Acto 35 Aniversario de Fau.
Fragmentos del discurso de cierre del Acto del 35 Aniversario realizado por Juan Carlos Mechoso.
Nos encuentra la conmemoración de este nuestro 35 Aniversario en una coyuntura mundial y nacional, muy especial y compleja.
Sin duda vivimos tiempo de crisis y transformaciones.
Cierto es que en poco más de un decenio se ha venido presenciando una nueva revolución tecnológica. La cibernética ha entrado en la realidad cotidiana. El desarrollo incesante de las telecomunicaciones ha borrado casi las distancias, los avances del campo científico y técnico abren nuevos y cada vez más amplios horizontes al saber humano. Pero hay una brutal injusticia que permanece parecida a través de los tiempos. Pues esto ocurre al mismo instante que más de una cuarta parte de la humanidad carece de los recursos más imprescindibles para sobrevivir.
Las catástrofes ecológicas están golpeando a la puerta.
Desde el poder, de distintas maneras, por distintos medios, se trafica y se asesina, se persigue, se explota, se prostituye, se condena al hambre, se pisotean derechos y libertades.
Los importantes cambios actuales se están dando en el marco del conocido sistema capitalista. Sistema que sigue en expansión, y las crisis que lo han sacudido más de una vez, hasta ahora, le han permitido regenerarse. Capitalismo que en este momento procura un remodelamiento, una adecuación, basándose especialmente en el empleo de las nuevas tecnologías y de un papel ajustado a las circunstancias de los aparatos de dominación.
Así concebidos, dirigidos por este rapaz y brutal sistema capitalista, los cambios intentan ser sin nosotros y contra nosotros. Sin ese nosotros los pobres del mundo.
En primer término, sin millones de seres humanos de todos los continentes, de todas las etnias, de todas las culturas, del llamado Tercer Mundo. En segundo término también sin los de abajo del Segundo Mundo y hasta de la mayoría de los países llamados desarrollados.
Reestructura del poder mundial.
Sangre y miseria para el mundo de la pobreza
Sí, sin duda, han sido estos últimos años tiempos de cambio, de muchos y relevantes acontecimientos.
Acontecimientos de magnitud como la caída acelerada del llamado «socialismo real» y la reestructura del poder mundial que de inmediato comienza.
El mentado Nuevo Orden Mundial, proyectado por el imperio norteamericano comenzó enseguida su articulación. En su nuevo proyecto, el viejo y criminal gendarme del mundo, aparece más eufórico que nunca.
Desde el comienzo de la llamada post-guerra fría muestra parte de su moderno proyecto: sangrienta invasión a Panamá. Lo nuevo es, que por primera vez el pretexto no es el peligro del comunismo internacional.
Después vendrá la guerra del Golfo, esa de vasta destrucción y donde se enterraron vivos a miles de seres humanos. Guerra con la que al mismo tiempo envió un mensaje de opresión y muerte para los pueblos de Tercer Mundo. Junto al imperio vimos a unas Naciones Unidas cómplices y obsecuentes de su política-belicista.
Un imperio que sigue usando su fuerza-militar para imponerse a nivel mundial, imperio que ha perdido parte de su hegemonía económica que hoy debe compartir con Alemania y Japón, y que tiene un devenir de grandes enfrentamientos en la lucha intercapitalista.
Estamos ante una nueva estructura de poder mundial donde el poder económico, tecnológico y militar no están en las mismas manos. Pero un designio común une a las distintas fuerzas imperialistas: explotar y oprimir, más aún si es posible….
Queda claro, la Pax Americana, y sus socios, arrojan un mensaje de sangre y miseria para el mundo de la pobreza.
Socialismo solo con el pueblo y en libertad.
Muchos paradigmas «consagrados» caen.
Una máxima de viejos socialistas se van confirmando en el devenir histórico: el socialismo es con el pueblo y en libertad, o no es.
Frente a este acontecimiento de caída de un modelo y de muchos conceptos fundamentales, se leen y escuchan variadas y curiosas versiones e interpretaciones. Están los que giran 90 grados a la carrera, los que hacen autocríticas y realizan propuestas de último momento y hasta los que quieren explicar la caída por la política llevada adelante por Gorbachov…
Pero lo cierto es que ese mundo, ese modelo, estaba hace mucho descompuesto, ya era inviable, estaba repudiado por el pueblo y no era nada socialista…
Junto a la caída total de este modelo han caído también concepciones enteras referidas a la construcción del socialismo. Muchos son los paradigmas que se derrumban.
Ha fracasado en primer término aquél «socialismo autoritario» que Bakunin calificara de incapaz de producir socialismo; de no ser apto para generar esa libertad que resulta imprescindible para la construcción de una nueva y más humana civilización.
Pero ese derrumbe salpica un vasto campo. Pone en el debate muchas categorías, hasta ayer indiscutibles y materia consagrada, que son comunes a otras versiones socialistas.
Conceptos por ejemplo como el Estado que para distintas versiones socialistas ha sido eje clave para cambios y construcción.
Justamente sobre este concepto podría preguntarse a la luz de esta y otras experiencias históricas: ¿es él neutro y puede ser utilizado para distintos fines? ¿no posee una dinámica propia y bien definida? ¿no es institución idónea sólo para represión y control? ¿no por su sola existencia no desarrolla en todo momento privilegios y clases? ¿no es una especie de organismo vivo que lejos de autoextinguirse tiende a desarrollarse? ¿la represión y la desigualdad no son componentes necesarios de su existencia?
Sí, sobre este y tantos otros conceptos se abre nuevamente un rico debate.
Lo moderno de la mano de los apetitos imperiales.
Más dependencia y miseria para América Latina
Así están las cosas a nivel mundial en esta coyuntura histórica. Y muchos efectos de los que acontecen los padecemos en nuestro Continente Latinoamericano.
Reestructuraciones del poder y nuevos proyectos, se suceden a nivel mundial y nuestra América Latina permanece sumida en el hambre, el atropello, la dependencia.
El adelanto, las innovaciones, lo moderno, vienen aquí de la mano de las invasiones yanquis y de la ferocidad de las transnacionales. El canibalismo neoliberal es hoy su expresión político-económica. El abrazo de la muerte viene con la iniciativa para las Américas y el Mercosur. Sí, claro que hemos tenido cambios en estos 20 años. Hemos tenido desarrollo y despegue derechito hacia la miseria.
Los problemas de nuestro Continente, en todo este tiempo, o siguen parecidos o se han agravado.
No se abrió espacio alguno para el mejoramiento de las condiciones de existencia de nuestros pueblos. Hay caminos y vías que permanecen cerrados y estos no se abren con discursos a la moda ni con mágicas invocaciones.
Sin ruptura no hay salida.
Pavorosa pobreza y crueldad neoliberal.
En la década del 60, en ese tiempo hermosamente revuelto y de alto nivel de esperanza, abundaron análisis y evaluaciones que afirmaban que no tenían ya, la mayoría de estos países, posibilidades de desarrollo, de cambios estructurales de importancia, de mejoramiento de la calidad de vida de su gente dentro del marco capitalista, y no se referían sólo a cambios revolucionarios y socialistas sino también a cambios independientes, a esos designados genéricamente progresistas. Estas conclusiones provenían de amplios sectores de la izquierda y de estudiosos independientes.
Qué ha pasado, para que este mundo de ideas haya desaparecido. ¿Es acaso que a despecho de aquellas evaluaciones nuestro Continente mejoró mucho y superó aquellos angustiosos problemas?
Obviamente no, bien se sabe que las dictaduras que trajeron las clases dominantes, al mismo tiempo que realizaron reacomodos para esta nueva etapa del capitalismo mundial, dejaron estos países más endeudados y dependientes que nunca. No sólo fue represión a sangre y fuego. Aumentaron los cinturones de miseria, la pobreza extrema se extendió a más población, crecieron los rancheríos, la niñez sub-alimentada o hambrienta, la gente que tiene que vivir en la calle, la marginación, la desocupación, las epidemias hijas de la pobreza. También disminuyó y mucho, el servicio de salud y enseñanza para los de abajo.
De estos datos y no de elucubraciones antojadizas es que debemos partir para la elaboración de cualquier estrategia social-política. Sin olvidarse que las intervenciones imperiales, las torturas, desapariciones forzadas y el genocidio han estado al orden del día después del recambio de dictaduras por esto que llaman democracia.
A no dudar, que en la producción de tanta miseria, tanta falta de todo, la estructura de dominación imperial, en su política de ayer y hoy, ha jugado papel decisivo. Ese imperialismo al que muchos ya no quieren nombrar.
Esto es lo que nos regala ese sistema que hoy quiere presentarse cínicamente como modelo superior de convivencia, como campeón de libertades y derechos.
¿Qué espacio queda entonces en el marco de este modelo capitalista más dependiente que nunca? ¿Quién ignora que los organismos internacionales, en los que se refleja la estrategia del imperio para este momento, dictan detalladamente las despiadadas pautas económico-políticas que sufren hoy nuestros pueblos?. Pautas que se instrumentan con obsecuentes técnicos y políticos de estos gobiernos llamados nacionales.
El Uruguay de hoy, los cambios producidos.
Más para los ricos menos para los pobres.
Mientras tanto, ¿qué ha estado pasando en nuestro país en estos últimos años?. Los cambios producidos en esta última década han sido de importancia. Abarcan zonas de lo económico, lo político, lo social, lo ideológico. En el marco de una misma estructura capitalista otro Uruguay ha estado naciendo.
Desde la dictadura, desde que la corporación militar concentró la casi totalidad de las funciones políticas del Estado, la situación general del país ha seguido empeorando. Especialmente la situación de los trabajadores y el pueblo pobre siguió desmejorando.
Conocido es que el país salió de la dictadura con gran endeudamiento y más dependencia que nunca…. Las fuerzas reaccionarias que cubrieron con la ley de impunidad todas las infames tropelías hoy plantean la existencia de unas FFAA más tecnificadas y con una tarea primordial: la represión interna. Preparados para reprimir cualquier lucha vigorosa de los con hambre.
La política económica iniciada por la dictadura fue continuada por los siguientes gobiernos llamados democráticos…
El modelo económico-social.
Neoliberalismo, obsecuencia y dependencia.
El modelo económico-social no ha tenido cambios de importancia de la dictadura a nuestros días. Modelo que ha significado mayor extranjerización de la producción y las finanzas. Finanzas que se han dolarizado; las transacciones de importancia en general se hacen en dólares. La tierra se ha ido vendiendo a extranjeros. Más y más se les han ido abriendo las puertas a las transnacionales para que entren a saco en nuestra economía.
Más y más el Estado tiende al abandono de funciones económicas. Servicios públicos y ramas de la actividad industrial van pasando a manos del capital extranjero a través de privatizaciones.
Desde el exterior, con más desparpajo que nunca, se fijan las líneas económico-políticas que deberá aplicar el gobierno, sí o sí.
Por su parte los gobiernos las aplican con lacayesco placer.
De esta forma lo que viene bien al Banco Mundial, al F.M.I., a la banca extranjera, a las transnacionales, a la estrategia del imperio, es lo que le viene bien a estos gobernantes.
Y tuvimos gobernabilidades y coincidencias para llevar adelante estas políticas entreguistas y hambreadoras.
Por su lado a la izquierda electoral la encontramos preocupada, más que nada, en hacer buena letra, construir una «cultura de gobierno» y desmontar lo que designan como caducas «culturas de resistencia».
Como contra partida de todo esta han venido uno y otro mazazo contra los intereses populares. A nombre de «modernización», de ponernos «a la altura de los tiempos», de adecuarnos para la competencia, van aumentando con total insensibilidad la miseria de los de abajo…
Sí, el panorama es crudo. La desocupación ha seguido creciendo, el salario se ha mantenido aproximadamente con el poder adquisitivo del tiempo de la dictadura, crecen los trabajadores informales, los que tienen que salir a pelear el puchero de cualquier manera. También crecen los rancheríos y casas muy precarias, la gente que vive en la calle, los robos para comer, la mendicidad.
El trabajo, la alimentación, la salud, la vivienda, la enseñanza son carencias que golpean todos los días a la puerta de los pobres del Uruguay.
Y éramos pocos y llega el Mercosur abrazado con los neoliberales y en el marco de una estrategia global del imperio.
La necesidad del nivel específicamente político.
Una estrategia global para el combate.
Así como sabemos que sin libertad no podrá haber socialismo, sabemos también que un proceso revolucionario necesita de una instancia específicamente política. No hemos confundido movimiento obrero-popular con instancia política, por eso somos especifistas. Y hay un conjunto de tareas que corresponden a la órbita de la acción política.
Decía sobre el tema nuestra organización hace unos 20 años.
«La actividad de una organización política supone una previsión del devenir posible de los acontecimientos durante un lapso, previsión que incluye la línea de acción a adoptar ante esos acontecimientos de manera de influir sobre ellos en el sentido más eficaz y adecuado. A esas previsiones es a lo que se le llama línea estratégica. Válida mientras perdura la situación general a la cual corresponde. Si la situación general experimenta cambios importantes la organización tendrá que revisar su estrategia para adecuarla a la nueva situación».
Esto no implica modificar los objetivos perseguidos, los fines ni los principios ideológicos.
Para quienes quieren hacernos perversos contrabandos y vendernos estrategias presuntamente ideologizadas les decimos que «No hay estrategia apolítica, ideológicamente neutral. La ideología constituye un motor esencial en la acción política y un componente inevitable de toda estrategia. Que no vengan con esa farsa cínica de la muerte de las ideologías. Esa muerte que lo único que pretende es que sólo siga funcionando la ideología de los de arriba, del liberalismo burgués.
Compartimos que la actividad política no puede quedar reducida a la lucha sindical-popular, aunque esta contiene elementos efectivamente políticos. Hay un vasto campo, en relación con el poder del enemigo, que requiere de una regular y específica acción política.
Acción política y espacio admitido
Pero por política, se ha interpretado la mayoría de las veces, el uso de los espacios e instituciones que la burguesía ofrece. Esas instituciones de la burguesía que sólo a la burguesía sirven y que históricamente constituyeron un corral de ramas para las aspiraciones de los oprimidos. Allí se agotan ciertas prácticas que terminan domesticadas y anodinas.
Lo que importa es la acción política de todos los días sin cálculos politiqueros y electorales. Lo ha reiterado la Organización: poco importa lo que la gente hace cada 5 años en un cuarto oscuro importa lo que hace todos los días de esos 5 años. A esas prácticas políticas del espacio admitido, la dinámica de ese espacio les imprime su sello. Les exige buena letra y mejor práctica. Les da el abrazo de la muerte del sistema.
Las características y articulación de las instituciones burguesas permiten a esta altura una muy clara lectura. De ahí, que pensamos, que están bien en su seno quienes han renunciado ya a superar este infame sistema de explotación, opresión y muerte. Equivocados, quienes no han abandonado esas nobles esperanzas. Ni los procesos mentales ni los deseos cambian ellos solos la realidad. Las instituciones liberales burguesas son lo que han demostrado ser a través de su historia.
Junto a una forma de concebir la política está una forma de hacer política. Y los programas y enunciados de poco sirven cuando se eligen formas de acción que no los harán posibles.
Una concepción distinta del hacer político.
Lo que se encuentra esbozado en la corriente anarquista
Hay, decimos, una concepción del hacer político, de cómo deben organizarse las prácticas, que mucho ha tomado de las concepciones liberales burguesas, de la ideología enemiga.
Para ella, el partido político tiene que estar separado, de manera cortante de las demás prácticas sociales-políticas del pueblo. El movimiento obrero-popular sólo puede ser furgón de cola. Así, no sólo establece diferencias entre distintas prácticas sino que además establece una jerarquía elitista.
El partido, entonces, tiene que decirle a la gente, en todos los campos, qué es lo que tiene que hacer. De esta forma toda actividad popular independiente es considerada peligrosa. El partido sabe, la gente, la masa, es ignorante. Está allí implicada la desconfianza en el pueblo, en su capacidad realizadora, su creatividad. Pueblo que mencionado hasta el hartazgo, idealizado en la teoría, resulta despreciado en los hechos.
Una acción política transformadora no puede llevar adelante un proceso sin que el pueblo forme parte efectiva de él. Una nueva articulación de la acción política se impone, también la caída de muchos mitos acerca de la función del partido. No hay cambios profundos al margen de la gente. Esta problemática del carácter que tendría que revestir la práctica política, había quedado reducida históricamente casi a menciones teóricas. Pues la realidad parecía haber dado razón a un concepto autoritario del partido. Hoy la historia estaría señalando otra cosa.
Un concepto distinto acerca de la acción política se encuentra implícito y a veces esbozado en las corrientes anarquistas. La FAU recogió, dentro de sus modestas posibilidades, ese diferenciado concepto. De ahí, entonces, el transcurrir de su vida política de lo institucional consagrado; su criterio de la necesaria independencia del movimiento popular; el no-vanguardismo elitista, y la acción política como dinamizadora y sistematizadora.
Por esta concepción de la acción política, concepción no acabada, FAU ha sido catalogada de anarcosindicalista -ya para sus prácticas en lo sindical como en lo social general- por quienes conciben finalmente el partido, dígase lo que se diga, como elite vanguardista.
Forja de una nueva organización articulada en el pueblo.
Todos estamos precisando la forma de una organización política que lleve adelante, en su nueva articulación, los anhelos de justicia de nuestro pueblo. Organización capaz de pelear con eficacia cierta contra la pobreza, la desocupación que crece, los problemas de la vivienda, la falta de todo. Un movimiento político de resistencia y enfrentamiento, jugado a los de abajo.
Como se sabe los frentes amplios están en otra. No se les ve allí donde el pueblo pelea con rabia e impotencia.
Una «cultura de gobierno» los pone a la distancia.
También sabemos que este Frente no es homogéneo, que hay allí distintas posturas políticas.
Una lucha política unida, por y con los de abajo es un grito que surge del fondo de la pobreza de nuestro pueblo.
Modernos que reiteran lo de siempre.
Mucho ruido y pocas nueces.
Muchos son hoy los discursos que hablan de modernización. Los hay de búsqueda honesta, de demagogia, de pánico a quedar fuera de la historia. Todos aluden a otro papel para el pueblo. La mayoría sólo queda en la mención formal y vuelve a proponer las prácticas políticas archiconocidas.
Nos preguntamos. ¿No será hora de procesar una nueva articulación desde abajo? No decirle al pueblo desde arriba, con cabezas muy parecidas a las de antes, cuál es el nuevo papel que se piensa debe jugar. Si verdaderamente se quiere una práctica política distinta tendría que ir acompañada de una concreta actitud distinta.
El amplio espectro de la pobreza.
Un frente de clases oprimidas.
Aquí en este país, donde hay una rica experiencia de luchas, triunfos y derrotas, hay un mundo de cosas para hacer en lo social… y la gente hace tiempo lo está haciendo. ¿No estará aquí una parte sustancial también de la nueva estrategia a elaborar?
En nuestra América Latina, con descreimiento que quiere creer, con dificultades y falta de continuidad, con bronca y sólo algo de eficacia, los oprimidos llevan su lucha adelante. La mayoría de las veces fuera de las estructuras políticas conocidas. Acá, nuestro pueblo también protagoniza luchas por allá y por aquí, muchas veces aisladas y parciales, otras veces juntándose un poco.
Quizás un frente de clases oprimidas sea una práctica político-social a empezar ya, con la fuerza que se tenga. Esa lucha de las clases oprimidas que ya está en marcha. Clase oprimida compuesta por los pobres de nuestra América Latina, de nuestro Uruguay: campesinos, marginales, obreros industriales y trabajadores en general, desocupados, buscavidas, los ocupantes de tierras. El comienzo de un recorrido profundo del poder popular. Clases oprimidas que han crecido junto al aumento de la miseria en nuestro continente y en nuestro país y que pueden jugar un papel importante en un proceso de transformación.
En la situación económico-social en que está este continente, Uruguay incluido, las clases oprimidas son hoy una fuerte realidad. Pueden llegar a constituirse en una fuerza social de importancia. Una concepción de cambio no encontrará aliados en terratenientes y burgueses venidos a menos, castas militares e intelectuales y técnicos modernos.
Es en esta clase, de amplio espectro, que estará la posibilidad de transformaciones de fondo en pos de justicia y libertad.
Contra la clase de los ricos que detentan el poder, estarán de frente los pobres del mundo de Nuestra América Latina, las clases oprimidas de nuestro continente.
Por la unidad con los que luchan, con los que creen en un mundo mejor, con los que odian la injusticia.
POR EL SOCIALISMO Y LA LIBERTAD
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