50 años de nuestra Federación Anarquista Uruguaya. En este medio siglo de vida hemos visto pasar diversos acontecimientos, múltiples cambios de coyunturas.
Estaba fresca aún la invasión a Guatemala organizada por el imperio e instrumentada por su lacayo Castillo Armas cuando se comienza a dar los primeros pasos hacia un anarquismo organizado en el país. No hacía mucho las Medidas de Seguridad puestas para reprimir al movimiento obrero y al pueblo, 1952, habían llamado a la reflexión acerca de la urgente necesidad de contar con una organización que permitiera un accionar más sistemático y de mayor potencia. Un modelo que entraba en crisis, el llamado sustituto de importaciones, quería descargar todo el peso sobre el pueblo, comenzar el intento de quitar conquistas que fueron el fruto de sacrificadas luchas obreras y populares. Habían irrumpido en el movimiento obrero gremios que se llamaban autónomos, caso el poderoso de la industria de la Carne, y estaban aún fuertes algunos gremios de acción directa, herederos de la FORU, caso la Federación Naval. La FEUU mantenía una actividad bastante intensa, reivindicativa, en torno a luchas populares y otras de carácter internacional. En el enfoque de estos últimos predominaba la Tercera Posición. El movimiento obrero estaba fragmentado, había varios centros con distintas orientaciones. La última expresión más unitaria la había tenido esa gran lucha de Los Gremios Solidarios en 1951-52, instancia en que la UGT donde predominaba la influencia del P. Comunista se había mantenido prácticamente al margen y en contra.
Es el periodo de la guerra fría. De luchas anticoloniales. De dictaduras en varios puntos de Latinoamérica.
Gente de distintas generaciones y experiencias sociales se encuentran con cierta regularidad en acciones y actividades sociales puntuales. Hay dos centros que tienen actividad regular: El Ateneo del Cerro y Juventudes Libertarias. A lo que debe sumarse el periódico Voluntad. Hay activistas libertarios que tienen en su haber ricas experiencias: quienes fueron desterrados de la Argentina por la Ley de indeseables, quienes militaron en gremios desde la década del 10, del 20 y del 30, algunos que integraron la FORU y otros la USU; los que militaron en actividades barriales, culturales y de apoyo a conflictos; los que militaron en el medio estudiantil en las décadas del 30 y 40; unos cuantos militantes que aún estaban en gremios de acción directa o autónomos; los que habían ido a combatir a aquella Revolución Española que tantas esperanzas y sueños produjo. Y había llegado una buena cantidad de gente joven tanto al Ateneo como a Juventudes Libertarias.
Existía en general la convicción de que una etapa social había dado vuelta la página, de que un periodo histórico nuevo comenzaba. Que el enemigo de siempre, el capitalismo, estaba en una nueva etapa de su despliegue.
Aparecían nuevos problemas a nivel mundial, de nuestro Continente y nuestro país. La convicción general también que como ayer formando los sindicatos, creando conciencia anticapitalista, convocando a la fuerza del pueblo para el cambio de las relaciones sociales existentes, hoy el anarquismo tenía que estar en la escena política con su propuesta. Con su propuesta concreta en relación con los acuciantes problemas que sufría el pueblo en este momento y articulando estas luchas con el ideal de emancipación. Una estrategia de revolución articulada a una táctica, en reciprocidad de influencias entre ellas, que constituyeran una línea para guiar un proceso. Atendiendo el quehacer diario simultáneamente con la búsqueda del socialismo y la libertad. Se funda la FAU en medio de muchos y grandes conflictos obreros, de fuertes represiones al movimiento popular, de luchas frontales en varios puntos del Continente. De acontecimientos a nivel mundial como la entrada de los tanques en Hungría.
En Plenos previos a la fundación se analizan los problemas de nuestro tiempo, se hace autocrítica de determinados aspectos del periodo anterior, se trazan líneas de trabajo militante. La nueva organización compuesta por militantes de diferentes generaciones asume la responsabilidad histórica de tratar de poner nuevamente a la corriente libertaria del socialismo en la escena social-política de nuestro país. Hay que crear, hay que inventar, hasta hay que imaginar propuestas para tanto acontecimiento nuevo. Se afirma que hay que reflexionar y pensar lo que tenemos adelante y por delante que no se trata de traer al tapete fórmulas conectadas con otros contextos históricos, que firmeza ideológica no es sinónimo de dogmas. Que no hay verdades dichas de una vez y para siempre. Que hay sí la convicción ideológica, la utopía, la esperanza, de un mañana de socialismo y libertad que no puede ser ni mediatizado ni traicionado. Pero que los instrumentos, las herramientas que nos permitan un avance, el no dar palos de ciego, es una tarea de constante renovación. Que la tarea es larga porque largo son los procesos históricos para cambios profundos, para cambios del conjunto de las relaciones sociales, para la instalación social de otros fundamentos y valores opuesto a los hoy existentes.
Y llegó para quedarse, para decir durante este medio siglo y otros que vendrán que nunca se extinguirán las esperanzas y sueños de emancipación de los pueblos; que la experiencia social va creando nuevos conceptos de justicia y libertad que nada tienen que ver con las ficciones perversas que difunde un sistema que las confunde con rapacidad y opresión. Llegó con la intención de atender la fluidez de los acontecimientos sociales, las particularidades de los procesos, la diversidad que compone una y otra sociedad, pero con una intención y convicción: que dentro de este sistema no hay lugar para los pobres del mundo y que el socialismo es con libertad o no es.
Sabe que la vida social del hombre se enmarca en formas organizadas de existencia, ayer y hoy. No rechaza ni duda de la complejidad que han adquirido hoy las distintas esferas del campo social, lo férreamente organizado, disciplinador, que es el transcurrir de este sistema. Cómo en su génesis estructurante, en el núcleo duro de su configuración, está la dominación, la explotación, el privilegio para unos pocos, el disciplinamiento de los cuerpos procurando adaptación, cómo los medios simbólicos recorren el cuerpo social, el interior de distintas instituciones, diciendo que es lo correcto, que es lo normal, que ideas se deben usar para tener un “buen” pensamiento. Un sistema que constantemente, en todos los campos, produce cosas con la intención de reproducirse.
Somos herederos de una corriente histórica: el socialismo, que no es un producto puramente académico, una creación intelectual, una inteligente experiencia de probeta. Es él una elaboración teórica que tiene detrás una larga lucha de los trabajadores y el pueblo. Es la constatación de los de abajo que este lugar no es adecuado para que en él pueda lograr una vida digna de ser llamada así. Hay sacrificios, luchas, sangre y sueños en el interior de ese concepto de socialismo. Es una producción histórica vinculada a anhelos de los de abajo. No es una ciencia es una aspiración y esperanza del ser humano, de las clases y pueblos oprimidos. Tiene su elaboración teórica, esto sí perteneciendo al terreno de la ciencia, que trata de establecer mecanismos, dispositivos, génesis, elementos constitutivos, zonas fuertes y débiles en la reproducción, etapas, conformación de las clases, producción de haberes, el juego que establecen los distintos componentes claves del sistema, la creación de ficciones para mantener el control de los pueblos. Un campo de ciencia social que tiene más de hipótesis de trabajo sobre cuestiones que deben ir siendo mejoradas y enriquecidas constantemente que de dogmas de cosas dichas de una vez y para siempre. Sobre este campo de trabajo científico que en algún momento, en el marco de determinada epistemología, se le llamó filosofía, opinó con gran perspicacia Errico Malatesta, dijo aproximadamente: debemos tener una actitud de ignorancia filosófica, de incertidumbre. Sugería el rechazo a los dogmas cuadrados y reclamaba tener una actitud de apertura a las investigaciones y nuevos conocimientos que van llegando. Certidumbre en lo que queremos, por lo que luchamos e incertidumbre para el campo de las herramientas que vamos usando para nuestro trabajo, las que hoy son útiles mañana pueden ser suplantadas por otras que resulten más fecundas.
Enseñanzas del capitalismo y los de abajo
Medio siglo de capitalismo y luchas de los pueblos. Que nos parece que nos fueron enseñando. Que el sistema tiene una capacidad muy grande de desarrollo y de sortear sus dificultades o de digerir sus luchas intestinas, que esas prácticas sinuosas no le originan crisis de profundidad, que hasta pueden que sean elementos constitutivos que le dan vida, que aseguran su despliegue. Un sistema que no se suicida. Del que no puede esperarse que su proceso interno nos facilite la tarea, de que dicho proceso cree elementos para la llegada del socialismo. Toda su estrategia de existencia es contraria a las bases que necesita una sociedad de otro tipo de relaciones sociales como la pensada en términos de socialismo.
Los dispositivos, los mecanismos, las instituciones, los hábitos, los comportamientos, las ideas con que inunda la vida social, la misma forma de encarar la producción de bienes y servicios, su relación con la naturaleza, exige ponerlos cabeza abajo para posibilitar otra forma de vida social. De este universo social y orgánico no sale ningún producto bueno para los de abajo. Las viejas ideas de progresismo creciente en la medida del desarrollo del capitalismo han sido sepultadas por la historia.
Usamos el concepto “los de abajo” o “pueblo” con un sentido preciso. Nada tiene que ver con esa acepción de “sociedad civil” que hace tabla rasa con las clases y fracciones de clase que en ella existen. Esa “sociedad civil” que excluye las estructuras de poder dominante que por ella circulan y que son también sostén del sistema. Es “sociedad civil” que iguala distintos intereses mientras secuestra, enmascara, una brutal realidad.
Desde el presente pero cambiando.
Es cierto el tránsito hacia una sociedad distinta lo debemos hacer dentro de este sistema. Pero la experiencia vivida indica que hay medios, orientaciones, uso de instrumentos, utilización de instituciones, formas de organización de actividades sociales, que deben ser desechados si es que queremos ir conformando fuerzas sociales capaces de producir verdaderamente cambios en las formas de la organización social. Es alternativa imprescindible si queremos ir construyendo una sociedad distinta, con miras a conformar un modo distinto para el conjunto de las relaciones sociales que componen una sociedad.
Hay una larga experiencia de tratar de elegir caminos cortos por parte del socialismo y de movimientos que postularon abatir el capitalismo. Todo ello a nombre del realismo, de la necesidad de ver con pragmatismo el trayecto hacia el cambio, de elegir supuestas rutas donde se pueden hibridar a nuestro favor aspiraciones de cambio con los mecanismos de reproducción del sistema; diciendo que podemos estar en los circuitos de poder que se fueron constituyendo históricamente para asegurar una mayor eficacia a la dominación para desde allí, trabajando y produciendo en ellos, vayamos haciendo cambios que ahoguen ese canal dominante. Lo que demuestra la historia, también producciones teóricas de rigor, es que esos dispositivos de poder absorben, exprimen, hace funcional lo que entra en su circulación. También queda claro que con la lógica del sistema no se pueden pensar problemas contrarios a él. Las experiencias de las socialdemocracias son paradigmáticas en tal sentido, usando la lógica del poder dominante terminaron pensando igual, mirando con el mismo prisma la vida social y así se tornaron anodinas aún para hacer reformas menores. No es esencialmente distinto lo que le ocurrió a la concepción de dictadura del proletariado, al socialismo real, que tomó estructuras, instituciones y hasta la misma lógica como herencia legitima para su propio proceso. Todos esos mecanismos, todo ese conjunto institucional no está vacío, es más, está lleno. Lleno de producciones constantes a favor de mantener y reproducir un tipo de orden social. No parece ser de buena estrategia elegir aquellas vías, aquellos lugares y trayectos que tienen dueño y el poder de imprimir su sello a lo que allí entra. Cuantas organizaciones políticas, cuantos luchadores llenos de ideales y sueños terminaron pensando con la lógica del sistema y viendo como enemigos a sus queridos compañeros de ayer. ¡Que perversos son esos dispositivos, como atrapan, como cambian la cabeza y la estructura sentimental y que cuadro doloroso puede llegar a presentarnos!
Otro camino, otra producción exige el socialismo
¿Entonces cual es el camino? bien puede preguntarse y es pregunta correcta. Como punto de partida es, parece indicarlo la experiencia histórica de este medio siglo, no entrar en el núcleo duro del sistema con miras al cambio. No elegir los elementos que tiene la fuerza reproductora para crear algo totalmente distinto. Buscar estratégicamente los puntos en que resulta más vulnerable el sistema y donde su control es relativo, algo débil y tiene “virus” ¿Esto en concreto que es? Bien puede acertadamente preguntarse. Pues una aún sintética e inicial respuesta nos lleva de la mano a un tema neurálgico.
El sistema no sólo produce reproducción de sus relaciones fundamentales. Al basarse en la dominación y la explotación, la mayor ganancia posible, la competencia despiadada, el individualismo atroz, el mercado como gran dios, la constante represión física o psicológica de los agentes oprimidos, riqueza y poder solo para una clase, un industria “cultural” que trata de meter determinados valores, va al mismo tiempo produciendo, sin proponérselo, otro universo, otra situación. Así aparece por fuera del básico usufructo de bienes y servicios enorme cantidad de población, va sumiendo en la miseria a la mayoría de la humanidad, la va excluyendo en forma progresiva. Ese universo privado de todo (indigencia) o casi todo (pobreza) o que dispone acceso a muy poco de lo que aspira, (clase media baja) está compuesto hoy de cerca del 80% de la población mundial. En este universo se han ido produciendo una cierta cantidad de cambios culturales. Mecanismos de sobrevivencia, formas originales de apoyo mutuo, vivir con formas transitoria de trabajo. En tales condiciones cotidianas de existencia aparecen nuevas técnicas y formas de pensar y sentir. Muchos comportamientos que no son deseados y si combatidos por el sistema. Se descree en ciertos discursos, instituciones y prácticas sociales y políticas. Hay grados de recambio en nociones de justicia y derechos, recambios que van tomando distancia de los consagrados. Se va produciendo otro sujeto histórico, tanto en lo personal como colectivo.
El sujeto de cambio hay que producirlo
“El sujeto también es una producción histórica” nos avisan los estudiosos y por lo tanto hay que poner en funcionamiento prácticas que lo vayan produciendo y organizando. El conjunto de prácticas del sistema, más las heredadas de otros brutales sistemas anteriores, se han orientado a crear un sujeto individual-colectivo que encaje lo más profundo posible en el orden existente, en los valores que lo sustentan. No cabe duda que es mucho lo que han logrado internalizar en ellos-nosotros.
Siendo así otro sujeto histórico no vendrá de la nada, no aparecerá como arte de magia, debe ser el fruto de prácticas que internalicen otras cuestiones que chocan con lo dominante. La participación efectiva, la autogestión, la acción directa, la forma federal de funcionamiento realmente democrático, la solidaridad y apoyo mutuo, necesitan de mecanismos, organizaciones, prácticas regulares para su desarrollo. Necesitan constantemente organización. La continuidad que necesitan, para un despliegue que permita el cambio, requiere de una sostenida estrategia. Una estrategia coherente, que no desteja lo que en un momento dado se teje. Una estrategia que tenga en su interior un mundo distinto que va desplegando desde el seno de otro que le es antagónico. El famoso “usar todos los medios” puede ser una manera efectiva de asegurar que no se pueda desplegarse ninguna estrategia antagónica portadora de los elementos de desestructuración del sistema vigente. Por eso es de principal importancia la estrategia establecida y las tácticas que guardan correspondencia con ella. Tanto en lo social, como lo político está estratégica debe circular por el interior de todas sus prácticas.
Esto no implica el todo o nada o arar en el desierto. Se debe ubicar con la mayor precisión posible cual es el punto de partida, el carácter específico que tienen el conjunto de las relaciones sociales que configuran y sostienen el sistema y cada formación social histórica precisa en la que debemos actuar. Desde esta cruda y brutal realidad social debemos partir, no elaborar soluciones a través de procesos mentales independientes que no guardan relación en como son y se están dando determinados procesos sociales concretos.
Cuando los caminos cortos son los mas largos y además engañosos.
Construir un Pueblo fuerte
El tiempo de los procesos no lo puede decretar sólo la mente. Los caminos cortos, “pragmáticos”, lo “concreto” cuando se parte de un punto estratégicamente equivocado, son cantos de sirena y sólo producen más de lo mismo. Por eso importa hablar de una nueva forma de hacer política, de construir un pueblo fuerte, de articular esas dos instancias en un campo coherente. Importa igualmente que la estrategia (en sus diferentes niveles) y la táctica tengan una relación de recíproca influencia. Pues la táctica debe existir en el seno de la estrategia y esta se realiza a través de ella. Si bien son campos distintos deben estar permanentemente conectados. Queda claro la estrategia marca campos generales, guías de acción, coordenadas fundamentales, la táctica por su parte debe zigzaguear en función de la fluidez de la acción histórica concreta, Pero ese zigzagueo debe hacerlo en determinados marcos y con determinados contenidos de lo contrario no queda comprendida en ningún proyecto de cambio. La construcción de “Un Pueblo Fuerte”, como decía nuestra organización poco después de su fundación, requiere de un determinado trabajo social regular y una organización política que se articule a ese trabajo. Usaremos el concepto de social para describir actividades como las de: Sindicatos, cooperativas, trabajo barrial reivindicativo, DD.HH., temas generales y puntuales de tipo reivindicativo o por mejoras inmediatas tales como Salud, Vivienda, Etc. Por organización política, una instancia de síntesis, que intenta asegurar la continuidad de la estrategia, la elaboración teórica, el desarrollo de instancias técnicas, las orientaciones generales en la coyuntura, dotación de eficacia para las confrontaciones, la visión general sobre las luchas parciales, la ubicación de la estrategia del enemigo en cada momento, el aprendizaje constante de lo que arroje la lucha popular, el propiciar las alianzas que el proceso aconseje. El construir una propuesta de funcionamiento social para el presente, para la sociedad toda, en donde se procese un cambio sin interrupción. Ubicando lo más precisamente al Estado como estructura política especial del enemigo de clase, toda su capacidad represiva, todas sus instituciones de “perversa fantasía”: elecciones, parlamentos etc. pero teniendo presente al mismo tiempo que el poder dominante no se encuentra solamente ahí, que corre por distintas arterias del cuerpo social.
Ubicamos, así, lo social y lo político como dos planos de acción simultánea y debidamente articulados. Pero cada uno con su independencia relativa, con su propia especificidad. Somos así partidarios de un trabajo simultáneo, dentro de un mismo proyecto: de la organización política libertaria y del trabajo en todo el campo social. Somos partidarios de la construcción del poder popular, como ya lo anunciara la Organización en materiales de 1960 en adelante.
Pero debemos decirlo, lo fundamental de este planteo se haya inscripto en los albores mismo de la concepción libertaria del socialismo. La revolución social; el Estado como expresión del enemigo de clase; una sociedad basada en la solidaridad en oposición al egoísmo cruel del capitalismo; el no uso de los mecanismos del sistema: elecciones, parlamentos, el no tomar puestos en el Estado; institucionalización de los sindicatos. Fueron estas propuestas y prácticas social-políticas las que marcaban un rumbo general para salir del abrazo mortal del sistema, de su telaraña pegajosa, tramposa y por momentos tan atractiva para muchos. Gráficamente solían decirlo en el lenguaje de la época: “no entrar en el corral de ramas del enemigo”.
Cuando una nueva forma de hacer política solo es retórica.
Pero una nueva forma de hacer política o construir el poder popular no deben ser frases para una linda retórica o para poner un poco de cosmético de buen color a viejos y reiterados discursos que llevan finalmente al mismo puerto una y otra vez. Despacio porque tengo prisa, podría decir la experiencia histórica que aspira a la real emancipación. Pues la prisa ha llevado, circularmente, repetidamente, a callejones sin salida o a meter más profundamente a los de abajo, y postulantes a representarlos, en este despiadado sistema.
Nuestro proyecto de intención revolucionaria comprende hoy, como ayer, la elección coherente de caminos para transitar. Sin dogmas en cuanto a las herramientas teóricas a usar, toda producción rigurosa que permita mejor lectura debe ser tenida en cuenta. Con aquella frescura y apertura que nos permita vivir nuestro tiempo, teniendo muy presente todos los cambios que trajo y trae. Dotarnos, en fin, de una lectura que ubique sin anteojeras los reales problemas de nuestra época. Al mismo tiempo con firmeza e intransigencia para enfrentar todo lo que produce y sostiene al sistema actual, con el corazón y tesón puesto en un porvenir que hay que construir todos los días en los diferentes ámbitos de militancia.
Sin elitismos ni vanguardias, dos formas de jerarquizar las prácticas y deslizar, posiblemente inconscientemente, valores que no pertenecen al campo de los oprimidos ni a un proceso que necesita ser bañado por la luz de nuevos valores para que su marcha no sea confusa y hasta negativa. Pues de lo contrario no se estaría desestructurando ideológicamente esos valores jerárquicos tan conectados con la dominación y la obediencia sino remachando producciones ajenas sobre el sujeto histórico. Organización política, como la entendemos, no es sinónimo de vanguardia ni de elites “esclarecidas” sin las cuales el pobre “pueblo ignorante” no sale del laberinto capitalista. Sí, la organización política forma parte sustancial en la construcción de esa salida pero desde otros valores, desde otras prácticas ideológicas y éticas, desde otra sensibilidad social. Organización eficiente no es sinónimo de jerarquía. Organización política siempre adentro y formando parte del proceso con el pueblo, conviviendo con su grado de conciencia. Aspirando a contribuir a su elevación o modificación positiva con sentimiento de pertenencia a ese pueblo en plano de igualdad no de las “alturas” del saber.
Las autoproclamadas vanguardias, con una clásica concepción, de que son los portadores del futuro que llegan al seno del pueblo con la nueva buena, merecen ser ya una especie en extinción si los juzgamos a la luz de la historia. La ideología no viene de afuera, se produce en el seno mismo de las prácticas, en las ideas y comportamientos que el pueblo va realizando a través de sus diversos enfrentamientos. La producción de una tecnología social-política nueva y “discursos de saber” correspondientes a la liberación no pueden producirse sin desplazar a los que hacen a la dominación. Son discursos que deben entrar en confrontación y que deben abrevar de todas las instancias de resistencia donde el pueblo protagoniza luchas. En tal sentido, también la Organización política está en constante reeducación.
Dicen que “el poder existe en actos”, lo mismo puede decirse de la revolución. No es una entelequia o algo que ante determinado conjuro viene. No es un acto aislado. Exige prácticas modificadoras, de ruptura, de discontinuidad, en campos como el económico, el ideológico, el político-jurídico, el cultural general. Todo ello se concreta en un proceso con activa participación popular. Un pueblo que lo compondríamos como un amplio espectro de los oprimidos y explotados que designamos en esta etapa histórica como conjunto de Clases oprimidas. Un pueblo que sufre, dentro de los cambios estructurales ocurridos, una fragmentación de importancia que debe ser superada, tender lazos solidarios que vinculen, que la unidad de sus luchas constituyan un fundamento de primer orden para que conformen una fuerza social capaz de dar luchar efectivas y dar pasos en calidad. No estamos hablando de gradualismo, ni linealidad ni de tomar casetas enemigas una a una.
El arriba y el abajo como campos homogéneos
Desestructuración de lo viejo
Un proceso revolucionario tiene como condición que su dirección sea de abajo hacia arriba y no a la inversa como casi siempre está planteado. De ese abajo y ese arriba al que se refería Bakunin y que no implicaba jerarquía sino instancias organizativas sociales. Desde el pueblo mismo, desde el abajo, de los que sufren el rigor del sistema, desde los que resisten, crean y buscan formas organizativas para defenderse. Esto implica en la militancia una producción de una cultura para su transcurrir en el cambio social propuesto. Implica, digámoslo de paso, también determinados cambios, internalización del proyecto, ya en el “estilo” y comportamiento militante. Pues, como diría un criollo: con papas es difícil hacer dulce de zapallo.
La tarea de remover lo viejo, desplazarlo, desconstruir su estructura, es tarea diaria y no puntual y episódica. Somos parte en la constitución de una coyuntura y su aprovechamiento depende de lo hayamos hecho antes. Tarea diaria que debe hacerse en el seno de las diversas expresiones populares y procurando la mayor sintonía con inquietudes y urgencias sentidas para que esa condición necesaria de participación popular esté presente. Que no sean prácticas de solitario o de quienes operando al margen de sentimientos populares sólo atinan finalmente a enojarse con el pueblo. No es seguidismo de hábitos impuestos por siglos de construcción de un sujeto para un sistema, es tarea de todos los días, de militar para la descontrucción en el seno mismo y desde adentro del pueblo. Es el estar atacando estructuras que tienen su genealogía, su despliegue y residen en diferentes “territorios” del sistema.
Una tarea en el marco del territorio enemigo, vinculadas a múltiples resistencias y luchas, la mayoría de ellas reivindicativas o exigiendo mejoras. Pidiendo reformas con respecto a lo existente. Pero como bien decía nuestro teórico Malatesta: el asunto no es ir conquistando mejoras sino con que espíritu, con que telón de fondo se hace. Agregaba que no es lo mismo ir logrando reformas que ser reformista. Lo que se vaya construyendo de poder popular tiene que tener un norte desde el vamos: el socialismo. Sin ese norte no habrá futuro emancipatorio. Ese proceso de construcción de poder popular puede ir arrancando mejoras y no sintoniza con la premisa algo mágica de: “tanto peor, tanto mejor”.
¿Por qué queremos un proceso revolucionario? No es una elección romántica ni nostálgica. Es una elección casi descarnadamente racional. Se asienta en una lógica que este siglo de funcionamiento capitalista nos indica, con un hoy más que elocuente en sus horrores.
¿Qué cosas son tan horribles que nos exigen cambios desde el pié y bien a fondo? Algunos datos pueden ser ilustrativos en relación con nuestro planteo.
El capitalismo imperialista produce más y más miseria.
La política de la actual estructura imperialista con EE.UU. a la cabeza ha sido en estas últimas tres décadas cada vez más expoliadora y brutal, aumentó la exclusión de importantes volúmenes de población, condenó a la miseria a miles de millones de personas, invadió y asesinó poblaciones. El Sur fue casi desbastado, exprimieron al máximo sus riquezas naturales, se apropiaron de todo lo que les fue posible, sembraron la desocupación y el hambre en escala gigantesca. La política de EE.UU. y sus socios en relación con el Sur no parece detenerse pese al destrozo causado. Es de acotar que tampoco dejar de golpear a los habitantes pobres de sus propios países. La estrategia geopolítica del imperialismo pretende seguir profundizando su saqueo, fueron por zonas neurálgicas en torno al petróleo, ya tienen en su vista el agua, todo ello en el marco de un diseño de poder mundial.
Sería, nos parece, conveniente dar una vuelta con algunos datos sobre parte de lo ocurrido y ver como la tendencia de tan brutal política social pretende ampliarse. Veamos inicialmente algo sobre la agricultura por ser un sector que comprende casi la mitad de la población mundial.
La agricultura y la producción alimenticia serían tratadas como cualquier otra forma de producción sometida a las reglas de la competencia en un mercado abierto y desreglamentado, fue en principio decidido en la reunión de la OMC en Doha.
Con esta orientación se da que la comida traída al mercado por los tres mil millones de campesinos de hoy, después de asegurar su propia subsistencia, sería al revés de eso producido por veinte millones de nuevos agricultores modernos.
Ya ahora, en las sociedades campesinas del Tercer Mundo, se excluye un número masivo de personas y se incluyen relativamente pocas. La cuestión que se plantea aquí, precisamente, es que si esta tendencia continuara operando con relación a los tres mil millones de seres humanos que aún producen y viven en sociedades campesinas en Asia, África y América Latina los resultados saltan a la vista.
Por otro lado Las clases populares representan tres cuartos de la población urbana mundial, la subcategoría de los precarios representa dos tercios de las clases populares a una escala mundial. Tremendas las consecuencias sociales de esto.
Se estima que hoy viven en la indigencia, pasando hambre, unos 900 a mil millones de personas.
Otros datos nos agregan que se invierten anualmente, en gastos militares, más de un millón de millones de dólares y mueren cada año 11 millones de niños de enfermedades que se pueden prevenir o curar.
Se consume otro millón de millones de dólares en publicidad comercial, mientras 860 millones de seres humanos en el mundo no saben leer ni escribir.
Los multimillonarios. Hoy, el total son 793, con un aumento de 102 sólo desde el año pasado. El número de millonarios aumentó en Asia en unos 700.000 entre 2000 y 2004. En el mismo periodo, la población de millonarios de Norteamérica aumentó en 500.000, y la de Europa en 100.000. De acuerdo con Merrill Lynch, China se convertirá en 2009 en la principal fuente de compradores de mercancías de lujo.
Ese pequeño puñado de multimillonarios y millonarios están vinculados a las más poderosas transnacionales del mundo. ¡Cuanto para unos pocos!
Hay una globalización de la pobreza: los países industrializados del Norte del mundo albergan menos de un cuarto de la población mundial y consumen un 70% de la energía del mundo, un 75% de los metales, un 85% de la madera y un 60% de los alimentos, nos informa la ONU.
Según un estudio de UNICEF el 27% de la población infantil que vive en los países en desarrollo tiene un peso inferior al normal, lo que significa que cerca de 146 millones de niños y niñas están mal nutridos. Por cada niño visiblemente desnutrido, existen otros que luchan contra una situación deformante. Muchos tienen graves carencias de vitaminas y minerales como yodo, vitamina A y hierro.
Pretenden subordinar a sus proyectos a todo el Sur. Hay ataques y campañas que van desde sutiles a grotescas sobre cada país que intenta algún grado de política de mínima independencia. A nivel de nuestra América Latina la penetración imperial es a varias puntas, en lo económico primero a través de tratados, el ALCA en la etapa anterior y después ante la resistencia ofrecida aparecen sustitutos, los TLC de hoy. En lo militar son la múltiple política del Comando Sur. Descontamos la intervención tradicional del FMI, el Banco Mundial, la ex Organización Mundial de Comercio y el BID. Los diseños globales del G7-8.
Los Estados de los países industrializados comandando toda una política que abre espacio a nivel mundial, a la intervención despiadada de las trasnacionales ya sean financieras, productivas o comerciales.
Las trasnacionales el neoliberalismo y el poder imperial. .
Sin duda, sobre este tema, resulta de interés el balance que se ha hecho en la Contracumbre de Viena este año: «Las corporaciones transnacionales ejercen un poder enorme en el mundo- un poder que afecta la vida de todos. Las transnacionales van por el mundo enfrentando unos contra otros a trabajadores, comunidades, incluso regiones o países enteros, y generando una competencia despiadada donde los derechos humanos terminan viéndose socavados en todas partes. Las transnacionales son actores indiscutidos en la promoción de la ideología neoliberal, compañera de ruta de ‘esta globalización’. América Latina y el Caribe son dos de las regiones del mundo que más han sufrido sus consecuencias devastadoras: desempleo y precarización laboral, crecimiento de la pobreza y la marginalidad, destrucción de los sistemas agrícolas en pos del monopolio del agronegocio, violación de los derechos de las poblaciones originarias y campesinas, expoliación de los recursos naturales, privatización de servicios públicos, desindustrialización, achicamiento del espacio de estados y gobiernos para regular sus economías”.
Quienes dieron por muerto al imperialismo no sirven para sepultureros. El imperialismo vive y oprime como nunca. Al tiempo que los Estados de los países más industrializados han multiplicado sus funciones en diversos campos. Es cierto es otra forma de estado capitalista, ha dejado de ocuparse de algunas funciones anteriores y a tomado otras. Es una forma de Estado que guarda correspondencia con esta etapa donde las grandes transnacionales juegan un papel distinto al de la clásica empresa de etapas anteriores. Donde el capital financiero internacional se entrecruza diariamente con el nivel político. Son estructuras, las económicas, jurídico-políticas e ideológicas-culturales que revisten hoy una articulación muy específica.
¿Dónde están y quienes son estas tan mentales y avasalladoras trasnacionales, tan integradas y gravitantes a la práctica imperialista de nuestros días? El año pasado, aproximadamente, se difundió una información acerca de cómo estaba compuesto este elemento, las grandes transnacionales, de la estructura imperialista. Cuales eran las 500 trasnacionales más importantes. Veamos esto brevemente.
EE UU entre las 500 EMN más importantes cuenta con 227 (45%), seguido por Europa Occidental con 141 (28%) y Asia, 92 (18%). Estos tres bloques regionales controlan el 91% de las principales trasnacionales del mundo. Los citados
tres bloques de poder pueden movilizar capital, y controlar el comercio, el crédito, la financiación y el espectáculo. Casi tres cuartas partes
(73%) de las grandes instituciones corporativas se hallan en la esfera de poder
que configuran Europa y EE UU.
América Latina, Oriente Medio y África cuentan con un total de once de las 500 trasnacionales más importantes. En América Latina, sólo Brasil y México tienen trasnacionales de envergadura mundial, Arabia Saudita controla cuatro.
Las escasas trasnacionales que han aparecido en Rusia y América Latina son
principalmente empresas estatales privatizadas, creadas a partir del ahorro
público y la inversión de anteriores regímenes estatalistas.
Un examen más detallado de la «cúspide» de las trasnacionales gigantes ilustra con claridad la gran concentración de poder de EE UU: De las 10 principales ocho pertenecen EE UU y dos a Europa. Del 20% superior, el 75% son empresas de EE UU, el 20% de Europa, y el 5% de Japón.
EE UU tiene las mayores trasnacionales en los siguientes sectores: producción industrial General Electric), petróleo y gas (Exxon-Mobil), programas y servicios informáticos (Microsoft), productos farmacéuticos (Pfizer), banca (Citicorp), comercio al por menor (Wal-Mart), seguros (American International Group) y componentes de tecnología de la información (Intel). La capitalización total estas trasnacionales gigantes alcanza la suma de un billón novecientos setenta y nueve miles de millones (1.979.000.000.000) de dólares.
No cabe duda cuentan con credenciales para integrar la estructura imperial. Nada fácil será discutir con quienes las representan políticamente. Pero según hemos escuchado, en lo que respeta a nosotros la delegación uruguaya estuvo dispuesta a modificarle su formato preferido. Valiente el uruguayo, ¿O vendedor de buzones? Pero es difícil vender buzones porque ya no hay.
Nuestra América Latina y la construcción del poder popular.
Hay movilizaciones sociales diversas. Movimientos indígenas con determinadas reclamaciones parciales y generales; lucha armada como por ejemplo en Colombia y Méjico coexistiendo con movimientos sociales; levantamientos populares contra gobiernos y reclamando nacionalizaciones de riquezas naturales contra el saqueo imperial; plebiscitos populares contra decisiones gubernamentales o a favor de determinadas situaciones sociales y políticas; insurreccionales reiteradas como en Bolivia; resistencias que atraviesan fronteras y que se transforman en una sola voz como contra el ALCA; movimientos ecologistas en defensa de esa naturaleza tan maltratada y despedazada por el sistema; descontentos que se expresan en elecciones tradicionales con pueblos votando en contra lo que ya resulta repugnante y sintiendo esperanzas, en grados distintos, esperando la llegada de cosas nuevas, mejores, elecciones, que en general, pronto defrauda la expectativa chico o grande existente.
Justamente esto vinculado con los procesos instituciones, electorales, que no construyen poder popular directamente igualmente conviene tenerlo presente como dato de una realidad diferente a la de otros momentos históricos.
Lo hemos dicho otras veces, las elecciones pueden también ser tomadas como encuestas que trasuntan descontentos y búsquedas de parte de la población. Donde la propia elección y toda la tecnología política de los de arriba volcada en ella no logran anular un estado de conciencia que coyunturalmente tiene una expresión en ese mecanismo de ficción. Mecanismo electoral que no se corresponde con luchas libradas que apuntaban a otros horizontes, como en los casos de Bolivia por ejemplo.
Pese a toda la mediatización que esta encuesta presenta se nota en oportunidades que importantes sectores sociales activos con expresiones organizadas o espontáneas están decididamente a favor de cambios de fondo y por momento juegan una carta aquí por todo el poder simbólico que hay en esta telaraña. Otras veces el rechazo popular a la política gubernamental también dice algo.
Si tomamos datos por ejemplo en relación al Perú, tenemos que el presidente Toledo por cuatro años no alcanzó el 10 por ciento de popularidad. Que un Humala que hace 4 años no tenía presencia, salta de cero a 45 por ciento de respaldo electoral.
Por supuesto hay que descontar en todos estos procesos electorales los mecanismos de alianzas de derecha y centro derecha, el tremendo papel que juegan los medios de comunicación de masas, las multinacionales, la Embajada de Norteamérica y otras. A Este Humala en muchas ciudades andinas ganó con mayorías del 85 por ciento, por ejemplo en Cuzco, la famosa ciudad del Sur; en Arequipa, en Ayacucho, en Puno y otros lugares y sólo el voto pleno de la gran burguesía y las clases medias de Lima lograron derrotarlo e imponer el candidato que expresamente se inscribe en una política obsecuente a las directivas imperiales. Todo ello teniendo presente que los antecedentes de Humala no hablaban de un hombre vinculado a lo popular.
En este sentido tenemos la situación actual de Lopez Obrador en Méjico. El fraude trabajado por el gobierno y todo el mecanismo que EE.UU. pudo utilizar es repudiado masivamente, especialmente por toda la gente mas pobre. Un repudio que generó una situación institucional original y esto debido a que el pueblo ganó la calle en forma masiva. Pero lo que importa de esto es la bronca que subyace en una población que ha visto empeorar sus condiciones de vida abrumadoramente. Un México que tiene además expresiones de lucha armada, de municipios libres, la propuesta zapatista antielectoral y de poder popular, los enfrentamientos recientes en Atenco y Oaxaca. Combinaciones sociales y descreimiento de una forma política que lleva a que en diferentes lugares surjan voces revolucionarias, algunos ya hablando de que el pueblo debe tomar el poder: “porque la vía electoral está bloqueada, está corrupta».
Sí, lo electoral aparece mezclado con variadas expresiones distintas de construcción de poder popular, de acción directa de los movimientos sociales en la búsqueda de nuevas formas de organización social y con otro muy distinto grado de participación popular. Reaccionando contra viejas prácticas. Apareciendo en los momentos “oportunos” toda la parafernalia electoral y discursos que mencionan hasta exaltadamente el punto central de reclamos del pueblo. Y en ese terreno episódico electoral, así viene ocurriendo, se llega a tener preferencia por figuras que verdaderamente en poco o nada lo representan y que rápidamente tratan de desmontar los ingredientes de mayor potencialidad transformadora. Hay todo un mundo simbólico muy perverso que sigue jugando con fuerza y que por tiempo se proyectará impidiendo cambios auténticos. Se sabe la producción de un sujeto histórico opuesto al fabricado en esto siglos no se modificará de un día para otro, tiene su ritmo de cambio, precisa participación, lucha y otras prácticas mientras el otro tiene siglos infames de existencia y ha logrado eficacia internalizadora.
Pero no parecen rigurosos los planteos, con mucho de elitismo-vanguardismo, de que poco sirven todas esas expresiones y luchas de poder popular si finalmente terminan en los canales electorales sin logros de importancia.
Los logros deben ubicarse históricamente y en otro campo. En un ritmo quizás no apto para ansiosos irán dando sus frutos: la multiplicación de expresiones de acción directa, de autogestión en diversos campos, de organización de lo popular con formas que no apuntan a institucionalizarse, el descreimiento en ascenso de la clásica democracia burguesa, de la “casta” política y de una forma de hacer política.
Por ejemplo en Bolivia, voltearon a Sánchez de Lozada y vino Mesa que siguió una política esencialmente semejante, pero el movimiento popular se puso nuevamente en la calle y volteó a Mesa, un indicador que su experiencia organizativa y su conciencia de participación no habían muerto ante la frustración. No han abandonado la lucha el MST porque Lula y su partido traicionó promesas. Se recuperó el movimiento popular en Ecuador.
Se ha visto que por estas infames regresiones promovidas principalmente por partidos designados como progresistas no mueran las luchas de los abajo, ya tienen raíces de cierta profundidad.
Son tremendas estructuras reaccionarias y propuestas políticas llenas de “nuevas” promesas que le hacen ir escogiendo, a este universo relativamente nuevo que ha ido emergiendo, caminos que a veces lo lleva a los tumbos; caminos provisorios en instancias concretas y tramposas que se presentan y que todavía no terminan de abandonar. Que abandonarán cuando logren conformar su propia propuesta general de nuevas relaciones sociales, cosa que no vendrá de afuera, que se construye del adentro mismo. Y que para plasmarla necesita de una cierta fuerza social- política.
Las luchas por el poder popular, se ha visto en América Latina, empiezan por luchas cotidianas. Los movimientos de masa han tenido por momentos una gran capacidad de acumular fuerzas, en barrios, en comisiones por temas concretos como fue el del agua en Cochabamba, por reclamos de tierras y respeto a su vida comunitaria de poblaciones indígenas Sindicatos obreros y campesinos y movimientos indígenas. En algunos momentos todos aparecieron formando una malla social fuerte, combativa y ganando la calle y levantando consignas que en general ningún partido de izquierda tenía en su agenda.
Son conocidas las diversas expresiones populares con incidencia decisiva de organizaciones sociales han marcado una forma de lucha al sistema en esta década y media. En la Argentina, de “que se vayan todo”; tumbaron a dos gobiernos en Bolivia; en Ecuador, tres en los últimos cinco años. Otro en Perú. Formaron parte de primera gravitación en frenar el intento de golpe de derecha en Venezuela.
Hay expresiones variadas de la capacidad de los movimientos sociales para actuar y desafiar a los peores regímenes gubernamentales y las medidas que producen. Han enfrentado a sangre y fuego en la calle a la represión policial y militar.
Se han ido dando formas organizativas, hoy los movimientos sociales actúan sobre problemas sociales y económicos, luchas por la salud, el agua, el empleo, las carreteras, la electricidad, Derechos Humanos, derechos precisos de las poblaciones indígenas. Son movimientos que devienen de sociales en políticos constantemente porque sus reclamos tocan intereses del poder dominante e interviene rápidamente el estado para reprimirlos y a mediano plazo para volverlos al carril de la domesticación institucional burguesa.
Eso que hemos mencionado que se dice más de una vez que después de estas expresiones queda poco o nada de favorable. Resulta una medición que por lo menos se puede decir que está hecha con categorías de viejos discursos que no tienen principio de lectura para el presente. Estaría implícito en estos discursos que: si no está el viejo partido de vanguardia, con sus grupo de profesionales y técnicos, no puede haber salida. No conciben otra forma de hacer política, tiene que estar esa elite esclarecida para guiarlo todo.
Sí, la Organización política sigue siendo de primera importancia para la liberación y para la ruptura, desestructuración del capitalismo e inicio de otro proceso sobre bases distintas. Pero es otra la forma política que debe buscarse y no debe sentirse vanguardia sino un nivel o campo distinto de esa misma lucha y el operar desde adentro mismo de ella es condición imprescindible.
Todas estas luchas, reivindicaciones, enfrentamientos, implica un proceso de participación activa de población, acumulación de conocimiento a partir de experiencias y enfoques que se fermentan en pos de soluciones legítimas, todas cuestiones que resulta fundamentales en la construcción de poder popular, dentro del cual debe estar en todo momento, bien adentro y no afuera, la Organización política, teniendo la doble articulación que un proceso de esta naturaleza exige.
Vigencia del socialismo libertario.
Queremos hoy, como ayer, asumir modestamente la responsabilidad de estar en este tiempo y en este lugar específico que nos toca actuar. Sabemos de los cambios de contexto histórico, mundial y nacional, y nos esforzamos por ir aumentando nuestra comprensión de los mismos. Procurando no repetir esquemas y paradigmas que corresponden a otro momento de la historia. Comprobamos que del campo socialista lo que queda en pié es un socialismo con libertad como perspectiva de una nueva forma de vida, de una nueva civilización. El sistema capitalista ya no ofrece más que injusticia, crueldad y oprobio, encarna lo antihumano y lo antipueblo. Claro está, por ello mismo no se irá sólo. Queremos ayudar a que se vaya. Con todo lo que ello implica.
No se ha terminado la historia y nadie bien nacido se conforma con un “capitalismo con rostro humano” o un “capitalismo como la gente”. Entre otras cosas porque no existe capitalismo humano ni como la gente. Las clase obrera, los pueblos, la humanidad toda no merece ni puede aceptar el horror y la inmundicia como perspectiva para nuestro mañana. Un horrendo mañana sin esperanza y sin luz. Y hay motivos, en tantos sueños y peleas de los pueblos, para dar razón a aquella frase del poeta León Felipe: “toda la sangre de España por una gota de luz”. Todo el esfuerzo posible por esa gota de luz que significa un mañana luminoso de justicia y libertad.
Porque creemos que la organización social lejos de impedir el desarrollo de la persona humana debe promoverla.
Porque creemos que la ruindad, la opresión, lo mezquino, el horror, la explotación, son productos emanados del poder dominante.
Porque creemos que el autoritarismo oprime y la obediencia denigra.
Porque creemos en la solidaridad y rechazamos el egoísmo individualista.
Porque creemos que el hombre es un ser social capaz de desarrollar su capacidad y generosidad al servicio de la sociedad.
Porque queremos una riqueza social y un poder socializado.
Porque queremos un hombre libre en el colectivo.
Por eso somos socialistas, por eso somos libertarios.
Y a todos los que sin mezquindades, con el corazón puesto en la tarea, luchan por estos ideales, los llamamos compañeros.
-Previo a la dictadura y Dictadura. Los golpes mortales dados en Argentina por la reacción.
-Reorganización de la FAU. Contexto general y particular.
-Neoliberalismo y descenso de la utopía socialista.
-Los levantamientos populares en América Latina, la población indígena.
-Poder popular y organizaciones políticas de la izquierda tradicional.
-Se va produciendo un nuevo sujeto histórico parido en la acción.
-Las clases oprimidas y el poder popular.
-El mundo unipolar. La política imperialista de agresión directa.
-La exclusión como política, acostumbramiento de los cuerpos.
-El capitalismo como modelo genocida y ecocida.
-Nuestro país en este contexto mundial y latinoamericano. Los No Alineados.
-Los mecanismos de reproducción y su decadencia.
-Una lógica equivocada para pensar los problemas. Una mala pregunta que obtiene una mala respuesta.
-El poder detrás del gobierno. Un gobierno que administra tensiones y gestiona y refresca el desprestigiado sistema.
Una descripción de lo hecho por el gobierno.
La ley de impunidad y la justicia burguesa.
La vigencia del socialismo libertario. La necesidad de una propuesta para este periodo histórico que contemple tiempo y lugar.
-La transición desde el capitalismo en la etapa prerrevolucionaria.
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