Salú Compañeras y Compañeros.
Desde aquí vivimos circunstancias de especial reflexión coyuntural, tanto general como particular, momentos como este en que es fecha de aquellos ejemplares acontecimientos de lucha por la reducción de la jornada de trabajo. Aquellos momentos en que dieron su vida tantos militantes que junto a esta reivindicación pensaban en una transformación revolucionaria del orden capitalista, una lucha que pensaban y sentían unida entre sí.
Hechos que marcaron a fuego un momento de la lucha de clases y que dio como símbolo y verdadera referencia militante a aquellos heroicos, abnegados y profundamente convencidos de la justeza de su entrega por socialismo y libertad que hoy conocemos como los Mártires de Chicago.
La marcha de la historia siguió su camino, jalonada de diversos acontecimientos, de grandes y sacrificadas luchas de los de abajo, de despiadada explotación y opresión. Todo eso le dio su contenido a esta historia que no es amorfa ni tiene esencia propia y fatal.
Sin duda estamos en otro periodo histórico que tiene sus problemas específicos, pero tiene al mismo tiempo, y aún con las modificaciones operadas, un núcleo constitutivo que no ha cambiado y que permite al sistema realizar cambios dentro de una estructura de dominación poseedora de una más que conocida ferocidad hacia los de abajo.
Una nueva etapa, una nueva configuración del sistema capitalista está ante nuestros ojos al día de hoy.
Fue profundizando algunos de sus rasgos fundamentales a medida que los elementos técnicos científicos se desarrollaron. Logró, construyó…, produjo, técnicas y dispositivos que tendieron de manera implacable e intencional a aumentar la riqueza y poder de una minoría, cada vez más chica…, y una opresión, explotación y miseria general de los de abajo que no tiene parangón histórico.
Es ese HOY que bien grafican consignas gritadas por movilizaciones populares que han ganado las calles en diferentes partes del mundo, es ese grito de repudiemos, indignémonos, luchemos contra ese 1% que detenta el poder y riqueza mundial. Esa riqueza que fue el resultado de toda una actividad de siglos y que recayó fundamentalmente su producción sobre los hombros de los de abajo.
Si estamos en otra etapa del sistema capitalista, por usar una vieja clasificación…; frente a otra forma de Estado; frente a nuevos paradigmas infamemente engañosos; ante producciones de saberes para dar fundamento a la bestialidad reinante; ante elementos ideológicos y discursos parciales para diferentes áreas que no llevan otro propósito que el de perpetuar y empeorar lo existente… Podemos decir que otro camino está ahí, con todo el potencial que contiene, con todo el sacrificio y sangre que lo construyó: el socialismo. Sí, es socialismo o barbarie, o socialismo contra capitalismo salvaje, sangriento y antipueblo que surca el mundo a diestra y siniestras historias.
Un desafío tenemos presente, un gran desafío. El adecuar los discursos, las propuestas políticas, las acciones correspondientes ante la bestia de turno. Esto nos exige adecuar la mirada, no vivir del pasado sino tomar de él todo aquello que nos legó de positivo, establecer los nuevos paradigmas en campos sociales que siguen estando confusos o en nebulosa.
Fortalecer una ideología que rompa con el individualismo que nos regala el sistema, con la fragmentación que recorre el tejido social. Salir del círculo vicioso que inclina, por el poder de la ideología del sistema, a buscar herramientas válidas dentro de los trastos viejos y podridos de esa institucionalidad que el capitalismo ha forjado para su perpetuación.
Estamos insertos en una estructura de dominación, estamos en una sociedad de clases, pero que posee hoy su especificidad histórica. Las claves de acción fecunda no se corresponden exactamente con las que en otros momentos fueron la respuesta válida. Pero lo gravitante, donde por supuesto está nuestro centro de atención, para nuestro accionar social y político son el movimiento obrero actual y los movimientos sociales.
Los movimientos que han emergido con fuerza en diferentes continentes en estos últimos años. La atención prioritaria de todo lo que pueda constituir empoderamiento del pueblo será la ruta a seguir. Pero ello será fecundo, tendrá eficacia transformadora en el proceso correspondiente si situamos los problemas de nuestro tiempo y las particularidades de cada lugar y acontecimiento social. Con apertura y sin esquemones, ir al encuentro de los reales problemas de este tiempo. Con elementos teóricos no dogmáticos, con hipótesis de trabajo militante, con la convicción de que sólo la lucha produce un pueblo fuerte.
En su antítesis, tomado globalmente el problema todo parece indicar que el poder capitalista viene por más. No es de hacerse ilusiones esa es la dinámica general y ya hay ejemplos concretos a nivel mundial y de nuestra América Latina.
Sí, hay problemas geoestratégicos, de intereses propios de países, problemáticas de poder intercapitalismo e incluso de orden interimperialista. Es decir de lucha por la incidencia de determinados países en zonas que poseen importancia ya económica o política.
Quizás una problemática de lo más relevante en este plano a nivel mundial lo constituyen los acuerdos progresivos de China y Rusia.
Son ellos dos gigantes, potencias económicas, políticas y militares, con relaciones bilaterales que han ido en aumento. Para Estados Unidos esto significa que ese mundo prácticamente unipolar que regentea puede verse afectado en determinados aspectos que estima importantes.
China y Rusia han firmado 30 acuerdos. El año pasado firmaron 15 documentos bilaterales. Cooperación para una planta de energía nuclear en China, suministro de gas ruso durante los próximos 30 años, suministro de crudo a China y para Rusia un crédito millonario del banco estatal de la nación asiática.
El potencial de estos países es relevante: Rusia es el más grande del mundo con 17 millones de kilómetros cuadrados y una población de 145 millones de habitantes con un Producto Interno Bruto que es el noveno mundial, y un promedio de crecimiento anual de 3 % a 4 %.
China, por su parte, cuenta con una extensión de 9 millones y medio de kilómetros cuadrados siendo el cuarto país más extenso del planeta; 1 340 millones de habitantes, el más poblado, y un PBI que es el segundo a nivel mundial después de Estados Unidos.
Beijing y Moscú cooperan estrechamente dentro del grupo de Shanghai y el BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) que les permiten contar con mercados donde pueden colocar sus productos e influir en las decisiones comerciales en las diferentes zonas. Ese BRICS donde está el Brasil que tanto pondera Mujica y su gobierno. El referente político para ellos.
Ese País con veleidades de imperio regional y que tanto se golpea el pecho como sexta gran potencia económica mundial. Ahí la pobreza se ha mantenido con pocas variantes aunque hablan de la irrupción de una clase media que es toda una fantasía. Pues esa famosa clase media no es más que un trabajador regular con un salario pasable.
Definen como “clase media” a quienes alcanzan un ingreso per cápita mensual de entre 291 y 1000 reales (entre 140 y 500 dólares). De esta forma, 54% de la población brasileña pertenecería a esta supuesta “clase media”, mientras que 30 millones (15% de la población) pasaron en la última década a un ingreso mensual per cápita superior a 250 reales (125 dólares).
Ese ejemplo de gobierno para Mujica y por ello del FA, mete y mete privatizaciones con multinacionales y sociedades público-privado donde se llevan la gran tajada las trasnacionales. El 15 de agosto de 2012 -por ejemplo- la presidenta Dilma lanzó el Plan Nacional de Logística para la construcción de autopistas y ferrovías por la forma de otorgar “concesiones” a empresarios y corporaciones.
Son planes privatizadores. Todo el sistema de transporte público en los municipios y estados está estructurado en base a empresas concesionarias o permisionarias, así como los contratos del Estado con las empresas de energía eléctrica, de telefonía y telecomunicaciones. De igual forma se privatizaron (y extranjerizaron) la explotación del subsuelo por las mineras, la explotación petrolera con las aparcerías público-privadas o el sistema privado de radio y TV. La más clara lectura de la situación social de Brasil se puede sintetizar en pocas cifras ya que por su PBI el país alcanzó el 6º lugar en la economía mundial, y por otro lado ocupa la posición 84 entre 189 países en el Índice de Desarrollo Humano mundial. En asistencia de salud ocupa el lugar 72 y en atención médico infantil ocupa el lugar 35 en 161 países. El desempeño brasileño en salud es 40% más bajo que la media internacional. Entonces ese sexto lugar en la economía mundial no se refleja directamente sobre el bienestar de la población.
Para los “pobres” el Banco Mundial ya ha expresado sus recomendaciones: una política asistencial que, como ya se pudo evidenciar, retorna en beneficios electorales para los “progresistas” que la aplican, como el “fome cero” o “bolsa familia”. Sugieren que esto es necesario porque descomprime algo las tensiones sociales y disciplinan a los excluidos o empobrecidos y los hace más dependientes de la institucionalidad. Sugerencias como estas las escucha con placer el gobierno actual y trata de instrumentarla. Así como esas explotaciones brutales extractivas que en estos días acaban de resolver a nivel parlamentario.
Mucho hay sin duda de situaciones y luchas de América Latina que arrojan conocimiento y luz sobre problemas de gran interés político. Pero el espacio manda, y hoy nos referiremos especialmente a Venezuela.
Dos hechos que han repercutido fuertemente en América Latina en estos días han sido la Muerte de Hugo Chavez y el posterior proceso electoral en el que por escaso margen el candidato bolivariano Maduro ganó la presidencia. Hugo Chavez fue un gobernante y militante de características singulares. Bastante controvertido, polémico y polemista, de afirmaciones políticas vigorosas, creativo, incansable en su decir y proponer, de potente carisma. Trajo a la escena social política el nombre de socialismo cuando ya pocos o casi nadie, a nivel de gobiernos en una estructura capitalista, hacía mención a tal nombre, mucho menos después de la caída del llamado socialismo real. Con Marx y Dios en su boca lanzó un original socialismo del siglo XXI, aunque todavía se discute qué contenido tiene tal concepto.
Su hacer político lo marcó con sello muy personal. Gobernante paternalista, personalista, autoritario fueron las definiciones más frecuentes que se usaron para su accionar. Creó mística y esperanza en gran parte de su pueblo y también en parte de otros pueblos de América Latina. Con energía gritó fuerte, en ciertas contradicciones, su antimperialismo, acerca de la Patria Grande latinoamericana, de la Independencia, sobre un Poder Popular pero creado fundamentalmente desde arriba. De la misma forma propuso y perseveró en la construcción de nuevos organismos a nivel latinoamericano fundamentado que con ello se lograría más independencia que traería mejorías importantes para el nivel de vida del pueblo.
Su muerte se transformó en un acontecimiento poco común. Fue impacto para varios lugares y sectores sociales. Así dijimos en la declaración pública que emitimos:
“Dolor de pueblo, dolor que duele.
En ese pueblo multitudinario que sale a la calle en Venezuela hay expresión de dolor, sentimiento de pérdida de algo querido. Al mismo tiempo dentro del dolor marcan que hay un rumbo a seguir, que quedó una línea trazada. Así lo viven, lo sienten y lo dicen. “Nuestro deber hoy es seguir más a fondo con el socialismo, con la lucha del proyecto”. Y entonces es que nos preguntamos ¿Qué elementos ideológicos se produjeron en el ceno de ese historial? ¿Cómo se expresarán estos elementos en el mañana cercano?
Pensamos que es justamente allí, en el pueblo, en los de abajo propiamente, donde reside, en Venezuela y en todos lados, la esperanza de inicio de procesos hacia un mañana mejor, justo y solidario. Hacia un poder popular auténtico, antimperialista y anticapitalista.”
Agregábamos una pregunta y una afirmación: “¿Cómo estará el imaginario de los de abajo en Venezuela cuando tanto se ha hablado de Poder Popular, cuando se ha hablado tanto de imperialismo, cuando ciertas formas de participación social se han hecho efectivas? Lo que sabemos es que el quietismo y la resignación no producen ningún grado de resistencia, la posibilidad está en la acción social política efectiva, por más contradictoria y confusa que esta sea.”
Pocos días más acá, y en el marco de cierta incertidumbre que se generó, la reciente elección da algún dato. Pero hay un conjunto de problemas que ya son motivo de consideración y debate en la interna bolivariana, está también ese hecho de que 7 millones y medio de personas apoyó el proyecto que estaba en curso. Vale decir que el chavismo siguió sin Chavez y para el futuro de este proceso se abren variadas interrogantes.
No es un movimiento homogéneo y su proyecto contiene una mezcla compleja de ingredientes. Tiene además a su frente toda una poderosa fuerza de derecha con respaldo imperial: partidos políticos hoy coagulados en un candidato, planes de desestabilización del imperio, un Estado, una estructura capitalista, poderosos capitales nacionales y multinacionales jugando fuerte, medios de comunicación que son instrumentos constantes de ataques y campañas de todo tipo.
Por otro lado en el propio movimiento hay una burocracia que, más que nada, la inspira el acomodarse al puesto y hay también burgueses, empresarios que están integrados. Simultáneamente están los herederos de aquel memorable caracazo, los de abajo, que integran instancias llamadas de poder popular y que han sido sostén muy relevante del mantenimiento de este movimiento y que han ganado la calle en innumerables veces, una de ellas para salvarle la vida al propio Chavez. Está claro que a la derecha y el imperio no les gusta nada el efecto que el movimiento bolivariano produce. Antes de la elección salió a luz uno de sus planes conspirativos para desestabilizar el país con miras a crear condiciones para colocar sus adeptos genuflexos.
El 5 de abril, Wikileaks vendría a revelar que durante su estancia al frente de la misión diplomática en Caracas, el embajador de Estados Unidos, William Bronwfield destinó 15 millones de dólares de la Agencia para el Desarrollo Internacional para entrenar y capacitar técnicamente a más de 300 organizaciones no gubernamentales venezolanas, con el fin de que ejecutaran planes desestabilizadores en los reiterados intentos de Washington por derrocar a Chávez.
El foco de la estrategia de cinco puntos fue fortalecer instituciones democráticas, infiltrarse en la base política chavista, dividir al chavismo, proteger negocios vitales para EU y aislar a Chávez internacionalmente. Parte de los recursos sirvieron para financiar reuniones en Venezuela y otros países de la región, de líderes políticos, conferencistas y profesores universitarios adscritos a la derecha totalitaria internacional. Ahora tenemos toda esa actividad de desestabilización post elecciones que no deja dudas que es una pulseada conjunta de la derecha y el imperialismo.
Hoy como siempre nuestra reafirmación del derecho a la autodeterminación de los pueblos y la esperanza que desde el abajo, con lucha a fondo, desde una construcción de poder popular genuino, ese proceso popular venezolano devenga en un empuje a las luchas por socialismo y libertad.
Por supuesto, atropellos e impunidades estamos viendo todos los días. Hace poco más de un día de la brutal represión en el hospital Borda contra pacientes, trabajadores y periodistas, la fiera de la derecha del macrismo mostrando sus dientes. Los compañeros de la cooperativa 1º de Mayo de la FOB presos en Bariloche, la represión a los pueblos originarios del norte argentino, también contra el pueblo Mapuche y sólo estamos comenzando a nombrar las de más al Sur.
Aquí tenemos una muestra de cómo se juegan a cubrir políticas siniestras fuerzas de derecha y algunas llamadas de izquierda. Se suceden unos y otros hechos en pos de cubrir con tiempo, silencio, borrado de memoria, los infames episodios de un sistema y sus brazos ejecutores.
Tratan de que quede en el olvido horrendos crímenes. Que las torturas a militantes y el ultraje a la población queden de costado, que las criminales desapariciones de militantes, las violaciones, el secuestro de niños, los asesinatos cobardes y sádicos sean olvidados.
En esta repugnante tarea ha estado un amplio espectro de partidos políticos y de otros mecanismos de la estructura del sistema capitalista. Varios gobiernos jugaron su carta a favor de esta infamia.
Ayer fueron los gobiernos de Sanguinetti, Lacalle y Jorge Batlle. Hicieron lo que se esperaba: defendieron la impunidad a rajatabla. Querían defender a ultranza a las bestias que con placer habían hecho el trabajo sucio. A esa institución de muerte que tiene su lugar especial dentro de la estructura de dominación para asegurar que el “orden” vigente no se toque. Son los partidos que tradicionalmente se identifican con el sistema y en quienes el poder deposita la confianza máxima. Son los amantes de los de arriba y los antipueblos; son piezas que cumplen su papel y tienen claro que quien decidió finalmente, acá como en otros lados, fue la estructura de poder.
No era para ellos el momento de la violencia ideológica, cultural o económica o de la represión mediana; ¡No! era el momento de lanzar a la arena los organismos máximos de represión y muerte. Y así fue. Bien adoctrinados, bien constituidos, bien producidos para la función, las bestias cumplieron con esmero y satisfacción su labor. Todos estuvieron en lo mismo: industriales, terratenientes, políticos, Servicios y una política del imperio que realizaba el diseño.
Lo que se concretó en el ya conocido y siniestro Plan Condor que operó en toda esta área. Para el sistema se estaba ante un empuje de los pueblos que había que frenar de todas maneras, no importaba la sangre de pueblo que corriera y muchos menos los sufrimientos que padeciera. Otro modelo estaba en curso y había que arar el terreno para que prosperara. El neoliberalismo pedía cancha, sangre y pueblos que no ofrecieran resistencia. El costo no importaba como hoy mismo sigue sin importar. El terrorismo brutal y asesino, no hay duda, fue sistémico.
Agotada la etapa del asesinato de pueblo llegó la hora de la llamada democracia. Llegaba el recambio hasta nuevo peligro. Un recambio en nuevas condiciones históricas y que debía procesar el lavado del reciente pasado sangriento. Había que hacer espacio formal a los DD.HH., pero cuanto menos espacio mejor. El lavado periódico de sangre es parte del funcionamiento del sistema. Pero esto no se hace mecánicamente como pretenden, depende de lo que recordaba y sentía el pueblo ante la barbarie reciente.
La formación social uruguaya se presentaba, en este nuevo panorama, con más que interesantes posibilidades de una reclamación firme que mantuviera en alto las banderas de memoria, justicia, de no olvido ni perdón. Con actitud de reclamo, de que se supiera la verdad de lo ocurrido. Tenía buenos antecedentes de ciertos grados de resistencia, buena parte de una población que vio y repudió las atrocidades. Y a su vez es cierto que tenía su peso una noche tenebrosa, ultrajante, llena de miedo y feroz prepotencia que había cubierto más de una década de su existencia.
También regresaban los calculados, formales y limitados derechos propios de la democracia burguesa, esos que fijan los marcos hasta donde se puede ir.
Pero aún no se habían lavado las últimas manchas de sangre visibles o repudiado la última violación de alguna compañera, cuando tempranamente aparece el Pacto del Boizo Lanza. Comenzaba un triste camino para el pueblo. La claudicación asomaba ya su cara en la esquina. ¿Pero que pasaba, si solo estaba planeada una elección que ya el poder dominante quería?. Había desfasamientos, todo proceso es complejo, nada en este campo es lineal. Los milicos le habían tomado el gusto al gobierno, al estar arriba, al meter la mano y no tenían ganas de regresar a su función estructural; algunos políticos eran rechazados porque habían ido más allá de lo permitido en su tono antidictatorial; estaba también que a otros políticos y su partido les convenía que no estuvieran en carrera los Wilson y los Seregni.
Los desacomodos no duraron mucho, pronto Seregni llamó a la paz y concordia, y Wilson adhirió a ese engendro jurídico que quería borrar el pasado y perdonar lo ocurrido: se inventaba la ley de impunidad para que cubriera con su manto ensangrentado todo aquel periodo histórico. Era la goma que borraba, era el ayer no existe, era el no tener ojos en la nuca, el no mirar para atrás. Por supuesto todo esto hecho “para el bien de todos”.
Viene después todo un trayecto histórico que sería para risa sino estuviera en juego una gran tragedia de pueblo. Llega el plebiscito de papeleta verde en medio de un clima donde el miedo estaba presente y donde, al mismo tiempo, voces de casi todos los sectores políticos decían o insinuaban que no era conveniente derogar la ley de impunidad.
En este momento, como lo siguieron haciendo siempre, familiares y organizaciones sociales pujaron fervientemente por anular la ley de impunidad. También por momentos estuvieron presentes algunas organizaciones políticas. La regularidad, desde aquellos fines de semana en la Plaza Libertad, estuvo siempre en manos de familiares como prioridad principal. Así ha sido durante este largo trayecto.
Esta problemática de DDHH, especialmente apuntando contra la impunidad, se mantuvo en el tiempo. Se trató de un sentimiento que fue creciendo a nivel popular. A los que estaban convencidos y no temían la denuncia del horror ocurrido se le fueron sumando, poco a poco, los que perdían el miedo, los que dudaban, los que oscilaban entre la indiferencia o el ya pasó y los que aún pese a ver visto lo ocurrido no querían creer, o se habían hecho a la idea de que la cosa no fue tan terrorífica.
Hoy es un sentimiento que está en más de medio pueblo, mucho más, ya que la trampa de una sola papeleta tuvo su eficacia. Y más aún, algunos de aquellos que no ensobraron por presión o fuerte sugerencia ya están de vuelta de esas consideraciones. A lo que hay que sumar cierta juventud. Juventud que ya ha tenido su expresión al respecto
Las dirigencias del Frente Amplio durante todo este tiempo han manejado este sensible problema haciendo cálculos políticos electorales y tratando de que no pase aquel límite que enojen a militares y toda la estructura de poder. Está claro, contra la impunidad han estado de manera consecuente otras organizaciones políticas y personas, y entre ellos muchos votantes del Frente Amplio.
Demás está decir que una buena mayoría de sus votantes, especialmente los de a pié, han sufrido decepción, se han sentido traicionado, han vivido con dolor que esa fuerza política en la que creían no haya hecho lo que estimaban que era cantado. Muy probablemente hayan sentido una grieta grande en sus esperanzas.
Más cuando junto a esta tan sentida problemática le hayan acompañado el abandono de otras que fueron las ideas movilizadoras y esperanzadoras de ese conglomerado humano que hizo tal opción. A los de a pie me estoy refiriendo y no a los camuflados de pueblo.
No hemos estado en ese proceso político pero no es difícil imaginarlo. Más cuando ha sido tan rápido y tan grueso el corte con tantas consignas que tan rápidamente dejaron por el camino.
En el segundo plebiscito contra la ley de impunidad, a esta altura es bien sabido, hubo claro sabotaje de los dirigentes políticos del FA. No se mencionó el tema en la campaña electoral, hubo sugerencias y presiones para no ensobrar la papeleta anuladora. Con cualquier mínimo esfuerzo de quienes fueron las figuras de esa campaña, igualmente sus orientadores, el plebiscito hubiera ganado sin dificultad alguna. De Igual manera si hubieran sido dos las papeletas en pugna.
Pero esta política de amparo a la ley de impunidad no queda ahí. Vienen más medidas para impedir sacarla del medio. Medidas ambiguas, previstas de demagogia y doble discurso, con cálculos electorales a la vista.
Todo para que finalmente no se tocara dicha ley. Entreveraron piolines hasta enredarse. Pero con esto a nivel popular no lograban poner el punto final a tan dramático y sentido problema. Él quedaba allí como convidado de piedra y marcando con el dedo a las múltiples e infames complicidades. Visto con cabeza electoral preocupaba, bastante les preocupaba, había que hacer algo, no podían hacer la del avestruz. Se plantean entonces levantar la ley a través del parlamento. Hay mayoría para lograrlo. El presidente Mujica se lanza en campaña, llama a legisladores para explicarles que no es conveniente que voten ese levantamiento.
No logra el convencimiento, a todos les parecía demasiado, quedaban pegados sin salida. Se precisaba un tranfuga para que esa mayoría no se lograra. Allí estaba Semproni dispuesto, con placer, a realizar el “sacrificio”. Los verdugos, sus cómplices sin duda lo recordaran agradecidos, el pueblo también pero de una manera muy distinta.
Y el problema seguía allí, tozudo, firme, reclamando. No había duda, un gran pedazo de pueblo, de lo mejor de él, seguía gritando sus sentimientos de repudio al amparo del crimen vil. Seguían llegando, flotando como realidades visibles, las bestiales torturas, los niños robados, los peores ultrajes, los desaparecidos, los asesinados que ya no podían negar pues algunos de los cuerpos de queridos compañeros habían aparecido enterrados después de ser ejecutados. El horror seguía flotando y la náusea que seguía produciendo no se iba.
En determinado momento aparecen los restos de nuestro querido compañero Pocho Mechoso, un ejemplo de luchador: Dice el parte oficial: “su cuerpo metido en un tanque de cemento” en el canal de San Fernando.
Allí habían estado “los viejitos” de Mújica!!.
A nivel oficial la pregunta mortificaba: “como me saco de arriba este problema de la impunidad, conforme futuros electores y quedo al mismo tiempo bien con los militares y toda la estructura de poder que desea íntimamente mantenerla”.
En tal marco aparece la Ley interpretativa. No tenía consistencia jurídica, lo sabían, habían consultado a juristas varios. Hoy lo dicen abiertamente. Pero había que hacer algo urgentemente y dejar la impresión que el tema seguía siendo perseguido que no lo archivaban.
Y entró en juego la Suprema Corte de Justicia. Otro de los mecanismos que tiene como finalidad fundamental sostener y reproducir el sistema. Le tocaba el turno de quemarse un poco. Salir de la penumbra.
Las denuncias de las atrocidades cometidas por la bestia militar llegaban y llegaban a los juzgados, muchas denuncias eran colectivas. Torturas, asesinatos y violaciones masivas desfilan cual espectro terrible. El corral de las bestias peligraba aumentar bastante. Además estaba casi fresco el pronunciamiento de la Corte Interamericana sobre el caso Gelman que establecía que había habido terrorismo de estado y que obligaba a Uruguay a tal reconocimiento.
Se descontaba lo que haría finalmente esa SCJ, esa que habían votado también los del FA en el Parlamento. Obviamente también los parlamentarios de los partidos llamados de oposición habían estado respaldando el mantenimiento de la impunidad, con eso que no pueden disimular, ese odio al pueblo y a los luchadores, que les sale por los poros.
No hay duda una de las tácticas que ha decidido usar la llamada oposición es la carta de la Suprema Corte, la de tratar que determinadas cuestiones sean juzgadas como inconstitucionales. Pero sí, también de este mecanismo, como de otros, pueden surgir excepciones, elementos aislados. Les surgió hoy nomás una piedra en el zapato: la jueza Motta.
Esa necesidad del sistema de dejar la ilusión que la justicia es igual para todos, es un discurso, una ideología, que mucho necesita el poder para funcionar y reproducirse. Deja sus huecos que tácticamente en ocasiones pueden usarse. Tácticamente y nada más.
Apareció entonces la Jueza Motta he hizo declaraciones. Primero el Presidente Mujica pidió al Suprema Corte de Justicia que tomara medidas al respecto. Después vino el enfrentamiento con el Ministro Fernandez Huiodobro, cuidador de ese cuartel que fue centro de torturas al que no quería que se entrara a sacar fotos, se sumó casi enseguida el vidrioso episodio del avión caído al agua y cuya recuperación es toda una novela de aguas malolientes.
Finalmente la Jueza Motta, como bien se sabe, fue sacada de los pelos y con un discurso ridículo y grotesco: fue “ascendida” a una función que no tenía nada que ver con investigaciones de torturas, asesinatos y desapariciones. Era demasiado y alevoso, mucha gente no bancó la patraña burda y se metió al edificio de la propia institución in justicia a repudiar la farsa. Allí no falto gente de “izquierda” y ciertos sindicalistas que se “jugaron” por el orden y las buenas costumbres. Después vendrán las selectivas citaciones a declarar de quienes repudiaron la farsa jurídica.
Y la historia va a seguir, y son historias de las luchas, y la lucha siempre abrió brechas y generó posibilidades. La experiencia vivida, la constatación de lo que no sirve se articulará con la resistencia y la solidaridad, la esperanza y la lucha. En el trayecto que nos espere no sólo veremos sombras. Puede sí ser camino largo. Pero el camino es cada vez más claro.
Porque las lecciones del presente que trascurren las luchas en todos los puntos del mundo nos siguen convenciendo que la lucha ideológica cobra un papel más que destacado, ante tanta confusión, ante tanto juego de cambios de traje y ultraje de motivaciones. Y que es en el abajo, en el movimiento obrero, en los barrios y organizaciones sociales el eje de la tarea, el eje del empoderamiento, de darse y crearse las herramientas que den alcance a la lucha y la hagan crecer. Resistir creciendo, creando.
Con el recuerdo y la identificación de tantas luchas. Siguiendo el ejemplo de aquellos Mártires de Chicago que en estos días hace fecha de ese memorable combate.
Con los anhelos y la lucha de los pueblos siempre. Por ir construyendo poder popular auténtico.
Por el socialismo y la libertad!!!.
Arriba los que luchan!!!.