Se dijo que un 40 y pico por ciento de votantes era muy poco, pero debemos considerar que estas elecciones no eran obligatorias y votó casi la mitad del electorado, lo que sigue hablando de la firmeza del “espíritu cívico” de los uruguayos. Máxime en unas elecciones donde se jugaba muy poquito. Éste es el verdadero problema político que nos plantean las elecciones a los anarquistas de FAU. Hoy, en esta coyuntura, todo el pueblo uruguayo mira a las elecciones como única forma de cambio, como única forma de participación política. Digamos entonces, que es un año signado por el clima electoral. Existen expectativas en la gente aún de que los mismos culpables de su situación la van a rescatar del pozo. La crítica al sistema no camina hoy por Uruguay.
Situación económica y social.
Las elecciones también le sirven al Ministro de Economía Isaac Alfie para negar aumentos salariales y reajustes que recuperen el salario real, tanto a funcionarios públicos como privados. Su constante “NO” a todo lo que sea volcar recursos para el rubro salarios y otorgamiento de partidas presupuestales -el caso de la Enseñanza fue el más notorio- lo colocan como el paladín de la ortodoxia neoliberal. El recorte ha llegado incluso a los préstamos de los organismos internacionales de crédito y por ello, los dimes y diretes entre Alfie y Renato Opertti, director del MEMFOD, a principios de año, debido a que Alfie retuvo los fondos llegados desde el BID. La ortodoxia llegó al punto de negarle $ 500 de aumento a los jubilados y pensionistas. Todo ello para cumplir con el FMI y el pago del blindaje del 2002 que vence en muy poco tiempo, sumado a ello otros vencimientos. El Uruguay debe entre el 109 y el 113% de su PBI, es decir, que el Uruguay para pagar la deuda debería volcar todo su producto bruto de un año para el pago de la misma, y aún el país quedaría debiendo. Sólo este hecho, deja sin margen cualquier “proyecto de cambio” que presenten los partidos para las elecciones, porque no hay fondos para volcar a la educación, a la salud, vivienda y generación de puestos de trabajo, porque están prometidos para el pago de la deuda.
El gobierno se ha vanagloriado de que hemos salido de la crisis, porque han aumentado las reservas de los bancos, porque han aumentado los volúmenes exportables y la entrada de divisas, y nos dicen, que hay que esperar que este crecimiento llegue a los más pobres, como si fuese una fuente que se desborda de a gotitas. Lo cierto es que estas políticas neoliberales -o liberales a secas- han tenido efectos criminales. En Uruguay, sólo en el 2003, 204 mil personas pasaron a ser pobres, llegando a 849. 500 uruguayos que viven por debajo de la línea de pobreza. Es decir, el 31% de la población. Esta pobreza se concentra en los niños y menores de 18 años, por lo que es fácil suponer que la misma se va a reproducir a gran velocidad y en poco tiempo.
Las políticas sociales apuntan a paliar la situación, no a solucionarla. El INDA y las policlínicas barriales no tienen suficientes recursos para afrontar esta situación. Tampoco desde el Estado se buscan generar fuentes de trabajo, aunque se vanaglorian de que el desempleo esté ubicado en el 13,3 %. Lo que no dicen es que el desempleo bajó, pero aumentó el trabajo precario en todas sus manifestaciones.
Debido a la devaluación, el Uruguay es un país bastante barato en costos laborales para algunas empresas multinacionales. El laboratorio Roche invirtió en una planta de empaque en Uruguay, cuyo costo es de 3 millones de dólares. Sólo generó 60 puestos de trabajo. Lo que hizo la empresa fue atomizar el proceso productivo, dado que las plantas de producción están en Argentina, Brasil y México. Es decir, aquí sólo invierten empresas en forma limitada, por lo cual el verso del gobierno de que las inversiones van a generar empleo y solucionar el problema de la desocupación son falsas.
El Uruguay y la situación regional.
La campaña por el agua ha tomado nuevos bríos, debido a que los candidatos buscan no inquietar a los inversores privados con el desenlace del Referéndum. Esto marca claramente cuál va a ser el camino de quien gane las elecciones, matices mediante. Pero lo que está en juego es un recurso vital estratégico que el imperio y empresas multinacionales europeas quieren adueñarse a como dé lugar. Agua y petróleo, los dos recursos vitales que mueven al mundo hoy. Nuestra región está en la mira del Departamento de Estado norteamericano, debido a la abundancia de agua en la misma. El Acuífero Guaraní está en riesgo. Por algo, luego del 11 de setiembre los yanquis apuntaron a la Triple Frontera como zona de desarrollo terrorista, porque allí está el corazón del acuífero.
Este tema está ligado directamente con el ALCA, acuerdo ultra secreto que los Estados americanos -menos Cuba- han firmado y están en continuo proceso de reelaboración. La Unión Europea logró que la implantación del mismo sea “light” al menos en los primeros tiempos para sus intereses. Los yanquis obtuvieron la ampliación de los tratados de libre comercio (TLC) bilaterales, lo que les garantiza afianzar lazos y derribar aranceles para todo tipo de productos. Por otro lado, el eje Lula -Kirchner han revitalizado el MERCOSUR con el discurso de oponerlo al ALCA. Han aceptado recientemente la inclusión de Venezuela y México. Sin embargo, la diferencia es sólo de grado. La integración bajo la órbita norteamericana -ALCA- o en un bloque propio -MERCOSUR- no deja de ser una integración capitalista. Un bloque latinoamericano podrá imponerle o negociar algunas cosas con EEUU y coquetear con la UE. Pero la filosofía que rige al ALCA va a estar presente, y es más, EEUU juega a que esa integración latinoamericana le va a abrir las puertas al ALCA. Por algo hay un gran silencio respecto al tema. Va a ser un proceso lento, que ya ha comenzado, pero que a partir del 2005 se va a ir acelerando paulatinamente. Lo cierto es que los EEUU tienen asegurado el saqueo de América Latina. Para los teóricos, como Dietrich que arribó a nuestras costas, y ven en la conformación de un bloque más amplio que el actual MERCOSUR el contrapeso a EEUU y el embrión de la lucha antiimperialista, no podemos decirle otra cosa de que están realizando un análisis erróneo. Por un camino o por otro, se llega a lo mismo: al dominio de EEUU y las multinacionales. Basta recordar que con el MERCOSUR se ha incrementado la crisis económica y social que vivimos.
¿Y nosotros qué hacemos?.
Ésta es la pregunta fundamental. Porque más allá de la crisis, la lucha continúa. Es más que cierto que la movilización del pueblo ha disminuido, pero en estos momentos como siempre, hay que revitalizar las organizaciones populares, únicas protagonistas y garantías reales de cambio.
Hemos puesto la atención en el Referéndum en defensa del Agua y en el ALCA como temas centrales que pautan la actividad del año. Estos dos temas traspasan las elecciones y su carnaval y nos sitúan en los problemas reales de todos los días. No va a haber cambios mágicos, ni de mediana entidad. La prueba está en Brasil, el programa de Lula ya está agotado; y en Argentina Kirchner sólo se mantiene mediante discursos, porque su política tampoco tiene grandes márgenes. Los problemas van a seguir ahí el 1° de marzo y el 15 agosto de 2010, por lo cual la tarea para nosotros sigue siendo atender las problemáticas del pueblo y con la militancia, organizando y luchando, construir un pueblo fuerte y los cimientos del poder popular, que nos permitan lanzar nuestro proyecto político.
Hay otra forma de hacer política. Hay otra forma de incidir en la realidad. Esa forma es más antigua que las elecciones y la democracia burguesa, porque nace del sentir del pueblo y de la lucha contra cualquier injusticia. La acción directa popular, generando espacios de debate, de participación, de autogestión, para afrontar las verdaderas necesidades de la gente, esa es nuestra forma de hacer política. Nosotros hacemos política de clase, no politiquería.
Para nosotros se trata de que, reconociendo las limitaciones que tenemos y con la mayor humildad, militar constantemente en nuestros lugares de trabajo, de estudio, en el barrio, para tejer los lazos solidarios desde abajo que nos permitan el día de mañana tirar abajo esta inmundicia que es el sistema capitalista.
Como dijo Bertold Brecht: “Estos tiempos son duros pero tienen que cambiar”. Y hay que cambiarlos.
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