ESCENARIO POLÍTICO NACIONAL
Aguas un poco agitadas corren bajo los muelles de la política y sociedad uruguayas. Tal vez no sean situaciones para inquietarse, que preanuncien crisis, pero parece que nos encontramos en un punto de inflexión en varios sentidos. Parece estar en juego un cierto reacomodo de la configuración de los partidos y su relación con el Estado.
Las divisas tradicionales…
Por el lado de los partidos de derecha, el juego hace ya unos meses es más o menos el mismo. Dentro del Partido Colorado (PC) se afianza el predominio de Pedro Bordaberry, que le ha impreso un tinte más joven y a su vez más reaccionario al mismo. La herencia golpista bajo ropaje “renovador”. Eso le valió el repunte electoral al PC y una importante “lavada de cara” frente a parte de la sociedad, sobre todo la clase media y media alta. Se perfila como un posible recambio por la derecha a futuro en el gobierno. Y en lo inmediato, parece ser la opción más firme de la derecha para volver por sus fueros, para ir creciendo.
En el Partido Nacional (PN), el Herrerismo acusa cierto desgaste, si bien es el sector de mayor peso en la derecha nacional. Ese agotamiento hace que no sea visualizado por la derecha y la burguesía como capaz de disputarle el gobierno al FA y generar ciertos “consensos sociales” o “hegemonía” política. La propia imagen del “Cuqui” Lacalle está desgastada y asociada al liberalismo extremo, a las privatizaciones y cierres de fuentes de trabajo. No parece ser el sector que pueda posibilitar una vuelta a la vieja política pura y dura.
En cambio, Alianza Nacional se muestra como sector más de “centro”, volcado hacia el gobierno, acordando con él y apoyando varias de sus iniciativas. Esto motiva choques con el Herrerismo, acentuándose las divisiones y enfrentamientos a la interna del Partido Nacional.
Parece mentira, pero la derecha está fragmentada. No hay plan armónico común; ciertas disputas internas sobre todo en el PN no ayudan a condensar un “frente común” contra el gobierno. Eso no quiere decir que la derecha no logre articular un discurso. Es más, el discurso ideológico que circula hoy con más fuerza en nuestra sociedad es el de la derecha: inseguridad; por lo tanto, hay que bajar la edad de imputabilidad.
Para ello la prensa cumple a cabalidad su función, Bordaberry arremetió fuerte con el tema, impulsando una campaña de recolección de firmas, utilizando la sensibilidad social que existe respecto al tema inseguridad, como apoyo a su propuesta –y por ende a su sector- y por elevación golpea al gobierno. Por su parte, el PN lanza cada tanto la consigna; y ahora el Partido Independiente le hace los mandados a la derecha más rancia sosteniendo dicha posición. Ya no estamos sólo frente al intento de imponer una política sino frente a la implantación de un discurso social securitario, cuyo despliegue asegure su prolongación y la generación de otros tantos discursos que justifiquen una sociedad extremadamente disciplinada y vigilada. Los “nuevos enemigos sociales”: ‘el plancha’, el adicto a la pasta base, el joven, el pobre, todos ellos unidos en una sola persona por lo general, son el “cáncer que hay que extirpar” de nuestra sociedad actual. Nos escupen en la cara que los enemigos del sistema son los pobres. Horas de noticias policiales y exacerbación del morbo. “Eran menores de edad” debe ser la frase más repetida a diario en los informativos. Y la derecha potenciando ese discurso… que atraviesa a todas las capas de nuestra sociedad…
El Frente Amplio
Dentro del partido de gobierno las cosas no vienen bien hace tiempo. La “luna de miel” entre el MPP (sector con mayor bancada parlamentaria) y el Partido Comunista (PCU, sector cuyo peso está en el movimiento social) terminó hace rato y parece no haber equilibrio entre ambas. El PCU intenta marcarle algunos pasos al gobierno desde el PITCNT fundamentalmente, pero en forma limitada, tenue. Que la sangre no llegue al río…
Pero a su vez, el PCU se ha mostrado más “díscolo” en la interna frenteamplista y gubernamental: no votó la ley de Educación en 2008 (aunque el FA ya tenía asegurados los votos) y marcó sus diferencias frente a la política económica. Parece que ahora algunos sectores quieren “pasarle la boleta”, en un intento de disciplinar a la “fuerza política”, como gustan en llamarla.
Hay temas, donde incluso sectores obsecuentes a la estructura del FA, como la Vertiente Artiguista (VA) y el Partido Socialista (PS), se han manifestado en contra. Léase política económica, ley de salud sexual y reproductiva, etc. Incluso en la ley de caducidad, donde llegar a un acuerdo ha sido hartamente trabajoso, incluso con el pataleo de Nin, Fernández Huidobro y la “ida para las cuchillas” de Saravia. Y es, por otro lado, extremadamente fuerte el bloque de defensa a ultranza del accionar del gobierno. El Frente Líber Seregni (sobre todo Asamblea Uruguay) es quien sostiene esta posición, directamente en la figura del Vicepresidente Danilo Astori. Por otra parte, el MPP hace lo propio. Se le suma la CAP-L, que defiende lo indefendible, torturadores incluidos.
Y queremos hacer un alto aquí: ya hace un tiempo se ha justificado un discurso asqueroso, que escupe sobre el pasado de las organizaciones de intención revolucionaria y populares en general, sobre la lucha, sobre las esperanzas de cambio. No es una “cultura del arrepentimiento” sino la justificación total de que “esto es lo que hay” o de que es “lo mejor que podía pasar”, y que para llegar y sostenerse ahí, cualquier medio vale. Negociar con EEUU, con los “Tenientes de Artigas” y el diablo mismo. Y esto no es una traición: llegar al gobierno suponía esto, supone esto. Sino no hay quien pueda gobernar. Lógicas del sistema que escapan a los personajes –que son dantescos en muchos casos- y que los condicionan. No es casual que el Presidente sea un ex guerrillero y el sector mayoritario del gobierno el “frente político” de los ex guerrilleros.
Y no lo es , porque la actual etapa de despliegue del sistema capitalista en nuestropaís y región, necesita de gobiernos “progresistas” que enmascaren los proyectos de EEUU y organismos internacionales de crédito. Proyectos que siguen caminando, gobierne quien gobierne. Y nadie dice nada en cuanto a temas que desde hace décadas están en la agenda de los gobiernos uruguayos (del partido que sean): nos referimos a los planes del imperio en inversión en infraestructura para el desembarco de las multinacionales, como el Plan IIRSA, que involucra proyectos como la Hidrovía, el desarrollo ferroviario y de carreteras para que las empresas frigoríficas y sojeras se lleven la riqueza de nuestra región. Plan IIRSA que fue concebido como paso previo al ALCA; mientras éste quedó estancado, el IIRSA continúa desarrollándose. De este modo, son los gobiernos de izquierda los que generan las condiciones para el plan político de mediano plazo de los Estados Unidos.
Política económica: inversiones privadas o del Estado?
Justamente el tema de mayor debate es la política económica, tanto en su aspecto redistributivo como en el enfoque de modelo de país, es decir, si se va a continuar por la línea centrada en la inversión en servicios o se va a impulsar la producción industrial de carácter nacional.
Y ahí se inserta el debate de estos días: el intento de imponer las Asociaciones Público- Privadas (APP). Es decir, para desarrollar aquellas inversiones –especialmente en infraestructura (vinculadas al IIRSA)- se sostiene desde la mayoría del gobierno, que el Estado no puede encararlas en solitario, que se necesita de la participación del capital privado. Además de afirmarse esto, nada se dice y menos se debate, acerca de qué porcentaje de las ganancias van a parar a manos del capital privado, qué concesiones se le otorgan, ventajas impositivas, etc. Es en definitiva, una privatización encubierta o a medias, en el mejor de los casos, ya que el Estado habilita la participación de empresas privadas en la gestión de recursos u obras públicas.
La gran diferencia con los gobiernos anteriores es que ni blancos ni colorados lograrían aprobar ley semejante. Es decir, que no sólo cuentan con el apoyo de la mayoría de la conducción sindical sino con un silencioso “dejar hacer” de la población, que sigue sintiendo a éste como su gobierno. En este marco, es donde el PCU intenta jugar cierta presión desde el movimiento sindical para “cambiar el rumbo de la política económica”, pero como decíamos, sin movilizar mucho, no sea cosa que la movilización crezca demasiado y tome otros rumbos. El movimiento sindical como furgón de cola de las necesidades de grupos políticos que juegan en el gobierno para criticarlo, pero no demasiado, porque la crítica involucra a dichos grupos.
Ley de Impunidad
Al momento de escribir este artículo el FA ha votado a su interna aprobar el proyecto de ley interpretativa de la ley de caducidad, es decir, convertirlo en ley en el Parlamento. Habrán ocurrido demasiadas cosas en este intervalo de tiempo, pero se confirma lo ya manifestado por varios políticos del FA: su rechazo a votarla. Dejarán su lugar a un suplente, la votarán acatando la resolución de los organismos del FA… Alguno se niega a votarla, igual ya han conseguido las mayorías necesarias.
Dos veces se intentó anular esta inmunda ley. Paradoja de la vida: el mismo Poder del Estado que la aprobó en 1986 hoy la “interpreta” para que se pueda abrir paso a varias investigaciones. No nos es agradable que sea el Parlamento quien mediante un artilugio legal, termine anulando la ley de impunidad. Pero hay una cosa cierta: hasta acá empujó la movilización popular. Años de porfiada lucha, de silenciamiento y desconocimiento, alumbran hoy este poquito de justicia, si así se puede llamar.
Y justo cuando el tema está en el tapete, al Presidente de la República se le ocurre ir a visitar al primer militar en actividad procesado con prisión por crímenes cometidos durante la dictadura; más exactamente por el asesinato de Nibia Sabalsagaray. Parece ser que el Presidente tuvo un gesto “humanitario” con el antiguo adversario. “Lógicas de guerra”, piensa uno para sí mismo. Sí, porque de otra forma no hay cómo entender que quien gobierna en nombre de la misma fuerza política que mediante “ley interpretativa” dejará sin efecto la ley de caducidad, visite a uno de los represores emblemáticos, ya que se toca al aparato militar en actividad y se señalan las continuidades represivas e ideológicas hasta hoy en el seno del Ejército.
Tal vez haya sido para “pedir perdón” o “rendir cuentas” por lo hecho y lo que se puede venir. Parece entreverse un viejo acuerdo entre ex contendientes. Una lógica perversa que conserva la impunidad. No es casual que sean Mujica y Huidobro (dos ex guerrilleros de notoriedad) quienes tomen estas acciones o sostengan que no hay que anular la ley de impunidad. Dos rehenes de la dictadura sosteniendo que hay que perdonar, olvidar y no revisar el pasado histórico. Es decir, no hay que luchar, nos equivocamos, y la represión e impunidad son necesarias. Pavadita de discurso ideológico hacia la sociedad…
Conclusiones…
Este gobierno va a avanzar en áreas fundamentales para el sistema capitalista. Todo el desarrollo de las inversiones privadas en infraestructura, el desembarco de inversiones de multinacionales son la profundización de una línea que gobiernos anteriores no pudieron imponer, pero que ahora se realiza gracias a que no se muestra como tan agresiva, sino como integradora del continente en manos de gobiernos “progresistas”. Lo cierto es que las multinacionales esperan agazapadas que se abra el grifo…
Y lo que la derecha exige o hace campaña en ese sentido, es que este tipo de planes se impongan con política represiva acorde, que haya una política global conservadora. No es sólo asunto de demagogia; la derecha quiere imponer mayor represión, porque sueñan con una sociedad hipercontrolada.
En ese juego de tensiones se halla hoy la disputa real en el rumbo del gobierno: si el avance extranjerizador de la economía y privatización de los recursos debe o no ir acompañado de una política represiva dura o más “light”. En definitiva, es un discurso que ya ha calado hondo y que va a tener operatividad en otros contextos en el futuro. Y ahí está el verdadero problema de fondo: cuánto avanza o no este “plan global”. Por cuánto tiempo podrá llevarlo adelante el gobierno sin mayores conflictos, cómo será su ritmo de desgaste frente a ello, cómo actuará la derecha: ¿crecerá?
El escenario político futuro pinta ciertas incertidumbres, pero parece ser que las grandes líneas están trazadas. El gobierno juega a ganar en las próximas elecciones gracias al crecimiento económico. Y para sostener la imagen del gobierno –y de paso, candidatearse- ha reaparecido Tabaré Vázquez.