“La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene…
Cada persona que pasa por nuestra vida es única.
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros”.
Jorge Luis Borges
Se nos fue la querida compañera Leticia Soler. Pero realmente no se fue, quedará en el recuerdo siempre y esto no son solo palabras formales.
No hacía un mes que había estado participando en una comida fraternal con compañeros y compañeras, en ella habló de la actualidad y recordó algunos episodios militantes del pasado. Propuso con entusiasmo que para diciembre teníamos que encontrarnos todos nuevamente en otra comida de camaradería.
Su fraternidad, su cordialidad y disposición al intercambio de ideas fueron una constante en su forma de ser.
Había comenzado su militancia en FAU ha mediado de la década del 60, en aquel momento histórico de mucha lucha ante los ataques e intento de quite de conquistas a los y las de abajo. Pacheco y sus permanentes Medidas de Seguridad, presos, torturas y asesinatos de hijos del pueblo. Mucha lucha resistente en lo sindical, estudiantil y popular. La FAU, inserta en el movimiento popular, desarrollaba una intensa actividad en la Tendencia combativa, la ROE, varios sindicatos y posteriormente en la OPR 33, quedando clandestina a principios del año1968 tras el decreto de Pacheco.
La querida compañera Leticia comienza su actividad en FAU vinculada orgánicamente a tareas de OPR 33. Su casa estuvo a disposición para reuniones en tiempos en que la FAU estaba en la clandestinidad, allí se reunió con frecuencia la Junta Federal que integraban incluso compañeros requeridos por ser peligrosos según el infame sistema a través de sus mecanismos que utiliza para mantenerse y reproducirse: aparato jurídico, prensa, tv, milicos etc.
Leticia también tuvo siempre a disposición su auto, trasladaba compañeros clandestinos cuando había urgencia, y otras veces a reuniones en las que había que extremar la seguridad.
Fue encargada, junto con otro compañero, de la Clínica que se había montado por si teníamos algún compañero herido en alguna de las expropiaciones, secuestros u otras actividades. En nuestra Clínica, que contaba con toda la infraestructura necesaria para cualquier caso de urgencia había: un médico, un cirujano y un enfermero. Ella y el otro compañero eran quienes tenían, de manera compartimentada, la forma de convocarlos frente a cualquier urgencia.
Cayó presa en 1976 hasta 1978. Estuvo firme en sus declaraciones y se mantuvo firme y serena en ese infame lugar llamado Punta Rieles. Realizó en algunas oportunidades ciclos de conversaciones sobre historia con compañeras. Mantuvo una relación cordial con todas las compañeras presas con las que tuvo contacto. Siempre dispuesta a la conversación de temas que interesaban ya sea de historia como de literatura.
Bien puede decirse que Leticia pertenecía a esa clase de compañeros y compañeras que aportan esfuerzos y militancia casi en silencio. Con modestia y criterios de seguridad que bien aplicaba, transitaba sus esperanzas y acciones sin que para nada resaltaran.
Respetando ese su estilo, diremos: querida compañera Leticia quedaste entre nosotros en lo mejor de los recuerdos. Adentro siempre de la lucha por el Socialismo y la Libertad.
Nosotros, con el sentimiento a flor de piel agregaremos:
¡Muertos o vivos, arriba las y los que luchan!