(Editorial) El socialismo: será libertario o no será.

El anarquismo organizado políticamente, un factor fundamental en el proceso de emancipación.

Haremos cierto uso, adecuaciones y síntesis de materiales de FAU para desarrollar esta problemática que nos parece de trascendencia, algo más, en esta coyuntura histórica. Insistiremos en una temática que estimamos de singular importancia, acerca de las dos instancias que deben marchar juntas: Pueblo fuerte y Organización política libertaria.

Porqué socialismo libertario

En este momento de cierto debate, y bastante confusión, de trágica urgencia de proyectos que se perfilen para cambios frente a esta práctica, lógica brutal y perversa de un sistema ya sin duda genocida, debe resurgir con fuerza la alternativa socialista. Algo así como reinventar el socialismo pero a partir de su producción histórica en relación con la construcción realizada a favor de nuevas relaciones sociales. Teniendo muy presente lo que ya saldó la historia, sus expresiones socialdemócratas y de socialismo real. Igualmente aquello paradigmas que se inscriben en la estructura del conocimiento de aquel periodo.

¿Por qué socialista y no “inventar” otra propuesta? Por que en la historia e imaginario de los de abajo no aparece nada parecido que tenga esa fuerza. Pese a algún uso que trajo efectos negativos, es lo que sugiere la alternativa de otro mundo, de uno diferente y que tiene que ver profundamente con los de abajo.

Es sabido, a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX hubo varios teóricos que participaron activamente en este debate socialista, por vía de la práctica social y de la polémica de ideas, ejemplo: Miguel Bakunin y Carlos Marx. Son de ellos, algunos conceptos sobre ciertos temas de importancia, que aún hoy son fuente de discusión y estímulo para nuevas producciones teóricas. .

Tenemos hoy que, de manera singular, la vieja polémica del campo socialista necesita refrescarse y actualizarse, son muchas las experiencias realizadas y no pocos los acontecimientos que lo exigen. Por supuesto, desde fuera otros con aviesas intenciones también están interviniendo. Es que la caída del llamado socialismo real y el papel que han jugado las socialdemocracias ponen en tela de juicio, cuando no descartan, muchos paradigmas fundamentales sobre los que descansaban algunas propuestas y proyectos de cuño marxista. Claro está, no faltan quienes quieren extender esto a toda la concepción socialista.

Sí, no cuesta esfuerzo constatar que abundan las voces que provienen de los partidarios del sistema capitalista diciendo que el socialismo es una idea absurda y del pasado, que la única posibilidad histórica es el sistema existente, que sólo cabe, en el mejor de los casos, mejorarlo.

Pero, es de rigor decirlo, no son pocos los que definidos como izquierda aceptan lo fundamental de esta tesis: el horizonte de acción está dentro del capitalismo, mejorémoslo lo que sea posible. Sugieren que no hay otra cosa. Las concepciones de ruptura se descartan y se abrazan a una episteme evolucionista, de progresismo en sí. Sugiriendo, y por momentos afirmando, como la historia por sí es sinónimo de “progreso”; como que ella por arte de magia trae en su seno un ascenso continuado de la mejora social. Para esta “mirada” toda la estructura de poder dominante no existe.

Esto transcurre, justamente, en un período en que a nivel del conocimiento se afirman los conceptos de ruptura y discontinuidad. En la que los acontecimientos sociales señalan de manera inequívoca lo contrario a estas tesis teórico-políticas.

Se regresa, como si nada, y por momentos a nombre de la modernidad, a veces postmodernidad. a teorías cuyo sostén conceptual puede buscarse más bien en las creencias de principios de siglo. Para renovarse regresan al pasado, a lo que la historia ya saldó. Como buscando el punto sagrado e iluminador. Están también, es obligatorio marcarlo, los que con honestas y legítimas preocupaciones buscan una puesta al día de teorías y doctrinas para que la acción resulte más fecunda. Pero muchas veces vemos como viejos dogmas se interponen en ese camino y el producto no pasa de aggiornamientos que dejan en pie los conceptos y prácticas que reiteran lo anterior.

Producción histórica del socialismo

Lo cierto es que el debate, la reflexión sobre la experiencia vivida en el campo social, especialmente lo referido al socialismo y su propuesta de nueva civilización superando el ordenamiento capitalista, no empieza de cero, de ninguna manera. Junto a dogmas que ya no dicen nada, existen aportes, estudios, experiencias, que arrojan zonas de luz y que tienen rigor suficiente para ser presentados como referentes o producciones válidas o sugerentes. Hay una rica cantera de ideas, experimentaciones, propuestas, dentro de la cultura socialista que mucho nos sigue diciendo en cuanto a ubicar estructuras de dominación, opresión y explotación y acerca de formas de ruptura liberalizadora así como formas de organización en libertad con auténtica participación de la gente. Al tiempo que indican errores y horrores cometidos en su nombre.

Sí, no es poco el aporte que el socialismo ha volcado acerca del carácter de las estructuras fundamentales del sistema capitalista, su reproducción, los símbolos de fantasía, que con gran operatividad, aseguran su permanencia.

Podemos observar hoy síntomas y evidencias que nos hablan de confusión, de abandono de utopías, de debilitamiento ideológico o de regresiones desesperadas. Ellas nos convocan a abandonar la lucha por el cambio de sistema.

Especialmente después de la caída del llamado socialismo real, la actitud de cierta “inteligencia” diseminada en el cuerpo social ha contribuido a crear un imaginario social atado al momento, pragmático le dicen a veces, y con pocas o ninguna esperanza en un futuro radicalmente distinto.

Lo curioso es que todo esto ocurre al tiempo que el sistema capitalista, en este periodo en su versión conservadora neoliberal, muestra como nunca su fiereza, su bestial inhumanidad, sembrando más pobreza y miseria general en las grandes multitudes y más riqueza y toda clase de privilegios para unos pocos. Todos esos grandes adelantos científicos que vemos o nos informan a diario han venido de la mano de este cruel y mezquino cuadro.

Pero para los pueblos, pese a tanta claudicación y desarme moral-político, no ha terminado la historia. En diferentes lugares, de distinto modo, la pelea está presente. Muchas son luchas de nuevo signo. Otras son los eternos reclamos de justicia y anhelos de una vida mejor hoy realizados en este nuevo contexto histórico. Luchas que muchas veces buscan con ansias perspectivas teórico-doctrinarias que permitan su proyección firme y clara, que reduzcan los campos de incertidumbre. El socialismo tendrá que seguir siendo el faro de las luchas del presente. Ubicándose en este tiempo, no echando en saco roto toda una experiencia teórico-social-política que quedó estampada.

La idea socialista no es solamente una producción intelectual

El socialismo es algo que no puede abandonarse así como así por otra propuesta. Ha sido una significación que guarda relación directa con hechos y acontecimientos de luchas populares por justicia y condiciones de igualdad y libertad. El socialismo es una producción histórica vinculada al mundo de la pobreza y contiene las esperanzas de un mundo justo y libre. No es algo que únicamente puede buscarse en textos o ideas de tal o cual autor. No es algo académico. En su construcción está un rico y fluido proceso.

Sí, también es sabido, que hay quienes plantean que el nombre de socialismo se ha “quemado” que tal vez convenga en esta nueva etapa buscar otro nombre para aspiraciones y proyectos tendientes a un mundo mejor.

A lo que se puede responder, no se produce de un día para otro una concepción general, un múltiple y rico universo, como el socialista. Es un complejo producto histórico regado por infinitos combates y sueños. Con sus errores, y horrores a su nombre, el socialismo sigue siendo la herramienta de liberación para los pobres del mundo. Es la alternativa al sistema vigente.

El debate de ideas, la reflexión, el estudio de las nuevas problemáticas, siempre ha jugado un papel decisivo en el terreno de las formulaciones y propuestas elaboradas para la acción social. Demás está decir, que mucha acción social precedió a las elaboraciones. Así como tanta acción social-política se orientó en aquellas producciones teóricas que, en gran parte, emanaron de su accionar anterior o contemporáneo.

Podríamos decir, en acuerdo con variados estudios, que de acuerdo a como se piensen algunos temas, como se manifiesta el discurso, derivaban determinadas prácticas social-políticas. El discurso-práctica, en uno u otro sentido, constituyen una unidad en el terreno operativo. Tanto para el hacer como para el no hacer.

Han aparecido sin duda nuevas realidades sociales y nuevas producciones teóricas ha ellas ligadas. Hay mucho de buen contenido en estas nuevas manifestaciones culturales, sociales, políticas que han y están emergiendo, pero hoy por hoy hay partes de sus manifestaciones que se presentan mezcladas y distorsionadas.

 

Sin fatalismo derrotista y en consonancia con el momento histórico.

Nunca se extinguirán las esperanzas y sueños de emancipación de los pueblos; la experiencia social va creando nuevos conceptos de justicia y libertad que nada tienen que ver con las construcciones perversas que difunde un sistema que las “confunde” con rapacidad y opresión. No negamos, el disciplinamiento del sistema ha tenido efectos poderosos y por momentos altamente destructivos. Pero la resistencia ha sido una constante histórica insoslayable. Ideológicamente no hay lugar para el escepticismo. Salvo que estemos ya ganados para incrustarnos en él.

Creemos que, hoy como nunca, debe estar muy presente la intención de atender la fluidez de los acontecimientos sociales, las particularidades de los procesos, la diversidad que compone una y otra sociedad, pero con una intención y convicción que hoy avala la historia: que dentro de este sistema no hay lugar para los pobres del mundo y que el socialismo es con libertad o no es. Por eso somos socialistas libertarios. Por eso somos anarquistas.

 

¡Compañeros! A la organización política del anarquismo.

Hemos tenido como movimiento anarquista un largo periodo donde nuestra incidencia, con alguna relevancia, desapareció del escenario mundial. Puede tomarse como momento de inflexión la Revolución española. Hoy hay un repunte que estimamos más que interesante. Esto ocurre a nivel de América Latina, Europa y otros sitios. En estos lugares han aparecido nuevas organizaciones libertarias y se han desarrollado otras ya existentes. Haremos referencia limitada, a tren de ejemplo, de Federaciones y organizaciones como las que ya hoy tienen cierto desarrollo en nuestro Continente Latinoamericano:

Coletivo Anarquista Luta de Classes (Brasil), Coletivo Anarquista Zumbi dos Palmares (Brasil), Columna Libertaria Errico Malatesta (Argentina), Columna Libertaria Joaquin Penina (Argentina), Federação Anarquista do Rio de Janeiro (Brasil), Federação Anarquista Gaúcha (Brasil), Federación Anarquista Uruguaya (Uruguay), Federación Comunista Libertaria (Chile), Fórum do Anarquismo Organizado (FAO, Brasil), Núcleo Pró-Especifista de Recife (Brasil), Organização Resistência Libertária (Brasil), Para Além do Estado e do Mercado (Brasil), Rusga Libertária (Brasil), Organización Anarquista Socialismo Libertario, (Brasil), Unión Socialista Libertaria (Perú), Organización Anarquista por al Revolución Social (OARS).

 

Nuestro norte como anarquismo políticamente organizado

La de hoy es una búsqueda que intenta ahuyentar ese perverso fantasma de la dispersión. Igualmente el aislamiento, el elitismo y vanguardismos. Confrontar sí, pero para ir construyendo una opción social en las diversas luchas que se presentan como perspectiva de cambio. Reflexionar para enriquecer una propuesta social. En este momento de levante libertario es importante producir, en el seno de la organización política libertaria, un estilo de respeto, modestia y fraternidad que, además de ser estos apreciables valores en sí mismo, hacen posible un avance colectivo en el que los distintos matices existentes busquen los puntos comunes, donde las diferencias cuenten con el ámbito adecuado para ser procesadas. Cosa que fortalezca para dar luchas coherentes y contundentes. Que los matices existentes se junten en un puño para golpear en la escena política, para combatir con firmeza al enemigo del pueblo.

Simultáneamente una actitud de respeto hacia las otras corrientes libertarias que tienen una estrategia muy distinta a la nuestra. Más la búsqueda en procura de realizar juntos todos aquellos temas puntuales donde hay coincidencia coyuntural.

Demás está decir la historia libertaria no empieza hoy. Somos herederos de un pasado lleno de combates, de militantes ejemplares, de verdaderos héroes del pueblo. Lo afirmado no tiene nada de retórica. El anarquismo tiene escritas grandes páginas en la historia. El mundo obrero sabe de su abnegación y entereza. Un pasado que, por momentos, hasta nos asusta. La concepción anarquista ha tenido una consecuencia plena con respecto a la necesidad de cambiar las estructuras del sistema capitalista, ha marcado con precisión líneas generales de reconstrucción social que tienen, en lo fundamental, una incuestionable vigencia. Puso el acento en la participación popular, en la acción directa, en no entrar “en el corral de ramas” de la burguesía, en no aceptar ni la lógica ni el lugar que le indicaba el sistema para que allí realizara su protesta y su propuesta. No se engañó ni engañó sobre ese espacio ofrecido. Marcó que todo él era territorio enemigo, lleno de mecanismos, instituciones y micro poderes tendentes a reproducir lo existente. Incluso reproducirlo con creatividad para los detentadores del poder efectivo.

Entonces, hoy ante el fracaso de los otros planteos socialistas el anarquismo puede ante la historia, si esta fuera un sujeto, reclamar su derecho a aplicar su modelo de sociedad. Claro sólo ante la “historia”, no ante el poder existente a quien hay que desalojar por que solo no se va y estas cosas no las permite. Más bien las rechaza a sangre y fuego.

 

Ir por más en este complejo presente

Queremos hoy, como ayer, asumir modestamente la responsabilidad de estar en este tiempo y en este lugar específico qu

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