AL “MIEDO A LA DERECHA” LO SUPERAMOS CON LUCHA POPULAR

El contexto social y económico es por demás de dramático para los y las de abajo. La inflación de setiembre fue de un 12,7%, acumulando un 103,2% en lo que va de 2023 y 138,3% con respecto al acumulado del mismo mes de 2022. Los índices de pobreza trepan al 40,1%. Pero el verdadero termómetro de la situación emana del agobio con la que se vive las barriadas populares, o de la incertidumbre que hay en cada lugar de trabajo.

En este contexto se va a desarrollar el balotaje presidencial, corolario de un año signado por una dinámica electoralista interminable, y proyectos políticos que repiten una y otra vez las mismas recetas. Como contracara a esto, las organizaciones sociales y sindicales atrapadas en la puja por la conservación de los ingresos, cada vez más diezmados, sin poder siquiera pensar en una mejora en las condiciones de vida sino en perder lo menos posible.

Ese laberinto de falsos antagonismos y disputas entre sectores de la clase dominante, ha dado como resultado la existencia de dos candidatos que poseen ciertos rasgos económicos comunes como la defensa del libre mercado, la propiedad privada y la hegemonía de los capitales concentrados, además del refuerzo de la reprimarización de la matriz económico-productiva del país. Como corolario ambos han mostrado posiciones similares en geopolítica, evidenciada en la estrecha relación de “amistad” con el imperialismo norteamericano y la defensa del Estado de Israel frente a los ataques genocidas que está llevando contra el pueblo palestino en Gaza en el complejo escenario global.

Es por eso que, en este momento, pareciera ser que el desenlace será muy ajustado, con una polarización a partir del rechazo cruzado de votantes. En este marco, se sucede un reacomodamiento –hasta con episodios escandalosos- de las fuerzas políticas opositoras, sobre todo los sectores antiperonistas, liberales y conservadores.

Como se sabe, Milei viene a representar ese fenómeno mundial de avance de sectores de ultraderecha, que en nuestro país se traduce en políticas antipopulares, quita de derechos, misoginia, reivindicación y apología de los crímenes de la última dictadura, politicas económicas de shock, pérdida de soberanía monetaria, viento a favor para la represión abierta a la protesta, promoción del acceso a las armas y mercantilización extrema de todos los aspectos de la vida.

Por otro lado, no deja de sorprender el apoyo que ha cosechado Massa a pesar de los números de la macro-economía. Porque sabemos que Massa no viene a representar una salida popular ni mucho menos, sino un voto a partir del miedo. Sumado a esto es notorio el crecimiento del abstencionismo y el voto en blanco. Esto viene evidenciando de manera cada vez más clara una descomposición del sistema electoralista y la consecuente representación de los partidos tradicionales. Nos obligan a los sectores populares a seguir eligiendo políticos de profesión, con la novedad que ahora el dilema es entre cual es el menos neoliberal, o cual menos reaccionario. En este sentido, el miedo ha sido una herramienta eficaz para imponer modelos económicos, políticas antipopulares y falsos consensos sociales. Al menos, desde el ballotage de 2015, se viene dirimiendo entre qué tipo de ajuste nos van imponiendo, porque “esto es lo posible” o porque “no da la correlación de fuerzas”. La historia nos ha dejado buenas lecciones, muchas solapadas por el progresismo y los partidos tradicionales, en donde el pueblo y sus organizaciones marcan el camino de la resistencia a la avanzada reaccionaria.

Sabemos se vienen meses de más tarifazos, recortes en el sector público, ajuste salarial, corridas cambiarias, nuevas devaluaciones, continuidad en la injerencia del FMI, más desocupación y carestía. Es de esperar además, teniendo en cuenta el reciente desabastecimiento de nafta que hicieron los empresarios del sector para presionar sobre el aumento de precios (anteriormente lo hicieron con productos de primera necesidad) que los sectores dominantes profundicen este mecanismo de extorsión con el gobierno de turno, perjudicando a los sectores populares.

Es en este escenario que el anarquismo organizado, junto a otros sectores combativos, lejos de entrar en la histeria electoral, donde se quiere revertir mágicamente lo que no se militó en 4 años, tendrán que redoblar esfuerzos, anteponiendo a ese miedo a la avanzada reaccionaria, más militancia de base y confianza en las propias fuerzas. Los tiempos requerirán acción directa, empujar nuestros sindicatos y organizaciones populares a la calle, o para recomponer el poder adquisitivo dañado por las nefastas políticas económicas del actual gobierno, o para enfrentar el garrotazo ultraliberal de Milei-Macri. Justamente sabemos que, en medio de la desidia de la clase política, y de discursos de privatizaciones y vuelta a los 90´, solo los trabajadores y sectores populares organizados vamos a garantizar la defensa del sector público, derechos y conquistas históricas. La democracia directa, el involucramiento colectivo de nuestro pueblo, la independencia de clase son las únicas herramientas para combatir la pasividad que forja este sistema electoral caduco. Por esto creemos que la única disputa de fondo es entre seguir emparchando este calamitoso sistema capitalista, o construir los cimientos para una revolución social, por una sociedad sin opresores ni oprimidos.

¡Ante el miedo a la derecha, confianza en la lucha y organización popular!

¡Ante la confusión y especulación electoral, la claridad de la independencia de clase!

Organización Anarquista de Córdoba – OAC

Federación Anarquista de Rosario – FAR

Organización Anarquista de Tucumán – OAT

Organización Anarquista de Santa Cruz – OASC

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