¡¡¡la lucha de los mártires de Chicago más vigente que nunca!!!
A finales del siglo XIX, las jornadas laborales llegaban a extenderse por 16hs, sin franco, en condiciones pésimas dentro de las fábricas. El movimiento obrero de Estados Unidos reclamaba las 8hs para trabajar, 8hs para descansar y 8hs para el ocio.
Así, el 1ero de Mayo de 1886 se lanzó una huelga en distintas ciudades de Estados Unidos. Esta movilización de cientos de obreros en las calles no se construyó de la noche a la mañana, sino que fue producto del esfuerzo de años de lucha sosteniendo el reclamo. Más allá de las 8hs, se exigían también condiciones dignas de trabajo en las fábricas.
El 4 de Mayo en la plaza de Haymarket en Chicago, donde se habían movilizado los y las trabajadores/as se desató una salvaje represión, dejando cientos de obreros/as heridos/as y asesinados/as. La Justicia, arengada por la prensa local, buscó culpabilizar a referentes sindicales condenados, aún sin pruebas, a la horca y a la cárcel.
Pasaron más de 100 años de aquella revuelta y las reivindicaciones de los Mártires de Chicago siguen más vigentes que nunca: las 8hs de trabajo en contextos de salarios de miseria parecen una utopía. Hoy, como clase trabajadora, tenemos que sostener dos o tres trabajos para poder llegar a fin de mes.
Las condiciones de precariedad laboral se han generalizado en el continente. La mitad de los/as trabajadores/as lo hacen en la informalidad, los salarios reales se han deteriorado aún más después de la pandemia y ha aumentado la pobreza tanto entre sectores de trabajadores/as, como en el conjunto de la sociedad. Por supuesto, hay países donde la informalidad de la clase trabajadora supera el 50% por lejos. Es un problema estructural en nuestra América Latina, cuyas economías están orientadas, prioritariamente, a la producción de materias primas.
Los Gobiernos de la región acompañan el pedido de flexibilización laboral extrema requerido por sectores del capital concentrado, el poder financiero y las trasnacionales extractivistas, aumentando el saqueo y empobrecimiento de los de abajo. En ese marco asistimos a la individualización de los trabajadores/as, donde se promueve culturalmente la idea del emprendedurismo, que encubre una relación laboral de dependencia bajo figuras legales de fantasía.
Estas condiciones laborales además tienen repercusión en la calidad de vida de la clase trabajadora, ya que estas formas de contratación dejan desprotegido al trabajador y a la trabajadora ante las contingencias de la vida, como por ejemplo el acceso a la salud y a la seguridad social. En pleno siglo XXI donde la tecnología avanza a pasos agigantados, vemos cómo lejos de mejorar las condiciones de vida de toda la población, la misma propone ser sustituto de la fuerza de trabajo de miles de obreros/as de la industria y los servicios, arrojando así a condiciones de miseria e incertidumbre a la mayoría de la población.
Es en este mismo contexto donde la polarización social y la concentración de la riqueza está haciendo estragos en cientos de vidas obreras, que son cada vez más expulsadas del sistema laboral hacia la marginalidad total. El cierre de fábricas y empresas eliminan puestos de trabajo en toda la región: empresas multinacionales que se retiran de un segundo a otro, empresas que cierran por las distintas crisis son parte de la cotidianeidad de los y las de abajo en América Latina.
Asimismo, el avance de estas políticas neoliberales lleva a la eliminación de decenas de miles de puestos de trabajo en áreas y servicios públicos, con las consiguientes privatizaciones de empresas públicas, brindando negocios multimillonarios al capital multinacional. Como contracara, no sólo quedan miles de trabajadores en la calle, sino que se deterioran servicios esenciales para la población.
La fragmentación social ha aumentado, lo mismo que la pérdida de la identidad de clase. Hoy gana terreno la violencia estatal y del narcotráfico, aliados en varios niveles, para imponer medidas de excepción, medidas de mano dura que permitan disciplinar a la sociedad y, de paso, profundizar la miseria y el despojo. Violencia que se desarrolla contra los trabajadores y el pueblo. El sistema capitalista viene necesitando en la región gobiernos fuertes y autoritarios, que hablen de “libertad” o algo parecido, pero con ruido a botas. Avanza una concepción de extrema derecha por el continente.
No obstante, a lo largo y ancho del continente los/as trabajadores/as luchan contra este avance de los de arriba: marchas y protestas, ocupaciones de lugares de trabajo, apoyo a plebiscitos populares, organización de nuevos sectores de trabajadores, intersociales en defensa de los bienes naturales y del trabajo, de la enseñanza y la salud, las movilizaciones por la angustiosa temática de la vivienda y el acceso a la tierra.
Hay un largo camino por recorrer, una nueva etapa de luchas necesita de experiencias novedosas, ancladas en un pasado de lucha y en una metodología de acción directa, de participación de los trabajadores en forma masiva en la resolución de sus problemas y en la construcción de una perspectiva de clase, de un horizonte social mucho más rico y no ceñido a las dinámicas del capital.
Y si bien ha pasado más de un siglo de aquella gesta histórica, la rapiña de los sectores dominantes se ha acrecentado, intentando avasallar cualquier tipo de organización de los/as trabajadores/as; por eso existe desde los distintos gobiernos, con sus matices, en el cono sur, un ataque constante hacia los sindicatos, los Convenios Colectivos de Trabajo y la estabilidad laboral misma.
Al igual que en la época de los Mártires de Chicago, nos encontramos en un contexto internacional donde las potencias imperiales promueven guerras e invasiones -y carreras armamentistas-, y nos empujan a los sectores populares a prendernos en iniciativas nacionalistas que nos son ajenas.
Por eso este 1ero de mayo es necesario recordar nuestra historia, a nuestros Mártires de Chicago, sabiendo que el mejor homenaje que podemos rendirles es levantar esas banderas históricas del movimiento obrero, reforzando el internacionalismo, la solidaridad entre los pueblos, y la defensa de nuestras organizaciones sindicales y populares para frenar cualquier intento de avasallamiento de derechos; sabemos que de los empresarios y políticos de turno nada podemos esperar. Sus proyectos de sociedad son la ruina de los pueblos. Es sólo con la organización de los y las de abajo, manteniendo la independencia de clase, continuando el camino de lucha que otros/as marcaron. Con los métodos que nos enseñaron: la acción y la democracia directa, siempre en solidaridad con cualquier hermano/a de clase en cualquier parte del mundo.
En nuestro continente hay una etapa de luchas que sigue abierta: comenzó en 2019, pero los problemas sociales no se han resuelto, sino que se han agudizado. Es nuestra tarea como Anarquistas Organizados/as empujar para que la rebeldía popular vuelva a ganar las calles, las fábricas, los lugares de trabajo y estudio, y los campos. Sólo de esa forma lograremos conquistas y avances en el hoy, avanzando hacia una sociedad nueva.
¡¡¡POR LA CONSTRUCCIÓN DE PODER POPULAR!!!
¡¡¡VIVA EL 1º DE MAYO!!!
¡¡¡VIVAN LOS MÁRTIRES DE CHICAGO!!!
¡¡¡ARRIBA LOS Y LAS QUE LUCHAN!!!
COORDINACIÓN ANARQUISTA LATINOAMERICANA (CALA)
Federación Anarquista de Rosario (FAR)
Federación Anarquista Uruguaya (FAU)
Coordinación Anarquista Brasilera (CAB)
ORGANIZACIONES HERMANAS:
Federación Anarquista Santiago (FAS)
Grupo Libertario Vía Libre (Colombia)
Black Rose/Rosa Negra Anarchist Federation (EEUU)
Organización Anarquista de Córdoba (OAC)
Organización Anarquista de Tucumán (OAT)
Organización Anarquista de Santa Cruz (OASC)