Los análisis que suelen circular acerca de la situación de América Latina, por lo general están cargados en demasía, de expresiones de deseo. Ya desde los que afirman que “acá no pasa nada”, hasta los que dicen poco menos que el continente está en llamas, movido por los “nuevos vientos”. Podríamos decir que ni tanto ni tan poco. Ciertamente que el panorama está cambiado, que ha habido recambios en los aparatos gubernamentales, y que esto conlleva a que el imperio rediseñe su táctica, sin que ello implique una renuncia a sus objetivos estratégicos.
Intentaremos un breve repaso de los aspectos que a nuestro entender, son fundamentales para el análisis de dicho proceso.
Articulaciones político-jurídicas del saqueo:
Lo mas visible de la estrategia imperialista en la región, estaba representada por el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), pero ante la negativa de varios gobiernos, se dio un rearme de los pasos para llegar al misen de más de 30.000 millones de dólares), sólo aumentando simbólicamente los impuestos que Bolivia cobra por su extracción, 0,50 centavos de dólares por tonelada, un precio “razonable” según las multinacionales.
Más allá de la retórica de los gobernantes, de las promesas y los anuncios, el recurso energético sigue en manos de multinacionales. El imperio tranquilo extrayendo lo que requiere para sus “necesidades”. Miles de personas desplazadas de sus lugares y despojadas de su cultura, para que en el primer mundo puedan aburrirse sentados en un embotellamiento. Así de asquerosa, termina siendo la relación de dominación que el imperio establece, y los títeres locales permiten.
Un proceso éste, en que la militarización juega un papel determinante. Como constata el intelectual norteamericano Noam Chomsky; “…Los Estados Unidos, naturalmente están jugando su carta mas fuerte en el ejército y la fuerza militar es suprema. Los gastos militares de EEUU son casi la mitad de los gastos totales mundiales. En América Latina, el número de personal militar estadounidense es mayor que en la época de la guerra fría, sumado al sistemático entrenamiento de oficiales latinoamericanos que sigue en aumento.”
Son decenas de bases militares yanquis en los sitios estratégicos del continente, que están bajo la égida del “Comando Sur”. El mismo Comando Sur, que amenaza instalarse en Santa Catalina (Montevideo), con el disfraz de una policlínica.
Los crecimientos con exclusión:
Esto parece ser, otra de las constantes, al menos en gran parte de los países latinoamericanos. Un crecimiento de los PBI (Producto Bruto Interno), que a pesar de los gobiernos de “izquierdas”, no significado hasta ahora, una redistribución mas justa de la riqueza socialmente producida.
El gasto público en los respectivos países, sigue subsidiando los malos negocios de los capitalistas y no inversiones públicas básicas. La regresividad impositiva (que recarga el consumo de productos básicos), y el aumento de salarios, pasividades y gastos sociales, se reservan en la realidad para los tiempos de las campañas políticas y los spot publicitarios. A pesar del crecimiento de las exportaciones con un mayor valor y la disminución de los intereses financieros, este crecimiento de la “torta” ha ido paralelo a un reparto aún más desigual, tanto entre sectores sociales como entre países. El proceso de concentración de la riqueza, se profundiza en el continente.
Por ejemplo en Argentina –uno de los países de mayor crecimiento económico (8,5% anual)- en el período 2001-2005, el salario real se incrementó un 0,4% cuando la productividad creció un 12,5%. En sus 100 mayores empresas, el salario representa apenas un 17,9% del valor agregado, siendo las ganancias netas o superávit empresarial, el 74%.
Esta escalofriante cifra, nos habla a las claras de quién se lleva la parte del león en esto del crecimiento económico según las pautas capitalistas.
En toda América Latina, la clase política repite incansablemente su promesa de “prioridad social y productiva”, pero continúa con el asistencialismo (llámese Plan de Emergencia, Plan Jefes y Jefas de Hogar, Planes Trabajar, Fome Zero, etc.), mal tapando las brechas que deja la exclusión y segmentación social. Y toda esa red de contención tiende en el continente a privatizarse por vía de las ONGs. Que funcionan como colchones sociales, desarrollando políticas asistencialistas y la filosofía de la pequeña empresa, intentando anular toda posibilidad cuestionadora, queriendo despolitizar los conflictos de clase, y estrangular todo germen de organización social.
Son los empresarios de la pobreza, que través de esa filosofía micro empresarial, superexplotan a los jóvenes sin oportunidades, que por haber nacido pobres, percibirán un ingreso menor que un trabajador estatal, sin derechos sindicales, pero realizando la misma tarea. Son miles los ejemplos de esto, siendo el mas conocido aquí el de Tacurú o El Abrojo, como empresarios de la pobreza.
Los pueblos y sus luchas:
Por supuesto que ante las dramáticas realidades que describíamos mas arriba, los pueblos no están siendo meros espectadores. Por aquí y por allá, diferentes luchas se van desarrollando, cada una con sus métodos, adaptadas a los “saberes” que cada organismo social va construyendo.
Se trata de distintas formas de la misma resistencia. En los últimos años, la población indígena del continente, ha venido tomando un protagonismo político más que interesante. Le defensa de su cultura y su forma de vida, amenazada de continuo por la voracidad de los extractores de recursos naturales. Sus tierras ancestrales de donde los quieren sacar. Todas estas peleas que pueden parecer sectoriales, con el tiempo han ido tomando una forma más política global.
El enorme ejemplo de pelea que brindó el pueblo boliviano en la llamada “guerra del agua” logrando expulsar a las multinacionales, y siendo al día de hoy un sector de presión constante para el gobierno de Evo Morales.
También la larga lucha de las comunidades mapuches en Chile, resistiendo a las forestales. También en Ecuador, donde la insurrección indígena hizo que el gobierno retrocediera en sus planes de firmar un TLC con EEUU.
También en Venezuela las experiencias cooperativas y autogestionarias, que confrontan con el aparato estatal que todo lo quiere “chupar” rechazando algunos candidatos metidos a dedo. Críticas legítimas que aún no significan une pérdida de confianza en el proceso a nivel popular. El ya legendario Movimiento Sin Tierra de Brasil, continúa con las ocupaciones exigiendo la aplicación de la prometida reforma agraria. Las cooperativas de reciclaje, también han sido una herramienta organizativa en sectores que estaban desarticulados. Organizaciones de desocupados, comités de vecinos, etc. Variadas expresiones de nuevos sectores sociales, componentes de la clase oprimida, que empiezan a ganar su terreno, a entrar en la arena política, planteando nuevos escenarios en cuanto a los movimientos sociales que expresan la lucha de clases en el día de hoy.
A lo ancho del continente, se dan expresiones combativas que habrá que ir articulando hacia un proyecto común, trenzando con los sectores mas “clásicos” (movimiento obrero y estudiantil). Sectores que no han estado quietos. Informes recientes dicen, que el año 2005, fue el año de mayor conflictividad sindical en la Argentina en los últimos veinte años. Aquí en el Uruguay, también el sindicalismo parece haber tomado nuevos bríos. Una nueva e incipiente camada de militantes obreros, de inspiración clasista, va tomando forma. No será nada mágico. Habrá que coordinar bastante, para imprimir una nueva dinámica al modelo sindical que venía tan desgastado y en muchos casos desprestigiado.
Los estudiantes del continente, han protagonizado variadas peleas por el acceso a la educación, en contra del elitismo y la privatización. Importantes luchas en Brasil por el boleto gratuito para los estudiantes, y el más conocido de los estudiantes chilenos que enfrentaron al gobierno y su policía. Un montón de variadas experiencias, que los pueblos irán procesando como elementos para “pensarse” en la construcción de un mañana mejor.
Algunos aprendizajes desde estas luchas:
Son variadas y diversas, tanto las luchas y las formas que asumen, como los análisis y las conclusiones que de ellas se extraen. Pero en aquellos temas que nos parecen más generales al continente, hay un par de reflexiones que nos parece interesante volcar a la militancia, como aporte en lo que llamamos la construcción de un pueblo fuerte.
Dentro de las prácticas comunes, a escala continental, un aspecto fundamental es la institucionalización de los movimientos sociales. Un fenómeno que generalmente se ha profundizado con la llegada de las “izquierdas” al gobierno, en que muchos movimientos con aquello de “no hacerle el juego a la derecha”, terminan abandonando su planteo y sus móviles originales. Mas que como herramienta de pelea de los pobres, terminan siendo garantes de la gobernabilidad para los ricos.
Al respecto de esto, es bien interesante la reflexión que hace Jaime Dávalos, dirigente de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador) que en 10 años derribó tres gobiernos, y que se encaramó al poder tras la candidatura de Lucio Gutiérrez. En su balance acerca de este proceso Dávalos diría: “el movimiento social triunfó y a la vez perdió. Fue una victoria que enmascaró una derrota. Tras conseguir el movimiento popular la renuncia de Abdalá Bucaram, dio paso a una Asamblea Constituyente, en que se reconocía a Ecuador como país de múltiples nacionalidades. Pero ese triunfo se convirtió en derrota, cuando la burguesía consiguió imponer el sistema liberal representativo, que en aras de la gobernabilidad, relativiza la potencia de la movilización social. Se reconocían derechos en abstracto, pero no se afectó los fundamentos del Estado ecuatoriano.”
En el 2002, “la CONAIE apoya la candidatura de Gutiérrez, pero el nuevo presidente se “independiza” del movimiento social y busca destruirlo, cosa que estuvo a punto de conseguir. Buscó dividir, aislar y cooptar a sectores decisivos del movimiento indígena, consiguiendo fracturarlo.”
Pese a haber ganado las elecciones, ocupar varios ministerios y tener una importante bancada parlamentaria, la CONAIE concluye: “Nunca habíamos sido tan débiles como cuando estábamos en el gobierno. A los seis meses, en un histórico Congreso decidimos pasar a la oposición, desaparecer del circo mediático y poner todo el acento en nuestro trabajo de base… Este proceso de recuperación nos permitió a fines de 2005 ser nuevamente un actor social y político decisivo en el país… Habíamos pensado que ganar las elecciones es clave para cambiar la sociedad, y eso es liberalismo… Eso nos llevó a poner nuestra prácticas emancipatorias en clave liberal –entre otras cosas- porque el discurso liberal sólo sirve para desmovilizar y deslegitimar.”
Dávalos pretende recoger la experiencia de una década desde que la CONAIE formó el Movimiento Pachakutik para participar en las instituciones: «Supongamos que vamos a las elecciones y gana Luis Macas. Nos va a pasar lo mismo que a los bolivianos: los cuadros organizativos se convierten en cuadros del Estado y empiezan a legitimar al Estado, un Estado liberal, y cuando hablan lo hacen en función del Estado y ahí ya tienes otras dinámicas y otros comportamientos. Por eso estamos discutiendo qué hacemos, porque otra vez vamos a tener una victoria que la burguesía convierta en derrota, pero no es sólo un problema de los ecuatorianos sino de los bolivianos, los mexicanos…». El propio presidente de la CONAIE llamó a «patear el tablero electoral». Preguntamos cuál es la alternativa. «Una campaña que politice las elecciones que, generalmente, son espectáculos de banalización. En la búsqueda de nuevos caminos -luego del balance sobre la amarga experiencia vivida- se impone una lectura que inspira el viraje: «El movimiento social no puede institucionalizarse porque se muere».
Desde esta rica experiencia de pelea del pueblo ecuatoriano, se abre todo un abanico de reflexiones acerca de los caminos a emprender por nuestra clase oprimida, hacia una nueva forma de hacer política, en otra articulación de lo social y lo político.
Las tareas del hoy.
En este complejo entramado, nos toca desarrollar nuestra labor como militantes, en un continente revuelto y en un tiempo que mucho tiene de novedoso, con situaciones inéditas que requieren de un análisis lo más fino posible. Y se trata de algo vital para la construcción de las herramientas de pelea que den respuesta a las necesidades actuales. Junto a la práctica concreta, al trabajo de hormiga, hay que intentar reflexionar, extraer conclusiones que permitan enriquecer las prácticas futuras.
Un momento complejo, en que la presencia imperial se intensifica, militarizando para garantizar la extracción de recursos naturales y energéticos, y que ahora cuenta con nuevos aliados que antes eran opositores. En esa complejidad del mapa político, con discursos y prácticas políticas que se disocian, cobra aún mayor vigencia aquellas premisas de los primeros teóricos del socialismo. La ubicación del Estado como instrumento de opresión de los sectores dominantes.
Entonces, cuando nos planteamos la realización de una sociedad diferente, hay ciertas herramientas que reproducen lógicas contrarias a nuestros intereses como clase y que conviene descartarlas. Y a esta altura, no es un descarte “a priori” sino que hay variadas experiencias que lo aconsejan.
En la búsqueda de esas nuevas herramientas, el anarquismo tiene mucho que aportar. Con esta inquietud, nuestra organización impulsó el CALA (Coordinación Anarquista Latino Americana), como herramienta específica para un trabajo político. Procesos que nunca son lineales, y al día de hoy, si bien los resultados no han sido del todo efectivos, ha arrojado algunas experiencias favorables, y aún la idea sigue viva para retomarla por quienes participaron de la experiencia. Desde hace 10 años, tenemos una coordinación estable, y en los últimos años orgánica con FAG (Federación Anarquista Gaucha). Por esas vías, creemos que debe discurrir el aprendizaje que vayamos obteniendo en la lucha cotidiana.
Es vital la consolidación de un consecuente anti imperialismo militante, que no pasa por la reivindicación de los bloques burgueses (MERCOSUR, etc.), sino por el fortalecimiento de instancias populares, de representación directa y de contenido anticapitalista. Proceso que no puede pensarse en los marcos nacionales actuales, sino más bien en términos de región, tomando en cuenta las peculiaridades, articulando hacia un proyecto político común, impulsado y protagonizado por las organizaciones populares de base. En tal sentido, nuestra militancia pone el acento en la coordinación lo mas estable posible entre las organizaciones sociales de inspiración clasista. Con dicha inquietud impulsamos el Encuentro Latinoamericano de Organizaciones Populares Autónomas (ELAOPA), que ya ha tenido 4 instancias anuales, donde se logró un buen nivel de discusión e intercambio de experiencias diversas, enriqueciendo a la militancia que anima dichos ámbitos.
Son experiencias incipientes, a las que les falta desarrollo, pero que creemos que van en un buen sentido. Por carriles auténticamente populares y al margen de la institucionalidad del sistema. La búsqueda de un camino propio para los pueblos, y volcar todo el esfuerzo militante en las herramientas que los efectivicen, es para nosotros la tarea central.
Ésa es nuestra apuesta para el continente, en la auténtica solidaridad entre los pueblos en lucha, en la construcción necesaria de instancias de orientación anticapitalista, hacia el Socialismo y la Libertad.
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