejemplo, el intento Aratiri.
El sistema capitalista y su lógica de mercado amenazan a la sociedad y la naturaleza de muerte, el sistema mundo anclado en la producción destructiva para satisfacer la voracidad creciente de ganancias de los centros del poder global del capitalismo actual, profundiza un sistema productivo-destructivo que no toma en cuenta el sistema reproductivo, es decir, no se hace cargo de las consecuencias o cargas sociales que su reproducción sistemática imponen a la sociedad y a la naturaleza. Va poniendo la situación al borde del abismo, la defensa de la vida se impone y es integral y reclama la construcción de una convivencia armónica entre sociedad y naturaleza como parte de un todo que se llama vida. Pero esto no se puede construir ni ahí en un sistema como el capitalista.
Igualmente y en otros planos tenemos que si algún gobierno progresista quisiera cambiar algo más que lo admitido, realizar simplemente reformas propiamente dichas, no les quedaría otra vía que la intensa movilización de los movimientos sociales. En este terreno no han realizado estos gobiernos una política regular y sistemática. Hubo sí, coyunturalmente en algún lugar como Venezuela y Bolivia, expresiones periódicas, puntuales, para enfrentar a esos impacientes reaccionarios que su antipueblo le sale por los poros y que están desesperados por hacerle los mandados al imperio.
No queremos simplificar al grado de decir que todos los procesos progresistas fueron iguales. Hay situaciones distintas entre ellos. Pero lo que se constata es que nada de fondo cambió pese a ciertos planteos y enfrentamientos reales que existieron. Y también de varios procesos que quedaron a mitad de camino o agarraron rumbos sin salida. Si un rumbo efectivamente antisistémico hubieran tenido esos procesos estaríamos hablando de otra y efectiva concepción de la práctica política para el cambio.
¿Después de todo este periodo, que es lo que está cambiando y que es lo que puede estar viniendo?
El sistema, en determinado terreno social, parece dar ya por superada una etapa crítica. Parece creer que el descontento peligroso ha vuelto, en lo fundamental, a su cauce. Las banderas antimperialista, popularmente tan sentidas, se han ido destiñendo con ayuda de muchos que ayer las enarbolaban.
También se hace notorio que EE.UU. considera que debe dedicar más atención y una política más férrea para su “patio trasero”. Ya parecen decir: este espectro de progresistas ya no nos sirven, y unos menos que otros. Mejor un control más directo con los fieles al mango, con aquellos que no tienen antecedentes, ni remotos, de algún desliz juvenil. Claro está que eso es la primera y sentida emoción pero puestos más en racionales no parecen descartar a los que ya están coptados para su política, tanto en lo individual como en lo grupal. Partidos percibidos ayer como algo peligrosos y que hoy les empiezan a merecer confianza. Varias de estas combinaciones puede que se vean en la vuelta en el corto o mediano plazo. El imperio piensa que ya puede sentarse a la mesa a comer con Uruguay y Brasil, por ahora prefiriendo a Uruguay más cerca. Para los que todavía están en pelea desestabilización, amenazas y ciertas medidas represivas.
El viento a favor se va terminando. Puede que más de un gobierno progresista en estos próximos años quiera quitar también parte de los 3 pesos que se estaban dando a los pobres. Buscar más el apoyo popular por el lado ideológico que él económico.
Mientras los duros y viejos partidos del sistema y el mismo imperio es posible que ya quieran quitar esos 3 pesos y más. Es que para su apoyo popular electoral se juegan fundamentalmente a los poderosos medios de comunicación y otros circuitos del sistema. Entre ellos el Banco Mundial, FMI, Banco interamericano.
La premura del imperio para el cambio de la situación política por momentos se desfaza o quiere trabajar a varias puntas sin la precisión que procura, acusa a Venezuela de ser un peligro y tiende la mano a Cuba. Es que el propio imperio tiene sus problemas internos. Algunos hablan de las fuerzas militaristas y las multinacionales como no coincidiendo en más de una oportunidad en la mejor política a seguir para el efectivo sometimiento de pueblos y utilización de sus recursos.
Por su parte las derechas y ultraderechas al servicio incondicional del sistema están impacientes y por momentos quieren ser más realistas que el rey. Sí, queremos reiterar, estos procesos no se dan de manera mecánica y exenta de contradicciones. Si no hubiera tensiones dentro de las distintas fuerzas intervinientes se podría decir que no habría historia.
En este marco tendremos, entonces, abrazos de Castro y Obama junto a intentos de desestabilización en algunos lugares y presión en aumento por distintos mecanismos del sistema para que el nivel de obediencia esté como lo desea el poder sistémico en su versión latinoamericana. Uno de los mecanismos será insistir con los tratados de Libre Comercio. Ya tienen su punta de lanza con países como Colombia, Mejico, Chile, Panamá y Perú. Sin dejar de tener presente los deseos de presidentes como Tabaré que ya estuvo en eso en su anterior periodo. O el Tisa que dejó perfilado el gobierno del Presidente Mujica. Claro está que ese proceso no será lineal ni se puede excluir de él, como dijimos, tensiones, grados de enfrentamiento y marchas y algunas contramarchas, sentimiento antimperialista existente en buena parte de nuestros pueblos. Una muestra es lo ocurrido en la reciente Cumbre de las Americas. 33 de los 35 mandatarios presentes rechazaron la imputación de Venezuela como una “amenaza a la seguridad estadounidense”. En esto estuvieron de acuerdo progresistas y gobiernos abiertamente pro EE.UU. Todos reclamaron la derogación de la orden ejecutiva, que dispone bloqueos de bienes y restricciones a los visados de ciudadanos de ese país. Habrá que estar atento, entonces, a los espacios sociales que todo un espectro de situaciones deja.
Y como siempre la única garantía que no se concrete el avance reaccionario, el buen éxito del juego imperial, es la carta de los pueblos. Su capacidad de resistencia es la esperanza de frenar todo retroceso en aquello, que de una u otra manera, es producto de su presencia en las luchas sociales. Pueblos que si logran pararse firme, con independencia, muy bien que incluso puede dar un paso adelante.
No hay duda. Pronto un nuevo desafío tendrán por delante los pueblos de nuestro continente. Uno más. Nunca dejó de tenerlos y muchas veces enfrentarlos. Con sufrimiento, sacrificio, rebeldía ha estado siempre enfrentando el temporal y abrazando una esperanza. En tal sentido no será este un momento distinto. Quizás con más experiencia en su maleta y con menos confianza en promesas que a poco a nada conducen.
Se sabe los procesos que vienen se desarrollarán dentro del capitalismo durante quizás un largo tiempo. Es de dar por descontado, distintas luchas, pulseadas sociales cotidianas, enfrentamientos por construir, sostener y desarrollar desde abajo un pueblo fuerte. Una fuerza social-política dispuesta a abrir cauces a una nueva civilización.
Un trabajo y una práctica desde abajo, ni sencilla ni inmediata pero que sí alimenta la esperanza y las utopías del nuevo mundo, haciéndolas realidad día a día en los barrios, en las comunidades, en las fábricas y sindicatos, en prácticas solidarias, en movilizaciones en defensa de la naturaleza, contra toda forma de discriminación.
Esa utopía, ese nuevo mundo, otra forma de vivir, por la que tantos luchadores y pueblos han caído en todo este tramo histórico. Ellos siguen alumbrando y dando fuerza para la pelea. A todos los recordaremos en el nombre de nuestros queridos compañeros: León Duarte, Pocho Mechoso, Gerardo Gatti, Elena Quinteros, Telma Juarez, Santa Romero, Pocho Causale, Idilio de León, Vasco Larrasq, Roger Julien. Y quienes hasta hace poco estaban arrimando el hombro con nosotros: la Canaria María y la Petisa Cecilia. Todos los luchadores, de todos los tiempos, en nuestro corazón siempre.
Desde abajo, con solidaridad, consecuencia y firmeza, organizando vida social de nuevo tipo iremos construyendo esa nueva relación social de socialismo y libertad.
Arriba los que luchan.